martes, 8 de abril de 2014

SILVIA OSORIO [11.487]


SILVIA OSORIO HERNÁNDEZ

Nace en la provincia de Talagante, Chile.

En poesía ha publicado:

-Aunque se apaguen los faros de neutrones, Editorial Libros de la Elipse,Stgo de Chile,1997
-Baladro, Editorial Libros de la Elipse, Stgo de Chile,2000
-Odas de los amantes al otro lado de la densa bruma, Editorial Libros de la Elipse, Stgo de Chile,2002
-Las pupilas del insomnio, (Editorial Bordes, nov. 2013)
-Poesía de lo breve, Editorial Bordes (2016)


-Sitio público\' Antología de Poetas y Narradores, donde salen publicados poemas de mis libros,\'baladro\' y \'Odas de los amantes al otro lado de la densa bruma\',Editorial, Mago Editores,Stgo de Chile,2005
-Verano Encantado\' Antología de Poesía, Centro de estudios de Madrid, España, España 2006
-Letras de Talagante\' Antología de Poesía y Cuento, donde aparecen los poemas \'De tanto vivir en medio de crepúsculo\',Editorial La Garza Morena,Stgo de Chile, Nov del 2009

PREMIOS:

Primer lugar del concurso de poesía, Talagante 2007




Si esta misma noche/
El cuerpo mental transforma en sutil/
Lo grosero que yace en el abismo de tu inteligencia/
Te será posible escudriñar por sobrel a delgada capa de cielo/
Conque pericia el hacedor de lluvias/
Sentado o de pie en el vértice del abanico de la constelación del cisne/
Desenrolla la cuerda del reloj que marca la hora de tu partida=

Escucha 
Antes de marcharte a tu soledad/
Jirón tras jirón abandona en medio de la espesura del bosque/
El vestido que hilaron para ti con la saliva seca de las orugas/
Luego/
Tranquilo he imperturbable frente a la inminente explosión de un asteroide/
Verás como se diluyen del lente ahumado de la memoria/
La cítara aleve del relámpago convaleciente a causa de su propia música/
El cesto del otoño atiborrado de hojas secas/
La hoguera donde se funde la rígida luz de la preñada luna creciente/
El río que huye debajo del semblante púrpura de la aurora/
De los cardúmenes atrapados por ocultos anzuelos/
Y el viento que carga partículas de arena y moldea extraños hongos


II

Si no existe nada más que esta gran encrucijada/
Continuar caminando bajo un fragmento estrellado de cielo/
Por la ribera de un río que erosiona las rocas y excava un valle profundo/
Mientras el viento que conduce tormentas de polvo/
Vuelve la atmósfera irrespirable/
O permanecer agazapado en un claro del bosque/
Exponiéndote a que tu cuerpo formado por miles de millones de células/
Sea inoculado por el ordeñador de serpientes/

Acuérdate/ 
Una pequeña fisura en el espejo de la imaginación/
Y el lago de montaña dejará de ser un pozo de agua y vapor/
Derritiendo mármol y alabastro/
Una pequeña fisura/
Y en la noche despejada las estrellas azules de vida
breve/
Dejaran de caer en repetidas descargas eléctricas/ 
Violentas y explosivas/
Desde la nebulosa del cuervo


III

Por mas que se eclipse el sol en tus pupilas/
Procura despertar al cochero confuso del incipiente raciocinio/
Hostigándolo hasta que recuerdes el instante/
En que fuiste golpeado por la mano que me sustrajo del
huevo/
Y viste en lo alto el punto del rocío/
Y supiste que empezó tu ocaso/
Pues donde quiera que la luna penetre/
Le ordenara al sembrador de nubes/
Que vacíe sobre las miles y miles de moléculas/
Que palmo a palmo revisten tu esqueleto/
Las miles y miles de moléculas de agua/
Que forman una gota de lluvia/

Créeme/ 
Donde quiera que te ocultes/
Sabrás que si no existe otro cielo que las constelaciones/
Ni más piso que el vacío/
Un meteorito un solo fragmento de roca volcánica/
Bastara para que crepiten tus uñas maquilladas con aceites balsámicos/
La vieja vitrola del colibrí/
El polvo adiestrador del gusano adherido a tus zapatos/
Las linternas de amor de las luciérnagas/
La marmita de tu olfato con aromas rancios de peces o cochayuyos/
Y la cabellera cobriza del atardecer/
Donde holgazanea como un tigre de bengala el arcoiris




Ya de mí no queda más que un pálido reflejo. 
Fantasma  soy, ya no existo para el viento huraño,
Vacía mi mirada, desgarrada la piel. Rota la garganta
Miro a los rebaños en sus tiernos pastizales; miro y recorro
Los infra mundos, y en la llama ardiente
Del infierno: ni un átomo de mí
Es ya más infeliz: mío es el aire rancio del azufre,
Y el lodo hirviendo en el que me revuelco
Mis pedazos palpo: ya no estoy viva: ni lo estuve jamás para ninguno.....






