viernes, 25 de julio de 2014

GUIDO CERONETTI [12.500]


Guido Ceronetti

Guido Ceronetti (Turín, 24 de agosto de 1927) es un escritor, periodista, poeta, titiritero y traductor italiano.

Dotado de una amplísima cultura y de una profunda sensibilidad humanísitica, Ceronetti comenzó a escribir en 1945. Su colaboración con el periódico La Stampa, iniciada en 1972, continúa hasta hoy. Destaca especialmente como cronista desencantado de la sociedad moderna. Histriónico y carismático, ha utilizado su amplia erudición y una espontánea teatralidad para transmitir al público la magia de la poesía y la literatura en general. Su obra en prosa, constituida fundamentalmente por textos breves y aforísticos, ha sido comparada con la del escritor rumano Emile Cioran.

Como traductor, Ceronetti ha sido el responsable de llevar al italiano tanto de clásicos latinos y textos bíblicos como de poetas modernos.

En 1970 creó, junto a su mujer, Erica Tedeschi, un teatro de marionetas conocido como Teatro dei sensibili.

En 1994 se incorporó a los Archivos de la Biblioteca Cantonal de Lugano, el fondo Guido Ceronetti, que el escritor denominó jocosamente "el fondo sin fondo", en el que se recogen obras publicadas e inéditas, manuscritos, cuadernos de poesía y traducciones, cartas, guiones para cine y radio, dibujos y obra gráfica, mosaicos y postales. Con éstas se preparó en 2000 la exposición Dalla buca del tempo: la cartolina racconta.

Algunas obras

El Cantar de los Cantares (Cantico dei cantici, Traducción al italiano y ensayo sobre el mismo; traducción española, El Acantilado, 2001).
El silencio del cuerpo (Il silenzio dei corpi, 1994; traducción española: El Acantilado, 2006).
Los pensamientos del té (Pensieri del te, 1994, traducción española: Muchnik Editores, 1997).
La linterna del filósofo (La lanterna del filosofo, 2005; traducción española: El Acantilado, 2010).
El monóculo melancólico (L´occhiale malinconico, 1984; traducción española: Acantilado, 2013).




Traducción contra la crueldad 

[GUIDO CERONETTI, aforismos]



El hombre no puede cambiar, ni tomar otro camino, sólo puede acabar mal.

El optimismo es como el monóxido de carbono: mata dejando en su cadáver una huella de rosa.

Mientras tengan ganas de matar, no perderán el gusto de crear.

Todo lo que no se come, hace bien a la salud.

El hombre aún se atreve a darse el lujo de la crueldad, cuando ya comete tranquila y repetidamente el acto más cruel de todos: crear, dar a los horrores de la vida seres que no son y no sufren dolor.

Un necrófilo moderado puede contentarse muy bien de una mujer muy frígida.

Para no ver en las fuerzas activas de la destrucción al Dios que buscamos y amamos, es muy útil la ficción de Satán, que nos enmascara la verdad intolerable.

Ir por los campos, hoy, es como pasar por un viejo barrio en demolición.

Dice un viejo médico: “La salud es un estado precario del hombre, que no promete nada bueno”.

Es extraño que no suceda. Creo, doctor, que resultaría muy normal si una mujer embarazada abortase después de echar un vistazo a un periódico cotidiano.

El arma más peligrosa que ha sido inventada es el hombre.

Quien tolera los rumores ya es un cadáver.

Si el aborto es homicidio, tendrá al menos la atenuante de la defensa propia.

Es mejor morir vaciándose que llenándose, y mejor de hambre que de indigestión.

En la actualidad, un hombre que, en voz alta, lea versos o textos espirituales, en completa soledad, pasa por desequilibrado.

El terremoto, que no ha cesado de correr en todos los sentidos de la tierra, es una especie de alivio (¡finalmente un miedo distinto!, ¡un miedo sin rostro humano!) para las ciudades enfermas de hombres.

¡Y hablan de haber abolido los sacrificios animales! Sólo el ritual han abolido: los exterminan ininterrumpidamente, ilimitadamente, sin necesidad.

