martes, 15 de julio de 2014

CECILIA SILVEIRA [12.325]


CECILIA SILVEIRA 

Cecilia Silveira nació en Montevideo (Uruguay), en 1964.

Cursó estudios de Contador Público en la Facultad de Ciencias Económicas y Administración de la Universidad de la República, en Uruguay.

Vive desde el año 2000 en Córdoba (España), donde participa en talleres de creación literaria. Ha publicado poemas en las antologías de “Anónimos”, en Cosmopoética.

Pertenece a la Asociación Cultural “Mucho Cuento” de Córdoba, donde ha sido incluida en antologías de relatos cortos.

Cecilia Silveira, publicó en abril de 2015 su primer libro de poesía: " Lo indecible", con Ediciones en Huida, de Sevilla,


Justo antes

La idea florecida reencarna y flota,
como esas islas acostadas,
que esperan hundidas
un cielo donde remar.
La hora de la repetición se aleja,
presienten la cercanía del nacimiento,
igual que esos pequeños pájaros
rompiendo su cáscara, justo
antes de ser aplastados 
por el peso de la originalidad.


AGUA

Necesito describir el agua, ahora que han llegado los caballos,
y el aviador ha salvado a la ciudad,                                                                                                                      
abrazarme fuerte,                                                                                                 
dejarme ir,

y ataviada con una mansedumbre de espejos,
volver a describir el agua.


ROCES

Ha pasado un día desde ayer, un año desde el año pasado,
y algo le pasa al cielo.
No estamos preparados para vivir en una casa de cristal,
el resplandor de lo simple nos distrae,
el verde no logra habitar el interior,
el último rojo encandila la luz,

y en la superficie de las cosas, con el reflejo como disfraz,
intuimos que una parte intrusa del aire que nos rodea
                              nos toca.

Estamos hablando del miedo.

El cielo lo deja respirar, los colores le rinden respeto,
y abrazados a las horas, nosotros dejamos pasar un miedo más,
mientras del cielo
                              sigue naciendo el tiempo.


PERMANENCIA

¿Qué es un moribundo ramo de flores en un jarrón de cristal?
¿Un recuerdo en rebeldía, una fiesta olvidada,
quizás el sucedáneo del número dos,
                                                          o como dicen los que buscan,
                                                          es eso el anticipo del siempre?

La escena encandila la luz del día:
alguien observa un infinito jarrón de cristal,
la mirada con memoria congela lo que no participa,
y permite a las flores
                                                        arder.

Solo la luz que se queda en el agua todo el tiempo
                                                        permanece.



DORMIR

Dormimos sobre suelo minado abrazando lo posible.
Sin conocer la densidad de la niebla, entramos por la salida,
colocamos la caja de los guantes de pensar a ras de noche
y nos recostamos nuevamente a limar nuestras garras.                                                                             

La capacidad del tanque de aire bajo la entrada disminuye,
y la realidad reclama una aspiración para sobrevivir.

De madrugada, intentamos apagar la nieve con un frío antiguo,
y nos volvemos a dormir en paralelo, respirando el aire de la infancia.

Envejecemos por turnos, sin arrepentimientos.




"Lo indecible",  Ediciones en Huida, de Sevilla, 2015

Reseña : “ Lo indecible”

Lo indecible mueve a La voz a salir. Esa voz que va a decir lo que ve es la misma incapaz de habitar una realidad que sangra. Para eso se rodea de un paisaje nuevo, creado a partir de lo que nombra, y nos invita a un viaje interior.
Nos muestra el proceso que la lleva a descifrar su entorno a partir de una mirada Simple.
La experiencia de ese viaje deja huellas que hablan.
Lo indecible nos cambia, y coloniza zonas antes áridas y sin mar.



*

Cuando describo lo indecible, estreno lenguaje.
Una montaña de sonidos golpea mi diafragma.
Respiro alejada del tiempo,
inundo de otros la habitación. Invoco esa caligrafía invisible
que antes de habitar el papel aspira a un lugar en mi instinto.

Cuando habito lo indecible no pertenezco a lo nombrado,
un ímpetu invasor domina el espacio limitado a mi influencia.

Avanzo hacia el mundo de los nombres sin anclajes familiares,
sin paréntesis a la espera de un significado por asignar.

Cuando vivo en lo indecible, dejo de ser. 


*


He encontrado un ritmo.
Quebrado. A trozos.
Poblado de artilugios hacia lo inconcebible.

He renunciado a lo complejo. Simple. Claro. Casi piedra.

He soñado decir lo que se mueve. Eterno. Con ciclos. Tangente. Indescifrable.

*

Me encandila ese pez negro
bajo el agua,
que al aire muere,
pero es blanco. 
Y lo admiro.



A tiempo

No hay más nada ni música
abriendo ventanas.
El olor nauseabundo anuncia la presencia.
Todos sabemos cerrar las puertas a tiempo.

A veces, por una rendija, entra el río
con el sol flotando.
El viento, mudo,
invita al cielo a sorprendernos.

Llueve. Y no hay más.
Solo música.


Alivio

Es extraño ver el amanecer de espaldas a la tapia,
a esa circular hilera de permisos donde hemos vivido
sin saberlo.
Fue necesario extirpar la posibilidad
para que la carne dejara fluir el desperdicio.

Sin ceremonias,
el ser finito se regenera.


De siempre

Cuando llega la tregua, la brecha se hace habitable.
Los minutos gozan de instantes sin tiempo,
y un niño deja de ser niño,
la cavidad oculta del miedo se puebla,
un dios se rinde, nace un afluente sin río,
el último lago desaloja su agua estéril.
Es la idea primera dejando de nacer.

Cuando la tregua nos deja, nada vuelve a estar.

El tiempo no perdona al tiempo,
el río quiere ser lago, otro dios se rinde,
ya no quedan niños por crecer,
es la idea de siempre abortando otra tregua.
Y la brecha vuelve a ser una brecha.





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