“Las Pupilas del insomnio”, de Silvia Osorio

El hijo del cielo y el infierno

Me cruzaré contigo en una calle del mundo
Cerca de la ribera de un renombrado río
Absorto viendo caer el telón de la tarde
Donde el sol se enrolla como un tigre enardecido
Y te diré adiós con todos los adioses

Me cruzaré contigo y evitaré hablarte
Porque mi garganta está del todo rota
Y la flor de mi boca enmudecida sin los blancos
Y filudos estambres

Sin pronunciar tu nombre cruzaré la acera
Oprimiendo el pañuelo de las amargas tempestades

Y es que ya no soy digno de ninguna musa
Soy solamente un poeta miserable
Llagadas las carnes fétido el tufo
Cariados los colmillos que ayer fueron sables
Despellejado el lomo de tanto golpe artero
Las orejas sordas derramando hilos de sangre
Los zapatos desgastados por las limas del polvo
Y lacerados los pies con los cuchillos de las empedradas
calles

Voy trotando
Trotando con mí paso desgastado detrás de la gente
Consciente de que este sol verá por última vez
Mi piel cubierta con el vello de los estigmas

Sabiendo que no volveré
A contemplar el esmalte de un nuevo atardecer

Giro
Y vuelvo a escuchar al viento de ideas fijas
Que susurra los nombres de mis antepasados
Giro
Debajo del relámpago multiplicado de los pájaros
Giro
Mientras se abren las puertas del cielo vacío
Vuelvo a girar mientras se cierran las puertas
del infierno 
Atestado por los de mi misma raza

de “Las pupilas del insomnio”




SEGUNDO RELATO DE LA CREACIÓN
Reflexiones sobre el libro “Las Pupilas del Insomnio" de Silvia Osorio (Editorial Bordes, 2013)

Por Mauricio Torres Paredes



Entre lo plural y el singular existen una gama de sentidos e intensidades, que por muy distantes o cercanas que se encuentren, muchas veces terminan condicionándose en números, cifras, dígitos, cantidades. Desde tiempos a los que no alcanza nuestra memoria, ya diferenciaban las plantas como la tierra que nada era igual y todo se constituye en la semejanza.

No existe para nuestra vista algo que sea igual a otra cosa, ni nadie semejante a otro u otra ¿Pero a quien se le debe haber ocurrido y pensado que éramos y somos una semejanza? Puede haber sido a aquel que se quiso mirar en otro y se perdió sintiéndose uno. Unidad.

Esto llevó por siglos a pensar que la diferencia era anormal, fuera de norma, sin normalidad y que lo animal y/o lo básico era inmoral. Así por miles de años el miedo, la desconfianza, lo desconocido nos fue sospecho.

Y henos acá nuevamente creyendo, reiteradamente esperanzados en sintonizar esas ondas que nos pueden acercar al principio (singular) que nos haga parte de un todo plural. Tratando de concentrar la vista, de que esta haga el ejercicio de unificar mis manos con estas hoja de papel y mis pies con el techo de esta habitación y mis pestañas con la lengua de la poeta y que miles y miles de cosas, especies, y materia se formen en lo que debiese ser en más y más hallazgos que terminaran siendo una segunda creación.

Las Pupilas ¿Cuántas tienen las algas del fondo del mar? ¿Cuántas son las que ocupan los postes de la luz? Cuántas son las que se ocupan para vigilar la ciudad? Se dice que el ojo humano es el único sentido que está conectado con nuestro cerebro, órgano que no descansa mientras estamos vivos.

Si las pupilas del insomnio son nuestro cerebro, plural=singular, entre el consciente y el inconsciente, singular=plural, nos estaríamos dando cuenta de que la poética no nos pudo convencer de que tenía todas las respuestas, y nuevamente nos entrega el espacio para la poesía.

El libro de poemas de Silvia Osorio, Las Pupilas del Insomnio, Editorial Bordes, año 2013, juega desde el mito en una nueva construcción radicalizadora en la disputa contra el mito religioso. Quien piense que en sus poemas se edifica una metafísica, está muy lejos de la construcción que desarrolla esta poeta. La poesía avanza entre consiente, inconsciente y subconsciente, ya que al utilizar el mito, su mito, lo que hace es, constituir una máquina de guerra contra aquellos que aún prohíben a la mujer en mayor medida con violencia simbólica y física, proyección hacia la semejanza. La poeta Silvia Osorio hace un gran gesto poetico, en este desafío de jugar con una segunda creación.