El diluvio de carne sacrificada que cae cada día sobre las ciudades de Occidente anuncia masacres, enfermedad, locura colectiva, pérdida del alma, oscurecimiento y suciedad mental. Más energías insanas para cabezas por golpear en la sombra. Lleva dentro la maldición de las codornices a las tumbas de la codicia.

Quien permanece en silencio o no sonríe después del amor, degrada a Eros.

El desastre más profundo no es la destrucción de la ciudad con más millones de habitantes, sino su existencia.

La misoginia es hija del misterio. Por el contrario, la misantropía es hija del conocimiento: cuanto más se conoce a los hombres, más misántropo se es. Mas el buen misántropo no hace distinciones de sexo: el ser humano, en las dos versiones propuestas por el Creador, no le place.

El alma en descomposición es mucho peor que la carne.

La pregunta más indiscreta, más insolente, más insufrible, e incluso la más común, la más políglota, la más persecutora, al teléfono y cara a cara, la pregunta que tortura a quien ama la verdad porque si la formula tendrá como respuesta una miserable mentira es: “¿cómo estás?”


[Versiones en español de Daniela Camacho Jiménez, hechas a partir de las originales en italiano].
Aforismos de Il silenzio del corpo y La fragilità del pensare.







Los dátiles secos provocan jaquecas, dice Maimónides, pero el placer de un dátil regocija el corazón.

O escépticos, o sépticos.

El optimismo es como el óxido de carbono: mata dejando sobre los cadáveres una impronta de rosa.

Mientras tengan ganas de matar, no perderán el gusto de engendra.

Observa Pascal que si Platón y Aristóteles escribieron de política, no fue sino para dar una regla a un hospital de locos.

Todo lo que no se come hace bien a la salud.

Es mejor morir vaciándose que llenándose, y mejor de hambre que de indigestión.

La enfermedad que impide vaciarse es peor que la que impide llenarse.

Un caso de omnivorismo  indiscriminado es el del lobo de Perrault, que devora indistintamente niñas y viejas. El hombre elige.

Proverbio yiddish: “hay que gustarse bien de una agua silenciosa, de un perro silencioso y de un enemigo silenciosos”

Un hombre al que se le alaba es un hombre al que se le encadena.

Desacralizar es un oficio fácil; por eso debe repugnarnos.

Con más fuerza que Pascal, Gadda dice que el Yo es el más cochambroso de todos los pronombres. Bonita guía tenemos.

Es extraño que no ocurra. Me parecería normalísimo que una mujer embarazada abortara después de haber ojeado un periódico.

Si el Mal ha creado el mundo, el Bien tendría que deshacerlo.

El arte está acabado desde que los artistas ya no tienen enfermedades venéreas.

Con el triunfo de la dentadura postiza, pierde fuerza la historia de Berenice de Poe.

El hombre es un demonio venido a menos.

El hombre ya no puede cambiar, ni tomar otro camino; sólo puede acabar mal.

Hay un construir que es mucho más perjudicial que cualquier destruir.

Una Sofía que pasa, una Luz que sufre: vivir con este secreto.

Quien tolera los ruidos es ya un cadáver.

Si el aborto es un homicidio, habrá al menos la atenuante de la legítima defensa.

La elección profunda del hombre será siempre un infierno apasionado, antes que un paraíso inerte.

No tuve nunca un dolor tan grande, decía Montesquieu, que no me lo quitara una hora de lectura. He ahí al verdadero literato.

Quien calla y no sonríe después del amor degrada a Eros.

Suprimidos los combates de los gladiadores, los cristianos instituyeron la vida conyugal.

La autoridad, dice Moses Mendelssohn, sólo puede humillar, no enseñar.





