viernes, 1 de agosto de 2014

ALFONSO ECHEVERRÍA YÁNEZ [12.610]


Alfonso Echeverría Yánez 

Poeta, novelista, narrador y ensayista chileno. Nació el 22 de julio de 1922 y falleció el 21 de junio de 1969 en Santiago de Chile. Hijo de José Rafael Echeverría Larraín y María Flora Yáñez Bianchi. Contrajo matrimonio con Carmen Tortello Escribano (16 de noviembre de 1946).

Proveniente de una familia de escritores (nieto del escritor, periodista y político Eliodoro Yáñez, hijo de la novelista María Flora Yáñez, primo del escritor José Donoso, sobrino del escritor Juan Emar y hermano de la actriz y escritora Mónica Echeverría Yáñez), comenzó a publicar tempranamente sus textos en la revista "The Gryphon" de The Grange School, establecimiento donde estudió tras vivir su primera infancia en Europa. En 1940 ingresó a la carrera de Ingeniería Bioquímica de la Universidad Técnica Federico Santa María.

Fue un autor prolífico, pero no todos sus escritos alcanzaron a ser publicados. Desarrolló un discurso estético entorno a la figura del topo y la literatura topográfica. En 1957 publicó su novela La vacilación del tiempo y en 1959 su poemario El costo de la vida. En 1960 recibe el tercer lugar del concurso de la revista “Life” en español con su cuento Nausicaa. Formó parte del encuentro de escritores chilenos organizado por Gonzalo Rojas en la Casa del Arte de Chillán en 1958 y es parte de la Generación del '50 en Chile.

A lo largo de su vida trabajó como profesor y traductor simultáneo del presidente Jorge Alessandri y posteriormente de la ONU, oficio que lo mantuvo en constante traslado por el mundo y del cual nacen varios escritos, entre los cuales destaca el ensayo poético La tragedia del color (escrito en Sudáfrica, donde viajó como traductor de la ONU a constatar las condiciones de los presos políticos en Pretoria). Alfonso Echeverría se suicida a los 47 años en 1969 en Santiago de Chile. Su madre, la novelista María Flora Yáñez, se encargó posteriormente de editar sus obras inconclusas.

El año 2008, sus nietos Juan José Richards y Florencia Martínez se hicieron cargo de una antología titulada El laberinto del topo(Editorial Cuarto Propio, 2008), obra financiada con el aporte del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, que contiene su obra esencial, reseñas críticas y archivos gráficos del escritor.

Nació en Santiago el 22 de julio de 1922 en Santiago de Chile. Según el diario de vida que llevaba su madre: "En dos meses más tendré otro hijo, lo espero contenta con ilusiones de novicia. Los hijos son un mundo. Sin ellos qué páramo oscuro sería la vida. Julio 22: A las 11 de la noche nació Alfonso. Es un niño precioso, rubio, sano, a quien yo adoro" (Yáñez, María Flora. Historia de mi vida, Santiago Editorial Nascimento, 1980). Ese mismo año, la familia Echeverría Yáñez viaja a París donde se instalan y viven por ocho años en un departamento en la Rue du Rocher.

En 1930 la familia vuelve a vivir definitivamente a Chile. Alfonso ingresa a The Grange School. El año 1938 asume el rol de editor de la revista escolar The Gryphon, donde publicó una pequeña historia del arte y varios relatos de ficción. En 1940 ingresa a estudiar Ingeniería Bioquímica a la Universidad Técnica Federico Santa María, institución de la que es expulsado en 1941. En 1942 fue becado por el gobierno de Estados Unidos para estudiar en ese país. Echeverría pasó tres años aprendiendo y trabajando en lecherías norteamericanas. En 1943 tuvo su primera gran crisis nerviosa, y a sus 21 años fue internado en una clínica psiquiátrica de Nueva York. Tras esa crisis vuelve a Chile y se casa con Carmen Tortello el 16 de noviembre de 1946. Viven en Santiago en uno de los tres departamentos que el arquitecto Fernando Castillo Velasco construyó a los hijos de María Flora Yáñez.

