martes, 6 de mayo de 2014

PORFIRIO SALAZAR [11.625] Poeta de Panamá


Porfirio Salazar

Nació en la ciudad de Penonomé, provincia de Coclé, el día 5 de marzo de 1970
Licenciado en Derecho y Máster en Derecho Procesal, ambos títulos por la Universidad de Panamá. Actualmente labora como juez. Hizo estudios de lengua inglesa  en Saint Petterburgo, Florida, Estados Unidos, (1998-1999).
Fungió como juez municipal de Olá.

PREMIOS, BECAS U OTRAS DISTINCIONES NACIONALES O
INTERNACIONALES:

En 1993, fue selecionado para representar a Panamá y a Centroamérica en el foro Joven: Literatura y Compromiso, celebrado en Málaga, España. En dicho Foro recibió conferencias magistrales de Wole Soyinca, Ana María Matute, Mario Benedetti, Jorge Amado y Arturo Roa Bastos, entre otros ilustres. 

Ha obtenido los siguientes lauros:

Premio León A. Soto, primer lugar en 1992, 1993 y 1997
Premio Único Demetrio Herrera Sevillano en 1993
Premio Único Gustavo Batista en 1993 y 1994
Premio I.P.E.L., primer lugar, en 1995 y en 1996 (décimas y poesía)
Premio Único Luis Martinez Andersen en 1997
Menciones honoríficas del Premio Ricardo Miró en 1993 y 1994 (poesía en ambos casos)
Premio Signos de Poesía "Stella Sierra"
Premio Ricardo Miró con la obra: "No reinarán las ruinas para siempre" en 1998
Premio Ricardo Miró en 1999 (poesía)
Premio Rogelio Sinán con la obra: "Animal, sombra mía" en 2008
Premio Ricardo Miro 2009, en la seccion ensayo literario, con su obra: "La piel en llamas: identidad y literatura en perspectiva histórica"

LIBROS, CUADERNILLOS Y FOLLETOS PUBLICADOS:

Los poemas del arquero (INAC, 1991), Premio de poesía Gustavo Batista Cedeño 1993 - 1994 (Editorial Mariano Arosemena, INAC, Panamá, 1994), Selva ( 1986-1994) (Panamá, 1995), Guitarra de fe .( Universidad Tecnológica de Panamá , 1998), Canto a las espumas del reino (Fundación Cultural Signos, Panamá, 1999), No reinarán las ruinas para siempre (INAC, Panamá, 1999); Ritos por la paz y otros rencores (INAC, Panamá, 2001), La citara del sol (Panamá, 2002), Animal, sombra mía (Grupo Editorial 9Signos, Panamá, 2008), Poesía: 1995-1998 (Universidad Tecnológica de Panamá, Panamá, 2009), La piel en la llama: identidad y literatura en perspectiva histórica (Panamá, 2010), El viaje de la desnudez (Editorial Tecnológica, Panamá, 2013).





1.   Crónica para no morir sin fe

Es difícil ajustar cuentas,
olvidar los pasaportes al abismo,
esos que compramos cuando la congoja
entraba a nuestra casa.

No es fácil mantener
la vigencia de la última foto,
porque el tiempo no perdona ni retrasa
la partida de sus trenes,
pero más difícil es mentirle a Dios
que siempre brilla en nuestros ojos,
como lámpara de aceite
en medio de la tregua
de unos ojos despiertos.

Durante siglos,
rotos harapos,
el amor ha marchado,
encendido con sombra,
rompiendo ventanas,
posando para ser fotografiado
en las crónicas del egoísmo.

Quien dispuso horrores,
supo extraviar el pan y la dulzura.
Son tantos los caídos
que los dedos de las víctimas
ya no alcanzan
para contar las agonías.

No hay Dios ni cielo
en medio de la calle,
sólo el hombre y sus horrores impunes.

Ojalá que cuando el hombre
proponga la paz,
Dios no haya muerto.

Del libro Ritos por la Paz y otros Rencores, 2000.






2.      CONFESIONARIO

Duele la piedra de la vida / sombra/
duele el deseo que se aleja de nosotros /cuerpo/,
duele el rito de la lágrima,
flor de barro
amasada por  el miedo.

Gime el cigarrillo,
¡qué buenos fuimos a la hora del valor!
Porque viviendo en el intento,
siendo plan de luz en el camino,
triunfo de batalla
antes de contar los muertos,
estuvimos cerca de la muerte,
en plenitud de estar muriendo
en el impulso del viento,
con el dolor o su filo
en el umbral de los ojos.

Porque perdidos o callados,
amando lo imposible,
no hicimos lo posible
para ser lo más humano
entre la sombra.

Duele la vida y todo el viento
porque no pintamos un ojo en el amor
para mirar  al mundo desde adentro.
Porque fuimos sin ser de veras.
Porque fuimos y no creímos.
Porque estamos muertos.

(Del libro: Animal, sombra mía, 2008)




       

POEMA DE LA HUIDA

          “A veces caigo en mí, como viniendo de ti”.
                   -Vicente Gerbasi-


Otra vez buscándote…
Otra vez tu mirada fresca,
el perfume de tu risa
en un recóndito hemisferio.