Cito poesía: 
. . . . . .¿Por qué te escondes de tu MADRE?... ó El macho que me diste por compañero, me dio un trozo…

Cito poesía: 
. . . . . .Casi todos los hombres, desechan el oro del conocimiento, solo buscan la alcancía de la vida eterna.

Mahfud Massis, en su leyenda del Cristo Negro escribe:

Y una mujer de grandes labios, díjole:
has venido a predicar la violencia?
Y replicó Jesús: No predico la violencia,
porque la violencia está en la naturaleza
de las cosas, y yo no soy ajeno a la naturaleza
de las cosas.

Haciendo un ejercicio de destrucción y deconstrucción del mito de Jesucristo, apela al sentido común, y nuevamente a lo básico, que no solo por la comprobación erudita contiene la verdad, reflexión que también la Poeta Silvia Osorio realiza cuando plantea:

. . . . . .“Para separar verdad y poesía tendríamos que entender, en primer término, qué es una verdad”

La verdad no tiene cabida en la creación ya que se ancla en lo posterior a la creación, el llegar a entender el porque de aquella creación y si bien se nos dan explicaciones del porque de muchas cosas, las más importantes como la vida y la muerte aun no están resueltas.

Creo que es allí donde el insomnio posibilita el mito y su configuración, para lograr a través de la poesía que este descomponga la mentira violenta que nace de la verdad.




Nota del Editor. Poesía de lo breve de Silvia Osorio
Editorial Bordes (2016)

Por Juan E. Fernández

Poesía de lo breve de Silvia Osorio, si bien es un libro de poemas de cierta extensión que podría encajar con el epigrama;  por el tono y contenido se vincula directamente con el haikú, tipo de composición japonesa antigua, de la que toma dos elementos: el asombro y la emoción.

La poeta y su voz poética que resuena en estas páginas, elimina del plano del significante el yo, al igual que el «haijin» –como se le ha denominado al poeta japonés en este arte– comenzando su viaje por medio de la contemplación de su entorno: la ‘noche’, el ‘mar’ y su movimiento constante, el vuelo de las ‘gaviotas’ y el paso de los días.

En la suma de sus partes, los poemas de Poesía  de lo breve obedecen a un plan preestablecido por Silvia Osorio, ya desde el inicio de sus trabajos poéticos, en el que cada uno de éstos, se puede entender como parte de un gran libro, que entrega más interrogantes que respuestas sobre temas que entran en diálogo constante: el ser humano y los centros que lo gobiernan, el origen del universo y el sentido de la vida, la escritura y su trascendencia.

Se produce una mixtura en los poemas de la brevedad, o de la vida –como siento que se deberían llamar–, entre el «haragei», el arte del silencio o de la insinuación (como se manifiesta en el haikú japonés) y la estructura libre de cada uno de los versos que componen este poemario y que permiten entrar con naturalidad, en los soplos y respiros en que Silvia Osorio ha de transcribir el ritmo natural de la vida.

Abrir las páginas del presente libro y dejarse llevar por ellas, es iniciar un viaje a través de lo indecible, los olores y los sabores; experiencias cotidianas que trascienden lo temporal y van desde la conmoción espiritual que contiene –en sí– alegría-melancolía, hacia aquello que poco o nada conocemos: la naturaleza, el pulso de todas las cosas, su esencia.



Selección de poemas

I

Ya es de noche en el mar
Las rocas, el oleaje,
El graznido ronco de las gaviotas
En la torre deslucida de los días

Se aclara



II

Debajo del relámpago deambulo
Sabiendo que la vida 
Es nieve que se deshace


VII

A diferencia del bisonte que
El reloj hizo desaparecer,
Incontables picaflores de trino dulce
Siguen el viento arremolinado


X

Primer chubasco,
El cuervo temible
¡Qué hermoso luce esta mañana
Sobre los campos!


XIII

El cerro 
y un bosque de álamos
filtran los rayos del ardiente sol.
Mi corazón sereno 
Sueña 
Que vive junto al río



XVIII

Al pie del cerro Naltagua 
Cosecho arándanos,
Arranco yuyos que se enredan 
En las ramas débiles.
Me levanto temprano,   
Regreso con mi cesta al hombro.
El sendero entre los surcos es estrecho,   
Las ortigas tan ásperas.
¿Por qué debería preocuparme que 
Mis pies se agrieten con el polvo?
¿Que mis pantalones con el rocío 
Se humedezcan?




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