jueves, 31 de julio de 2014

CARLOS WERTHEMAN [12.596]


CARLOS WERTHEMAN 

(LIMA, Perú  1974) Estudió Literatura en la Universidad Mayor de San Marcos. Poemas suyos han aparecido en diferentes revistas durante casí una década, City, fue su primer poemario, el mismo fue publicado a finales del año 2005. Parque, el segundo poemario, se editó en el año 2007.




Fragmentos de City, Tranvías Editores, 2005


City no puede leerse como cualquier otro libro, debe leerse como un mapa. Es un mapa extraño, porque en él no se describen lugares, sino sensaciones. Y aunque muchas de ellas son reconocibles, en la versión de Wertheman, todas parecen lugares extraños, a los que había que descubrir por primera vez; son diez poemas distintos, imbricados por una voz constante, que parece propicia a las evocaciones, a la descripción de sucesos que nadie más conoció…



ESTACIÓN

La distorsión del vídeo bajo el reflejo de tu rostro,
el inacabable sonido, la omnipresente estática
apenas distinguible, la voz de Bowie entre las líneas del patrón de prueba,
una batalla en el fondo de la habitación que no puedes resolver con un grito.
Un monitor que no devuelve nada salvo el incremento de unas dioptrías.
Y no puedes llenar la página
con nada que se pueda leer un minuto después;
nada, salvo la tentación de la tecla delete.

Los muslos que ambicionas, exhibidos detrás de un mostrador,
la muerte a mordiscos sobre un plato que no tocarás,
tus arterias endureciendo lo que te queda de estómago,
un dolor mitigado a pastillas y la obligación de sonreír al personal,
una hostia se hace polvo en tus dedos
pero no hay absolución posible
en los gestos de quien se sacude la humanidad cada mañana
al descender al infierno.

Aprendes un nuevo lenguaje, en los gestos, las numerosas maneras de negar
enarboladas las banderas de la exclusión,
del yo no es lo mismo.
Un racimo de noches desmigajadas en los labios de ella
y la incapacidad de leer.

Una calle travestida de árboles en tus pupilas
nada más cercano a tu mano
una notebook, un radioteléfono ensalzan tu modernidad
y renuncias a tu nombre y a tu sombra.

El cadáver de un poeta revolotea como una polilla entre las calles de Miraflores
cuando la palidez de la noche se asienta sobre el parque Kennedy
y los fletes esperan que el dinero gotee sobre sus espaldas,
las muchachas sonríen, sus ojos entrecerrados y olor a orégano
mientras te engulles algo esperando no resbalar en una acera
nada que incomode tu torre.





premonición 

El ruido y la furia serán sólo palabras que recordarás 
la mañana siguiente a la partida de los animales 
cuando el último cardo arrancado del parque esté seco 
y preguntes si el Apocalipsis ha llegado 
y no tengas respuesta 
y te resulte difícil arrancar de tu memoria las tardes morosas 
y la calidez de la fruta 

El concreto se hará cal entre tus pies. 
No habrá brisa salina, ni canto de sirenas 
cuando el mar se haya secado 
y el último pez haya muerto lejos de tus manos 
y de tus dientes 
y no habrá fruta jugosa con que manchar tu barbilla 
ni quién que te espere, ni muslos que besar 
la mañana siguiente a la fuga de todos los animales 

La Luna no se habrá vaciado de luz todavía 
y no se habrá acercado aún 
cuando te hayas decidido a coger tus bártulos 
para evadir el juicio 
y el viento aún silbe entre tus cabellos 

y te retiras a quién sabe dónde. 




mudez 

El sonido se disipará entre las nubes 
y no será el trueno que canta 
ni las últimas aves llorando 

sabes que no nacerán más horas entre las ramas 
ni las palabras se acabarán entre tus ojos 
(entrecerrados como las mañanas) 
y los pasos 
que tuvimos que dar cuesta arriba cada mañana 
              pero que ahora sólo van de a uno 
como la garúa de la tarde, casi sin sentir 
pero también casi sin llegar. 

No habrán flautas, 
no cantos 
no fugas 
no arias 
no habrán ruido ni música 
sólo certezas 
con ella vendrá el silencio 
y después tus huellas. 

Sucede que a veces incluso el ruido renuncia a su esencia. 




tú 

Tu voz en el teléfono no es ya todo lo cálida 
                      que debiera 
no aprendiste a saludar nunca 
y tu sonrisa cuando me dices que no soy 
el monstruo que pintan. 
Ya no muestra más 
que unos dientes filudos reunidos en comité 

tu ausencia se equipara al vapor de mis mañanas 
y al sol que enfría mi café las tardes de agosto. 

