miércoles, 28 de mayo de 2014

ESPERANZA YUJRA GÓMEZ [11.844]


ESPERANZA YUJRA GÓMEZ

(La Paz, Bolivia, s. XX).- Poeta
Esperanza Yujra Gómez nació en septiembre de 1970, desde entonces vive en la ciudad sede de gobierno. Estudió literatura en la Universidad Mayor de San Andrés, Carrera que concluyó el 2004; asimismo es egresada de la Carrera de Derecho de la UMSA e hizo un Diplomado en Educación Superior.

Alcanzó menciones de Honor en el Premio Nacional de Poesía con la obra “La boca del lobo” (2003) y “Vendedoras de humo (2006). 

LIBROS:

Poesía: La boca del lobo (2005); Vendedora de humo (2009).



A veces una ciudad, incluido en A Veces una Ciudad y otros poemas (Editorial Gente Común, La Paz, 2008).




A veces una ciudad

I

En este espacio
de ríos subterráneos
de ríos entramados
de ríos entrecruzados
de ríos entretejidos.
En este espacio de calles saltando las cuestas
de cuestas subiendo los cerros
de cerros trepando la Cordillera
de Cordillera serpenteando la circunferencia
de viento azotando el planeta
de viento rozando la tierra.
Hubieron pueblos construidos por los siglos
por las lluvias que cayeron como pinceladas
sobre calles de tierra y de piedra.
Bordeando el horizonte
el volcán aún duerme,
en un intervalo de peñascos y de montañas,
recostado en la embocadura de la Cordillera.
A veces una ciudad
de trazos verticales subiendo las cuestas.
A veces el frío metal de la luna
rebotando desde sus techos de paja y de arcilla.
A veces
la misma luna
reptando atemporal y solitaria
sobre la Cordillera
antes de la madrugada.
A veces la aurora aguardando al filo de la Cordillera
sobre senderos que descienden
por horas
por días
por siglos
por olvidos.
Sobre los cerros la voz ronca del viento
se desliza
esperando que la ciudad despierte.



II

Ciudad nítida y transparente
ese algo que nos hace pensar
en territorios escapando de los sueños
en territorios perdidos en el tiempo.
Ciudad de poemas transplantados
de los muros a la piel,
de hojas de coca reposando sobre los taris,
de montañas que tejen tramas
para el cauce de los ríos
para el borde de los senderos.
Ciudad añeja
ciudad de piedra
ciudad sagrada y eterna
fertilizada de lluvias y de reverberaciones
ciudad lúcida
ciudad cementerio
ciudad de guerreros
que esperan en las montañas
ciudad de espacios dispersos
extendidos
sumergidos.
Ciudad de precipicios,
membrana protoplasmática
que se extiende y se contrae,
organismo que muta.



III

¿Cuántos días cayeron inundando esta ciudad?
¿Cuántas voces y sus ecos multiplicados?
¿Cuántos pájaros navegaron su cielo?
Atravesó la atmósfera una maraña de nubes
quedó enhebrada a un risco
toda la mañana;
cuando llegó la tarde
era una tormenta deslizándose,
entre barcos de papel,
por las pendientes
por los charcos.
Después de los diluvios,
después del deshielo de los nevados,
las calles resbalan de los cerros.
Tu nombre serenidad que se agota
quietud que desconcierta
serenidad,
reposo.



IV

Dentro de esta geografía hay una niña
en ronda con edificios de concreto
entre el ocre de los ladrillos y el gris del cemento
colgadas de las pestañas
teclas de piano
colores de aguayo
y saltos de agua cayendo
sobre los despeñaderos.
Observa con extrañeza
el boceto de una paloma suspendida
sobre la copa de un cerro.
Al fondo el volcán aún duerme,
arrimado al marrón del altiplano,
con sus violetas y sus magentas
delineando la ciudad.
Le quedan
sobre los ojos
el rastro de paisajes llenos de vicuñas
el dorado y el grana de los atardeceres
y una luna transitando
el espinazo de un lago manso.
Una atmósfera repleta de constelaciones
le rozará los dedos,
la mirará silenciosa
mientras se desborda sobre el cuenco,
hasta inundar la ciudad.



V

En la dispersión de los años
la misma ciudad descansará por centurias
descolgada de las nubes
desprendiéndose
en caída vertical
entrando como en espiral
entre saltos de agua
desde el deshielo de los nevados
hasta los Yungas.
Ciudad de trazos sobre las rocas
inconcreta
y etérea
de senderos que ciñen la Cordillera,
honduras que el tiempo trasciende,
avalancha de obsesiones.



VI

Hace siglos Churubamba1 y Caja de Agua2
los años apilándose en guerras.
Cientonuevedíasedespeñaron
Cientonuevedíasduróelcerco.
Ciudad de precipicios
de estructura de huesos
de construcción de guerreros
bastimento de imágenes inmóviles
de daguerrotipos de otros ciclos.
Son los guerreros innominados
que regresan en el reverso de los años.
Pasará este tiempo,
aún habrá un lago
arando hasta el fondo del planeta,
una ciudad naciendo
ríos arrastrando la Cordillera
y casas brotando de la tierra.
En el transcurso
de luces y de sombras,
en el rastro que deja el sol sobre la aurora
aún existirá un lago
y agua de siglos,
las estelas inmóviles aún perseguirán
la orientación de los astros.
Aún habrá en el altiplano
templos de piedras erectas
ciudades megalíticas
puertas que se abren
a la rotación de los planetas
y cabezas clavas
en Tiahuanaku
que nos observan desde la creación.
Quedarán sobre esta geografía
pueblos naciendo
aroma a incienso sobre los calvarios
olor a nieve,
olor a ríos,
bajo un sol que trepa la Cordillera
para encender los atardeceres.


1: Actual Plaza Alonso de Mendoza y calles aledañas (Zona San Sebastián). Se dice que a la llegada de los españoles en la Colonia, fueron recibidos en este lugar por el Cacique 
Quirquincha. Con el paso de los años. “Churubamba” fue sinónimo de zona popular, hoy penosamente considerada zona roja por la Policía.

2: Actual Plaza Riosiñho en la zona norte de la ciudad. Antiguamente se denominaba Plaza Caja de Agua por encontrarse en ella el surtidor de agua llamado “Caja de Agua”, del cual se dotaba de este líquido a todas las pilas de la ciudad; ese nombre también fue adoptado por todo el barrio.





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