lunes, 18 de agosto de 2014

MIGNOLIA ACEVEDO [12.896]


Mignolia Acevedo 

(Noviembre, 11 de 1945, República Dominicana). Maestra desde 1965. Egresada de las: Universidad Nacional Pedro Henriquez Ureña, en la que obtuvo el titulo de Licenciada en Ciencias de la Educación, Mención Ciencias Sociales, Cum Laude. 1972; Pontificia Universidad Catòlica Madre y Maestra, titulo, Auxiliar Maestro Bibliotecario. 1995; y del Instituto Tecnològico de Santo Domingo en la que recibiò los tìtulos de Postgrado en Metodologìa en la Enseñanza de las Ciencias Sociales, 2000 y Maestría en Ciencas Sociales, 2002.

Ha obtenido Primer Lugar y Primera Mención de Honor en los géneros poesía y cuentos y tiene escrita la novela inèdita Memoria de los años nuevos.

Entre los años 1992 y 2005, fue colaboradora ocasional del LISTIN DIARIO, con temas de opinión y puntos de vista, acerca de las efemérides de la patria y acerca de personalidades de la sociedad vegana.




CON MIS PIES DESCALZOS

Con mis pies descalzos
voy trillando los días de este mi vivir.
Libre de atavíos.
Uniendo los lazos con mis sentidos me hacen percibir,
que soy un poco de lo que la naturaleza,
generosa y pródiga, dispersa por doquier.

Con mis pies desnudos,
siento el leve crujir de la seca hojarasca,
mientras le pregunto a los vientos errabundos,
si saben de cual árbol y de qué lugar procede cada hoja,
y desde cuando son arrastradas inclementes
hasta morir aquí.

Con mis pies al polvo, el sol y la lluvia,
va discurriendo mi vida, sin detenerme en alguna esquina.
Simplemente discurriendo algunas veces:
¿A dónde se van las largas tardes otoñales
cuando llega el invierno y su borrasca?
¿Se quedan dormidas resistiendo el frío?
¿Siguen quietas en una larga ensoñación
en primavera y también en el estío?
¿Despiertan después jubilosas cuando llega de nuevo su estación?
¿Para volver a ser como en este noviembre largas y apacibles
tardes otoñales?.




RESONANCIAS

Escucho una voz grave... profunda,
diciendo que de muy lejos,
yo he llegado,
que traigo el olor de épocas
que el mundo hace tiempo olvidó.

Recuerdo una melodía.
No era de este lugar.
Tampoco el viento la diluía.
Parecía un sonajero de resonancia
suave... serena... lánguida.
¿Dónde... dónde la escuché?
Anhelo oírla otra vez.

Presiento que alguien me habla,
cuando llueve mansamente
en un simple atardecer.
Es como si una voz me dijera,
en un lugar se te espera,
hasta que puedas volver.

Siento que soy viajera.
Viajera de siempre... incansable.
Que por las noches oscuras,
mientras descansan mis fuerzas,
mi espíritu vaga por el espacio,
visitando las estrellas.

Escucho la voz de los siglos,
recordando que la vida
no me pertenece a mí,
que le pertenece a DIOS
al permitirme nacer a la vida
para retornar a su lado un día,
cumplida ya mi misión.

Percibo que soy amada
por DIOS al darme la vida.
Que su amor me envuelve toda
y su única condición es,
amar como me ama ÉL.
Amar sin límite.




LUGAR DE LOS SUEÑOS PERDIDOS

Cuando la ilusión queda trunca
y los sueños se pierden
¿a dónde se van?.

¿Buscarán refugio anhelantes
en algún bosque encantado
donde habitan con su magia
ondinas, ninfas, duendes y mariposas?

¿Se irán a esconder presurosos
en las alturas airosas
de pinares que casi tocan el cielo?

¿O convertidos en lágrimas
que furtivas se evaporan
el viento los llevará
a vivir con las estrellas?





MI AMIGO EL VIENTO

Mi amigo el viento,
conoce cada lugar del bosque,
del llano, las cimas de las más altas montañas
y los escondidos montes.

En ellos escucha
el murmullo de los pájaros,
y lo que conversan las copas de los árboles
para contármelo a mí.

A veces me trae noticias
de lluvias que se avecinan,
de ruiseñores que solo piensan en cantar
y de ríos lentos y perezosos
por los daños a la floresta.

Ayer... no lo sentí bajo el sol,
pero casi al anochecer,
se me acercó presuroso,
provocando mi enfado pues casi me hizo caer,
sin embargo, muy pronto olvidé mi enojo,
porque me trajo...¡ quién sabe de dónde!,
la melodía de una canción ya olvidada
y el aroma de un naranjo en flor.




ÁRBOL NOBLE.

Árbol noble... viejo amigo,
bajo tu protectora sombra,
¿a cuántos has acogido?

Ahí... erguido a orillas del camino,
pareces un viejo patriarca
oteando la distancia.

Entre tu verde follaje,
¿cuántos nidos han habido?
Te quiero también preguntar,
cuando tus hojas se caen,
¿a dónde las lleva el viento?

Eres infatigable... incansable
Nunca dejas de renovarte, de dar frutos.
Y cuando la tempestad azota
o el ser humano destruye el bosque,
tu esperas sin una queja,
árbol noble... viejo amigo.



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