Avenida 
es de tarde 
y solo deseo recordar el color 
de tus piernas exhibidas en vitrina 
ofrecidas por unos soles 
abrigadas bajo el dulce y espeso humo 
que emana tu boca 

el sabor de tu piel 
adherido a mi lengua 
oculto bajo juegos de lenguaje 
que no terminas de articular 
y muerdes la tela de mi camisa 
mientras descargas tu ansia sobre las sábanas 

Sonríes un trademark, 
El sol sangra sobre la acera 
la javier prado se convierte 
      en una serpiente de concreto negro 
aferrándose 
lujuriosa a tus palabras 

cuando cierras la puerta sobre mi espalda 
todas las luces se apagan. 





office 

bajo las persianas 
el sol se convierte en corteza seca 
y desecho de borrador 
bajo tus dedos. 
Una cinta enredada en el rodillo del walkman 
tus oídos enllagados por el auricular 
te señalan el camino 
      autoimpuesto 
del aislamiento 
del silencio 

(como diogenes en su tonel) 
te encierras en tu oficina 
la cinta reemplaza al candil 
tu monitor al pergamino 
tu odisea no implica ya 
el hallazgo de un hombre 
pero sí recordar haberlo sido 
alguna vez 
en algún lugar. 
pero  sin embargo 
estás condenado 
a la inamovilidad 
en el vacío de la avenida 
espejada por la garúa de agosto 

no haces más que esperar al sol deshojándose sobre tus hombres 
y callas las pocas certezas que te quedan. 




descenso 

cada descenso tenía tu nombre grabado en el aire 
el infierno 
estaba envuelto en tantas ansias 
como la certeza de tu ausencia 

a tu lado de la vereda 
se acumulan cenizas, latas, boletos 
el cerbero te pide para su pasaje, 
mientras te mira con legañas, con sueño 
y el vapor de su aliento te envuelve 
narcótico 

una moneda en su boca como salvoconducto 

nada está a salvo de la muerte, ni esa sola moneda 
ni tu nombre en mi boca.




Parque,  Tranvías Editores, 2007


Hace unas semanas (un mes quizás) recibí Parque, el segundo poemario que acaba de editar el poeta peruano Carlos Wertheman (Lima, 1974) se trata de un proyecto tanto como objeto -el libro- que como desarrollo -la poesía- mucho más ambicioso y logrado que City, su primer texto editado.



(…)sus palabras son temores, pasados, sueños
los titubeos de la gran historia que no escribió
todos los nombres que articuló y hoy se pierden
(durante años te he conocido,
te he perdido y te he buscado
escribí cada uno de tus temores
creé un espacio para ti
que juzgaste pequeño) (…)



Parque en realidad es la poetización de la historia de Mauro y Sonia, o podría leerse en todo caso como el fragmentado recuerdo de una relación amorosa fracturada y que descansa en el recuerdo y la añoranza de la ausencia.



(..) Mauro construye laberintos en el aire
su hogar no es excesivamente común
(pero en otros sitios lo buscarían más)
huye de lo que desconoce y está presente
su lenguaje comprende unos monosílabos
(cuando quiere) (…)


Los versos estan llenos de referencias al mundo interno del Yo-Poético, que algunos podrían confundir con la turbadora biografía del autor. Es un libro de busquedas, de una en especial, encontrar el rumbo hacia la época del amor común, por eso el anclaje de la historia que recorre los poemas es el recuerdo de pareja, en un espacio común a esta (el parque al que alude el título)



(…) pero la luz, aunque igual
no permite escondrijos
estar oculto a la vista
ese si es un mérito (…)



Podría criticarsele al poeta, le exceso de alusiones personalísimas con las que dota al personaje de Mauro, en ocasiones estas confunden al lector, o quizás podriamos pensar que el poeta no ha querido hacer concesiones, que su intención inicial fue que lo ficcional cobrara suficiente entidad para parecer tan intenso como real.


(…) si hoy caminara a tu casa
ignoro las posibilidades
siempre creí en no remover el pasado
la infancia no se toca
pero nuestra disolución comenzó con tanta extrañeza
que aun mantengo el calor de tus pechos en mis dedos (…)


http://solitarioyfinal.wordpress.com/tag/carlos-wertheman/




DESCANSA EN UN CLARO

I

mis alas rotas
mis perdidas facultades
mi historia cambiante
mi sol particular

II

el cuero y la lata
la fluorescencia perdida
el sabor de tu sombra
(un recuerdo polivalente)
mis pies húmedos
(y el frío que se cuela)
el agua que corre bajo
amor perdido, hogar perdido
reseco pétalo de clavel

III

cierro los ojos
tantas ganar de dormir
mis planes de vuelo cancelados
/tan definitivo como eso
cierro los ojos
a veces todo es tan tibio



PINTORA

ella
tan alta, tan joven
reclina su rostro
(el sudor, el sol)
frente a los eucaliptos
todas las mañanas




13 DE FEBRERO

Hoy trajiste mis dedos en una bandeja
Tan fría
Besé tus ojos
La poca sombra que arrojabas era tan lívida

Fetiches:

Una pestaña
Una cinta de terciopelo robada a tu saco





No hay comentarios:

Publicar un comentario