El silencio del cuerpo, de Guido Ceronetti

Incluso la vida más pobre y sórdida es un drama de Esquilo si pensamos en la tragedia de las funciones, en los susurros de las secreciones, en los silencios de los órganos, en los esfuerzos de la memoria, en los tanteos de la voz, la sangre que circula, los miasmas mortales, las peleas entre microorganismos, las guerras espermáticas, las erupciones celulares, las calamidades de los nervios, las predestinaciones bioquímicas, el sino que poco a poco te introduce en el morbo final, las plagas, los granos reventados, las serpientes de la locura, y las furiosas perras del Hambre.

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Una amiga enferma de cáncer nos cuenta lo que es quedarse sola, ante la máquina que irradia sobre su pecho el Cobalto 60. Es una máquina que habla: un zumbido extraño que a veces se alza, a veces cesa. En un aislamiento completo, con una puerta pesadísima a la espalda, surge ese compañero ambiguo, que se sabe mortífero, rehuido y temido por todos, que contigo debiera siempre mostrarse lleno de benevolencia y, a cambio de dinero, curarte. ¿Pero qué lengua habla ese monstruo? ¿Qué advertencias murmura? ¿Qué cuenta? Tal vez habla de otros que han pasado por allí, y que han muerto, y te recomienda que no te hagas ilusiones, honestamente te ruega: “No me creas capaz de vencer a la muerte”.

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En la fase gaseosa de la putrefacción todo hombre blanco se convierte en negroide, e incluso un enano tiene su momento de gigantismo.

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Marañón asesta un buen golpe al mito de la juventud: la función sexual en el hombre no está verdaderamente madura más que a partir de los treinta y cinco años (la edad del héroe de Senectud), la vida afectiva alcanza su apogeo incluso más tarde: “La verdadera plenitud del corazón del hombre, para el amor y para toda suerte de sentimientos delicados o apasionados, no se adquiere sino entre los cuarenta y los cincuenta años”. Creyendo lo contrario, supersticiosamente los hombres se ponen a amar a los veinte o a los treinta, repartiendo a manos llenas la desilusión y la infelicidad.

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Una alteración en el riesgo de oxígeno produce anomalías en las células, las hace anárquicas y blanco inmediato del cáncer. Se ha observado una analogía entre las degeneraciones de estas células y las metamorfosis de las extraídas de los cadáveres, donde los fenómenos respiratorios han cesado. El cáncer, cuyo germen es (suponemos) el metabolismo alterado del oxígeno, trabaja para reducir todavía más la oxigenación celular, hasta la muerte del enfermo, ya en parte un retrato de cadáver debido a la invasión de las células alteradas y vampíricas (cadáveres que al morder las células sanas las hacen iguales a ellos). La relación medular entre industria y cáncer está tal vez ahí, en el inexorable saqueo de oxígeno que lleva a cabo la fábrica, en perjuicio de quien trabaja allí o de quien vive cerca, y la irresistible, e infinitamente maléfica, proliferación industrial del mundo.

[Traducción de J. A. González Sainz]






Guido Ceronetti. El silencio del cuerpo. Acantilado. Traducción de J. A. González Sainz.


“Dice un viejo médico: la salud es un estado precario del hombre, que no promete nada bueno.”

“Si el aborto es un asesinato, habrá al menos el atenuante de la legítima defensa.”

“La mujer tenía su pálida felicidad segura: abandonar completamente su improbable ser a los intentos del hombre de construir el suyo propio, convertirse en material de éste; desde que se esfuerza por construirse con sus solas fuerzas va a pescar en los grandes mares de la infelicidad del hombre, hombre agujereado, que se hunde inmediatamente.”

“No tuve nunca un dolor tan grande, decía Montesquieu, que no me lo quitara una hora de lectura. He ahí al verdadero literato.”

“Un curandero de Turín ha vivido con una sifilítica sin que ésta llegara a contagiarle nunca, asegura que si hay amor no se adquiere el contagio. La mujer contagiada es mortífera sólo para quien no la ama.”

“Si el Mal ha creado el mundo, el Bien tendrá que deshacerlo.”

“La pierna que te lavas esta mañana puede ser la que te corten mañana. (Pero que al menos el cirujano diga: vaya pierna más limpia.)