Hundo esta cadena de aventuras
en un oleaje que te busca, cuerpo,
y te espera en rito de temblores.

Otra vez esperándote.
Creyendo que eres cielo
o mar que tiembla.

Heme aquí, relámpago,
levantando mi cuerpo y tu deseo
como ardiente leña,
desahuciado de amor
cuando el silencio tiene canas
y los poemas mueren de fiebre.

Amor, congela este sepulcro de deseo
que es mi cuerpo,
llévatelo, arráncalo de mí,
de modo que al despertar tu alma y la mía,
como una sola ante la muerte,
huyan sigilosas del recuerdo,
de este asombro de ser sólo ceniza.

(De: Selva, 2007)






PALABRAS PARA UN MÁRTIR

I

Tu voz es un muro de niebla
donde revuelan pájaros
tras la prisa de la bruma más doliente.
Poderoso el acento
que se deshoja del árbol de tu boca,
marcha,
colérico trueno,
por los parajes de la gloria y el pánico,
porque eres pan de nuevas luchas,
búsqueda del ser,
ansia del fusil
en el centro de la aurora.


II

Siembras rosas de poesía
en los cárdenos caminos de la piedra,
y avanzas como silbo de agua
a la fuente de las palabras misteriosas
donde no se quiebra la arcilla
de tu cántaro.

Sales por las ventanas de los siglos
y rompes la casa del pasado
con el dominio de tu puño,
con la fragancia olorosa a flor
de tus palabras,
con la mano invencible
que no mendiga
pedazos de mérito
ni hurga la llaga del exterminio.
Avanza tu espíritu,
astro tras el paisaje del viento,
y amanece en la hora presente
como un día que retorna
de un viaje terrible
al reloj de la historia.


III

En la bóveda tus huesos
ya no existen
ni el milagro de los panes
ni la sombra.
Si digo lucha y veo tu nombre
el mar se cae
y en su itinerario de olas,
eres una fuerza más, un ahínco
en la colmena de la espuma;
rebelión y luz, mártir en el eco de las naves.

Duermes, viñedo y mar,
miel en la hojarasca,
y destruyes con tu espada rabiosa de felinos
al solitario de siempre
cansado de cortar
los vuelos
de una pobre compasión.


IV

Despierta, despierta,
hombre de pueblo, mártir nunca muerto,
siembra la semilla,
abona los pétalos del jardín
del barrio devastado,
ahora que nos hemos quedado sin héroes,
sin sombra, sin clamores.
Barniza con tu aceite
los sedientos labios de la tierra
y en sus surcos
pon nueva semilla,
haz florecer el lirio de verdad
con todas sus hojas
de resurrección.

Despierta, despierta,
devora el pan hambriento a los espantos,
desanda tus caminos de muerte
y vuelve a la vida, marea sin fin,
con tu oratoria de lloviznas,
para que inundes de proclamas
los verdinegros ríos del silencio
y calmes la sed que nos ahoga…







LUNA DE INVIERNO

“La luna, vieja amiga, ha vuelto”.
-Dimas Lidio Pitty-.

Abro mi ser y en sueños se congela
 la huesa de mi cuerpo y de mi mente.
 Sin palabras, confuso entre la gente,
 vivo sin mí, vestigio de candela.

La luna fue testigo y centinela
de pájaros durmiéndose en mi frente.
 Lejos del mar, el alma entera siente
 la soledad con ojos siempre en vela.

La muerte a toda prisa corre trunca,
 regresa sin llegar y casi nunca
afila  los demonios de su lanza.

La luna es el aviso de la muerte,
 la luna cruel, la luna de mi suerte
 dormida en una tímida esperanza.






LECCIÓN DE INSOMNIO

Amanezco entre lápidas oscuras,
 inextinguible llama del quebranto.
Quiero talar el árbol de mi llanto
y todo su ramaje de locuras.

El tiempo siembra lágrimas maduras
 si no perdura el ave de mi canto.
 Será lamento el filo del espanto
si el tiempo bebe pálidas ternuras.

Pervivo en un instante de agonía
y cierro las ventanas de mi día
si la noche se atreve a conquistarme.

Novio del agua me pregunto a solas:
¿podré cerrar los ecos a las olas
de este sueño que añora esclavizarme?






ORACIÓN POR LA MUERTE DE UN NIÑO


“En el agua que bebo está tu llanto.”
 -Jean Aristeguieta ­-

Tu muerte tiene olor a marejada,
a ira de amor y a paz de firmamento.
 La fe del mundo rómpese en el viento,
en exilio de luz atormentada.

Tu voz era la paz de la cascada,
esencia de la rosa y del sarmiento.
Como laúd del alba en el portento,
 tu voz era la lluvia torturada.

Si avisar, te fuiste con la brisa,
 los cañones talaron tu sonrisa
rescatada de un cántico del río.

Eterno niño, ruiseñor de altura:
¡en los atardeceres tu figura
 música será, nunca más vacío!



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