Fue padre de cuatro hijas, junto su mujer y familia se trasladan a Puerto Octay, donde Echeverría se hace cargo del fundo Los Laureles. Ahí escribió su primera novela La vacilación del tiempo (autoedición que publicó en 1957). A los 29 años entró en la escena literaria nacional cuando su cuento Naufragio obtuvo el premio Renovación, entregado por el Ministerio Público de Educación en 1951. En 1954 ese mismo cuento es incluido por Enrique Lafourcade en la Antología del nuevo cuento chileno. El volumen de 338 páginas publicado por Zig-Zag reunió por primera vez a los autores que fueron conocidos como parte de la generación de '50 en Chile.

Su cuento Nausícaa obtiene de 1960 el tercer lugar en el concurso de cuentos de la Revista Life en español. Este fue el punto cúlmine de la carrera literaria de Alfonso Echeverría.

En junio de 1969 Alfonso Echeverría Yáñez se suicida en Santiago de Chile, dejando la mayor parte de su obra inédita.

Obras

La vacilación del tiempo (novela, 1957)
El costo de la vida (poemario, 1959)
Tal es el tiempo (poemario, 1979)
La tragedia del color (ensayo, 1970)
Nausícaa (cuentos, 1970)
El cocodrilo Anselmo (novela, 1974)
Conservemos el asombro (ensayos, 1978)


Palabras seleccionadas de Alfonso Echeverría

“No podemos contemplar la propia obra, ni la de otros, como un
paisaje a mediodía. Ni nos interesa esta visión aérea. Estamos
sumergidos. Queremos ver desde dentro”.

(1957)


“…la obra que no deja vacíos de angustia y libertad, nos parece
ficticia, anacrónica, inútil”.

(1957)


“No levantemos rigideces falsas. / Liberémonos de todos los
axiomas. / Los errores son finos, / son sutiles, / son siempre la
antesala del poema. 
Un ciego dice “Gracias señorita”, cuando un señor le da limosna”.

El ropaje nuestro (1959)


“Un libro escrito es algo inmóvil, ajeno a su contingencia original,
siempre igual a sí mismo en sus páginas frías. No depende ya de su
autor. Tiene su sitio, su libertad, por ello es tan grato para aquel que
lo escribe”.

Prólogo de Nausícaa y otros relatos


“Formulo algunas preguntas, me persigue el sentido de las cosas que
no logro entender. Ello me impide, frente a la naturaleza, ser un
simple espectador. Tarde o temprano intervengo para hacer que todo
gire en torno mío”.

Vivimos en un mundo frágil, “Conservemos el asombro”





Se sabe ahora que la luna

Se sabe ahora que la luna
es un ser marginal y solitario.

Nada pretende. Nada consigue.
Y es, sin embargo, el emblema 
del espanto.

Mucho antes que sus instrumentos
yo conocí su lado oculto.

Giró sobre sí misma una noche
como témpano que en el mar inmóvil
se vuelca y espera, deslumbrante,
el barco asombrado.

Conozco desde entonces
sus cráteres y abismos virginales.

Redonda, inverosímil, desolada,
había abandonado a los astrónomos
para caer en mis sábanas.

Sus ancas oceánicas
no tienen nombre.
Se llama informe,
se llama enorme,
se llama nada.
Su grupa de pan
produce en el cielo 
excremento cósmico.

Es inelocuente,
inadecuada.
Carece de toda agilidad.
Y eso mismo, acaso,
la hace amable a mi alma.

Cuando pone los pies sobre la alfombra
y camina con sosiego hacia la puerta,
¿qué significa en ese cuarto
la metafísica de sus nalgas?
Es el fin y el comienzo
de una angustia extraña.





Estoy Solo

Pienso a veces: estoy solo.
Vengo del cementerio
donde hay sin duda más moradas
que todos los habitantes
de la ciudad.

Cuántos hay que han vivido y han muerto.
Cuántos hay por nacer.
En cambio, qué pocos son los vivos.
Qué pocos
los que han nacido
y aún resisten –la podredumbre.

Hay los que duermen, amanecen, se levantan,
los que aún resisten, digo,
la podredumbre.
Estoy solo entre ellos.









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