jueves, 28 de agosto de 2014

FRANCISCO M. LÓPEZ SERRANO [13.080] Poeta de Aragón


Francisco Miguel López Serrano 

(Épila, Zaragoza, 1960) es un poeta, novelista, narrador y traductor español. A lo largo de su carrera ha obtenido premios de poesía, cuento y novela como el Premio Setenil (2010) al mejor libro de cuentos publicado en España en 2009, el premio Kutxa Ciudad de San Sebastián, Ignacio Aldecoa, Premio Gabriel Aresti, Premio Generación del 27 o el Premio Manuel Llano.

Colabora en revistas literarias y periódicos como Clarín, Turia o el Heraldo de Aragón.


Obra publicada

Novelas

El país de la lluvia (Premio Ciudad de Barbastro 2004), Zaragoza, Prames, 2004.
Retrato del asesino en prácticas (Premio José María de Pereda 2005), Valencia, Pre-Textos, 2005.
El prado de los milagros, Ourense, Duen de Bux, 2008.
Libros de cuentos[editar]
El hígado de Shakespeare, Barcelona, DVD Ediciones, 2000.
Dios es otra, Barcelona, DVD Ediciones, 2002.
Los hábitos del azar (Premio Setenil 2010) Sevilla, Renacimiento, 2009.

Libros de poemas

Ars moriendi, Granada, Genil, 1986.
Un funesto deseo de luz, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1990.
La afable vecindad de la muerte (Premio Extremadura a la Creación 1996), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1997.
La caricia de un sueño, Zaragoza, Prensas Universitarias, 2002.
La sombra de Dios (Premio Luis Cernuda 2002), Sevilla, Compás, 2005.
El último hombre sobre la tierra (Premio Blas de Otero 2009), Madrid, Devenir, 2010.

Traducciones

La casa de la vida de Dante Gabriel Rossetti, Valencia, Pre-Textos, 1998.
El Gamo ante la casa solitaria de Thomas Hardy, Valencia, Pre-Textos, 1999.
El Mercado de los duendes de Christina Rossetti, Valencia, Pre-Textos, 2004.


Del poemario, ‘El último hombre sobre la tierra’ (Devenir)



EL CAMINO DE VUELTA

La dicha se asemeja demasiado
 a un lugar ameno al que se accede
atravesando un paso peligroso, escalando
una pared abrupta, afrontando el peligro
de caer al vacío. Uno se tiende sobre
la fragante hojarasca, entre constelaciones
de estelarias, y escucha
el rumor deleitoso del arroyo.
Mas en ningún momento
se distrae, nunca olvida
el camino de vuelta. 






LA LUZ DEL DINERO


El Dinero.

Su singularidad cósmica.

La velocidad con que fluye espectral por canales de fibra óptica, convertido en impulsos eléctricos, descompuesto en partículas elementales, reducido a pura espiritualidad.

Dinero vaporoso, sublimado.

Partículas virtuales precipitadas hacia el campo de fuerza que las hará reales.

El Dinero es la fuerza de los muertos.

Es la luz, la resurrección y la vida.

Su omnipresencia, su omnipotencia, su justicia, su bondad.

La teología del Dinero.

El dolor del Dinero.

El Dinero brilla como una llama en el corazón del hombre y quien lo recibe de otro recibe con él una parte de su espíritu.

El niño que muere sin tocar el Dinero, sin que el Dinero le toque a él.

El niño que muere en el borde, en la Orla del Dinero.

La muerte del Dinero crucificado a manos de la tecnología.

El ruido de fondo del Dinero.

Su radiación de fondo.

El intrincado ideograma que el Dinero traza cuando circula en el mundo.

La palabra del Dinero.

Su redención.

El infinito amor del Dinero.

La luz del Dinero. 





GENEALOGÍA DE LA MUGRE


Soy la orgullosa Mugre.

La costra del mundo que se adhiere a la piel como los moluscos al casco de un galeón hundido en el fondo de un mar tenebroso.

La Mugre que es el roce, la caricia y el beso fangoso del mundo. La frazada que arropa al ser como una madre.

Soy el desierto portátil en el que el místico y el profeta urbano se retiran y meditan.

Soy hija del comercio entre los fluidos íntimos y el mundo. De la silenciosa y feroz cópula que perpetra el hombre con la tierra.

Hija de la glándula que engendró el humor que engendró la grasa que engendro la legaña, el moco y el sudor.

Hija de la piel que engendró la descamación que engendró la exfoliación que engendró el polvo.

Hija del alimento que engendró la fermentación que engendró la descomposición que engendró las heces y la orina.

Hija del oxígeno que engendró la oxidación y la reducción.

De la contaminación engendrada por todos sus espurios padres.

De la inmundicia que fue engendrada por el alimento que fue engendrado por la carne que fue engendrada por la sangre.

Hija del sol que sin amor lo coció todo.

Mi genealogía se remonta al Mugriento Origen del Cosmos, a la Mugrienta Gran Explosión.

Soy la orgullosa Mugre.





LA NOTICIA

A veces, la noticia de tu finitud te llega no del modo habitual, abstracto, del que logras distraerte, sino en la forma de un sentimiento celular. Como la radiación de microondas, esa sensación parece llegar de muy lejos, desde un universo primitivo y remoto a años luz de tu tiempo, de tu inaprensible ahora. Esa señal, sin embargo, a pesar de su inimaginable distancia, establece una relación de largo alcance entre ese lugar remoto del universo y un lugar sin sede de ti mismo, la parte del universo primitivo que perdura en ti y en la que está ya escrita la memoria del principio y del fin del universo, la certeza del aciago destino del mundo. Durante un instante vislumbras la magnitud de la distancia de la que procede esa sensación. E imaginas que tu existencia en el cosmos se halla asociada a una hoja que pende de un árbol que se alza majestuoso en un planeta fértil de una galaxia remota. Ves la hoja pendulante ejerciendo su ultima resistencia a la gravedad, desprenderse y caer desplazada por una ligera brisa de nombre desconocido en la dirección contraria en la que tú mismo, a millones de años luz, te encuentras. La breve y silenciosa caída de esa hoja remota que simboliza tu presencia en el universo, cifra el principio y el fin de tu existencia y constituye un claro determinante de la relatividad y de la miseria de tu tiempo vital frente al cosmos. Y sin embargo esa hoja remota, que se desprendió del árbol remoto en el momento de tu nacimiento y alcanzará el suelo a la hora de tu muerte, milagrosamente aún sigue cayendo





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