domingo, 23 de febrero de 2014

EDUARDO ERRASTI [11.052] Poeta de Asturias


Eduardo Errasti

Eduardo Errasti (Oviedo, 1960) es un poeta español. Su obra se inserta dentro de la poesía de la conciencia. Su poesía ha sido antologada en varias ediciones, dentro y fuera de Asturias, como en Poemas para cruzar el desierto (2004). Su obra evoluciona, y pasa del culturalismo tardío de sus primeras obras a un estilo directo, frío y epigramático. Desde comienzos de los 1990´s dejó todo trato con el establishment literario, decantándose por una poesía del aislamiento que rehusa conscientemente el mundo cultural. Es coeditor de Línea de fuego.

Obras

Invasión preferida (1984)
Lugar de lo informe (1985)
Las memorias de un gentilhombre (1987)
Sol de hielo (1990)
Conductas sospechosas (1991)
No hay mejor poeta que el poeta muerto (1992)
Mujer ciudad (2011)

Premios

Finalista del Premio Nacional de Poesía (1990), por Sol de hielo; fue propuesto por Antonio Gamoneda y Francisco Brines


PLANETA ROSA

En apenas medio siglo
hemos pasado
sin darnos cuenta
                                      (algunos)
del sesenta y ocho
al sesenta y nueve.
Toda una conquista
para la humanidad.



Notas biográficas

Uno no debería
conocer la vida
de los autores
que lee.
Raras veces
están a la altura
de sus pensamientos.

de "Ocho poemas que me gustaría haber escrito"



CONTIGO NO PUEDO

Pasear con las manos en los bolsillos...
Consultar manuales
ni libros de instrucciones.
Verte en un escaparate.
Desayunar noticias.
Coger trenes al polo.
No besar tus silencios.
No bañarme en tus playas
ni nadar en tu cuerpo
o regalarte el mundo
cada cinco minutos
para que te lo cuelgues
de tu cuello perfecto
y luego me lo entregues
renacido.
Brillante.
Oliendo
a tu perfume.



RADIOGRAFÍA

La tarjeta de un videoclub
y la de la Seguridad Social.
Dos entradas (siempre me ha gustado
la última fila de los cines).
Un carnet de identidad
con la foto borrosa de alguien
a quien me cuesta reconocer a veces.
Mi Número de Identificación
Fiscal. Trozos de papel con frases
que pudieron haberme llevado
a la gloria aunque ya no me importe
(he perdido demasiados trenes).
Teléfonos de amigos a los que no llamaré
nunca, estoy seguro. Direcciones.
Un par de calendarios atrasados.
Mi cartilla del paro (he de ir
cada tres meses al mercado de esclavos.
Algún día nos pedirán que enseñemos
los dientes). Cuatro décimos de lotería
que no me sacarán de la miseria
(la estadística casi siempre ha jugado
en mi contra). Ni un céntimo.
Muchas noches, cuando estás dormida,
me pregunto ¿Por qué sigues conmigo...?


Así se hace la Historia

Cuántas noches perdidas
en hazañas inútiles, buscando algún final
de los que no se encuentran.
La maldición consiste
en convertir tu vida
en un libro aceptable que reseñen
los críticos o algún amigo
incluya en sus antologías.


Quién teme al lobo feroz

Siempre has ido
de borracho y proscrito.
Lector infatigable
de Pavese, tus maneras
de duro (esa forma, 
a lo Bogart, que tienes
de encender el pitillo
y sentarte mirando de reojo
a las parejas) ocultan
solamente a un hombre
derrotado, que vendería su alma
a Loewe por un precio aceptable: casa, esposa,
jacuzzi, agente literario,
cuenta opaca en Suiza,
cena en La Bodeguilla, jurado
del Planeta, subvenciones, 
reseñas en El País y otros
periódicos de izquierda
para salvaguardar tu imagen
de intelectual comprometido
y tu prestigio. La inmortalidad
a cambio de la vida. Poca cosa.



Me gustan las mujeres de ojos tristes.

Sus cuerpos pueden tocar el cielo.

Conocen los secretos más hermosos de la vida.

Mientras duermo,
sus manos acarician las estrellas
y me dictan poemas de amor
que nunca se me hubiesen ocurrido.

Sus silencios paralizan el mundo.

(Del poemario:Mujer Ciudad)





Andas diciendo por ahí
que exijo
cierto nivel intelectual 
a las mujeres
para salir conmigo.
Por lo visto
has olvidado
que hubo un tiempo
en el que hubiera dado
todo por ti.
Lo cual demuestra
claramente que mientes.




RENDICIÓN

He decidido
dejar de fumar,
suprimir
las pastillas,
no leer
ciertos libros,
mantenerme
en forma,
hacer
más deporte,
colgarme
de las telenovelas,
comprar 
un móvil,
conectarme 
a Internet,
besarte 
con moderación,
acostarme temprano.
En fin,
hacer todo
lo que haría ese
perfecto imbécil
que a ti tanto te gusta
(y que la vida
pase cuanto antes). 







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