“Susan Atkins asegura que Sharon Tate, de tanto implorar y suplicar que no la mataran, parecía una máquina de la IBM: “Cansada de oírla, la apuñalé.” Ludismo.”

“Atila murió en una boda, después de una buena cogorza, a consecuencia de una hemorragia de nariz durante la noche.”

“Si un niño maltrata a un animal, aunque éste sea grande, hay que pegarle, porque el más fuerte y el más malo es él.”

“El hombre se atreve a permitirse todavía crueldades, cuando comete ya tranquilamente y repetidamente el acto más cruel de todos: engendrar, dar a los horrores de la vida seres que no son y no padecen dolores.”

“Llevamos doscientos años en los que, con todos los medios posibles, se airean ante las muchedumbres imágenes de sufrimiento para desencadenar sus capacidades para producir otros peores.”

“Un deportado en Mauthausen cuenta que los deportados que en sueños se veían camino del regreso, o ya llegados, no sobrevivieron.”

“No sólo el fantasioso Platón, sino también Hipócrates, creían en la migración del útero, animal ávido de engendrar, que por deseo de semen se pone a viajar de un sitio a otro provocando la Histeria; pero es una forma para significar que todo el cuerpo femenino está afectado por el útero.”

“Una mujer que tiene un perro muy grande, que la ama y es extremadamente celoso de ella, trae a casa a unos gatitos a los que colma de caricias: el perro, después de una breve y difícil coexistencia, los destroza. Así tiene ella la prueba del amor de su perro, porque ha hecho de él un asesino.”

“Contarle un sueño al retrete es purgarse de él, descargar la mente, como se descarga el cuerpo, en el lugar idóneo. Desde hace muchos años practico este método y se lo aconsejo a quien no sea supersticioso. El retrete es un médico honesto y un amigo fiel.”

“El hombre es más complicado que la mosca, que devora excrementos allá donde los encuentra. El hombre coprófago los busca en el cuerpo y los quiere recibir del cuerpo, como parte viviente de ese cuerpo deseado, manoseado en su intimidad alquímica más oscura.”




Aforismi di Guido Ceronetti


L'ottimismo è come l'ossido di carbonio: uccide lasciando sui cadaveri un'impronta di rosa.


Da molti anni sono vegetariano e posso dire di averci guadagnato in salute fisica e mentale. Non ho perduto che le macabre catene del conformismo onnivorista.


L'utero, come la ruota, è un'invenzione molto semplice e non povera di conseguenze.


Sotto l’ala sgualcita del lenzuolo | Aspettavamo lo sterminatore | La voce era di medico e di amico | La favola remava senza riva | Il buio urlante dell’Occupatore | Finestre dov’è un lume ha tutte in mira | Voragine dell’Unità infinita | Che cosa sai di due piccole vite? (L’angelo sterminatore)


Dati i prezzi del mercato delle carni, una famiglia volontariamente vegetariana galleggia meglio, può spendere in raffinatezze quel che risparmia in pezzi di cadavere, ha un bilancio meno pesante e lo stomaco meno guasto.


Meglio sia un'intera famiglia a nutrirsi vegetarianamente, e non un solo componente, perché così non c'è separazione a tavola, tutti unisce in un magico circolo l'ideale comune.


Portada El Cantar de los Cantares

El cantar de los cantares (fragmentos)

" Amor carnal, amor místico, amor entre puras hipóstasis son el Amor, tricéfalo y uno. En el Cantar este misterio triádico pasa con el resplandor del relámpago. En su interior se desconocen las distinciones de valor. Los grados de realidad y de emanación de las tres especies son diversos; pero el lenguaje erótico no tiene más que un modo de expresarlos. El trabajo de la qinah petrificado, el amor de un día eternizado es lo que imploran los amantes en su miseria. No salimos del círculo cuando, para volver a tener y plasmar de nuevo lo que ha ocurrido, querríamos que el amor recomenzase y volviera a encontrar su principio en el tiempo, porque querríamos hacer palpable la ausencia de fin, que para nosotros consiste únicamente en un doloroso recomenzar. Para romper ese círculo es necesario ver como figura de otro el amor que no recomenzará. La qinah mueve también los amores de los pléromas, los amores cabalísticos y sufitas, los amores entre el que no tiene relación con los sentidos humanos y los silencios, los abismos: amores de los que es imposible negar el aspecto obsceno. Y no hay más morbosidad y demencia que en cualquier otro amor carnal en el amor intensamente carnal, espasmódico, transverberante, vivido y sufrido intramuros y en las calles, humano y más que humano, entre un ser humano y una figura sagrada. 
La base de todas nuestras imágenes es carnal; porque aquél (el hombre) es carne (Gén 6,3) proyectamos en los cielos las sombras gigantescas de nuestros enanos cuerpos de muerte. Una doble sombra sobre el muro, que choca y choca como una mariposa enorme, ¿qué hay de más verdadero que una pareja mística fugitiva? El amor es un interminable encaje de sombras amorosas que se alargan desde los muros hasta las constelaciones. Y cada especie de amor tiene en sí su sal, su azufre, su mercurio: hay qinah, emociones y espíritu en los amores por una revelación de la mente, por el temblequeo de un arquetipo. El amor espiritual está presente hasta en la atmósfera de los burdeles: es un clandestino escondido debajo de los lechos, que trasforma en fuegos celestes las impresiones que recibe. Desde cualquier punto de un amor cualquiera son visibles sus proyecciones divinas y sus antepasados hipostáticos como rostros enormes. A hombres de un amor, las multiplicaciones intelectivas y las visiones del infinito son, en su interior, como las complicaciones psicológicas y morales. Si el hombre no estuviera hecho para vivir y representar todos los grados de realidad del amor, no habría tantas interpretaciones del Cantar de los Cantares. "



El silencio del cuerpo (fragmento)

" Si nos fuese dada la posibilidad de elegir: estar en el Hospital de Siena, con enfermedades y curas (y aguante físico) del siglo XIV, asistidos cada tarde por santa Catalina, criatura única, alto imán espiritual, o bien, en una moderna clínica con aire acondicionado, con enfermedades y tratamientos químicos y mecánicos de finales del siglo XX, limpiamente asistidos por dos o tres enfermeras lo suficientemente bien pagadas para no ser santas, pero carentes de fluido y oración, no alcanzo a adivinar quién puede elegir a Catalina. Ni siquiera el papa, por supuesto, preferiría el hospital de peregrinos a su equipada cliniquilla vaticana. "



Portada La linterna del filósofo

La linterna del filósofo (fragmento)

" Sí; acuérdate de nosotros, después de haber desaparecido, acuérdate de nosotros, filosofía.
Acuérdate de nosotros porque te hemos amado.
Te hemos amado como a una mujer—y más que a una mujer—, hemos tratado de asirte en los recorridos nocturnos por caminos solitarios, hemos tratado de abrazarte, de convencerte, tras un espasmo fugaz, de que no nos dejaras tan pronto.
Te hemos amado como a la voz humana, como a la más humana de las voces.
Te hemos amado porque nos ayudabas, sin que tal responsabilidad te afectara, a soportar la vida; te hemos amado porque sabiéndonos mortales, mucho más de lo que nosotros mismos nos sabíamos—boticaria provista de fármacos que sin ser venenosos estaban elaborados con los jugos vitales de la muerte—, nos alojabas en un Nirvana tuyo, superior a la decadencia de nuestra materia y de toda materia, superior a las peregrinaciones de todos los Libros de los Muertos, superior incluso a las visiones estáticas de las reunificaciones al final del torneo, en el seno sin brazos del Transcendente, y a tus huéspedes más desesperados les mostrabas, velada, en una hornacina, la Gema de la Perennidad.
Te hemos amado en los terrores cotidianos y en las migraciones por los rumbos de los sueños: tú has sido remedio y despertar. Hemos sido tus animales querúbicos, te hemos contemplado con veneración en tus francas, sabias, incalculables prostituciones. Te hemos arrojado nuestros embudos de sombra y tú nos has regado con arroyos de luz. "







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