sábado, 4 de mayo de 2013

VALZHYNA MORT [9.768]



Valzhyna Mort 

(Nacida Valhyna Martynava, 1981, Minsk , Bielorrusia) es una poeta que ahora vive en los Estados Unidos.
Docente de Escritura Creativa en la Universidad de Baltimore. 
Su primer libro de poesía,  I'm as Thin as Your Eyelashes, se editó en Bielorrusia en 2005. 

Obra:

Poesía

I’m as Thin as Your Eyelashes, (2005)
Favourites for accordion, Translator Franz Wright, 2006
Factory of Tears, Copper Canyon Press, 2008, ISBN 978-1-55659-274-4
Collected Body, Copper Canyon Press, 2011, ISBN 978-1-55659-372-7

Antologías

Kwame Dawes, Colin Channer, ed. (2010). "Crossword". So Much Things to Say: 100 Poets from the First Ten Years of the Calabash International Literary Festival. Akashic Books. ISBN 978-1-936070-07-7.
Ilya Kaminsky, Susan Harris (eds), The Ecco Anthology of International Poetry, HarperCollins, 2009, ISBN 978-0-06-158324-7






Rima interna

por Martín López-Vega

Tres Poemas de Valzhyna Mort

Hay gente joven que escribe cosas que parecen poemas y luego hay poetas jóvenes, que desde muy temprano dan muestra de un talento fuera de lo común y aunque sus primeras entregas puedan tener aún márgenes balbuceantes algo en su núcleo hace prever una explosión a no mucho tardar y nos deja ya prueba de genio. Seguramente a esta segunda clase pertenezca la bielorrusa (naturalizada norteamericana) Valzhyna Mort, nacida hace tan poco como en 1981 en Minsk. Su primer libro, Soy tan fina como tus pestañas, ya mereció elogios de la crítica en varios países y su primer libro publicado en Estados Unidos, Fábrica de lágrimas, fue recibido en las páginas del New Yorker con estas palabras: “Mort se esfuerza en ser una enviada de su país natal, escribiendo vociferante hasta la alarma sobre su lucha para establecer una identidad clara para Bielorrusia y su lenguaje”. Su último libro, Cuerpo completo, lo ha escrito directamente en inglés. Sus poemas demuestran el doble afán imprescindible: no tanto mostrar como buscar su visión, su lugar del mundo, y ahondar en la búsqueda de esas estructuras poéticas que Denise Levertov llamaba “no reciclables”. 




FÁBRICA DE LÁGRIMAS

Y de nuevo según el informe anual
los mayores resultados de productividad han sido alcanzados
por la Fábrica de Lágrimas.

Mientras el Departamento de Transportes se gastaba los talones
mientras el Departamento de Asuntos del Corazón
latía de forma histérica
la Fábrica de Lágrimas trabajaba en turnos nocturnos
marcando nuevos records
incluso en vacaciones.

Mientras el Centro de Refinería Alimenticia
intentaba digerir una nueva catástrofe
la Fábrica de Lágrimas adoptaba una nueva tecnología
económicamente ventajosa para reciclar
los desechos del pasado 
(recuerdos, básicamente).

Los retratos de los empleados del año
colgaban del Muro de las Lágrimas.

Soy el recipiente de los trabajadores de la heroica Fábrica de Lágrimas.
Tengo callos en los ojos.
Tengo fracturas complejas en mis mejillas.
Recibo mi sueldo del producto que manufacturo.
Soy feliz con lo que tengo.





BIELORRUSO, 1

ni siquiera nuestras madres tienen idea de dónde nacimos
de cómo abrimos sus piernas para escurrirnos al mundo
del mismo modo que uno se arrastra bajo las ruinas tras un bombardeo
no podemos decir cuáles de nosotros eran niños o niñas
nos atiborramos de basura pensando que era pan
y nuestro futuro
un gimnasta en el hilo finísimo del horizonte
se exhibía allí
en el lugar más alto
asco

crecimos en un país donde
tu primera puerta está trazada con tiza
después con la oscuridad un tanque llega
y nadie vuelve a verte
más que en esos automóviles en los que ni
hombres armados ni
un vagabundo con una guadaña
es así como al amor le gustaba visitarnos
y secuestrarnos tapados

gratis total sólo en los baños públicos
donde por unas monedas a nadie le importaba qué hacíamos
afrontábamos el calor del verano la nieve del invierno
cuando descubrimos que nosotros mismos éramos el lenguaje
y nos quitaron la lengua comenzamos a hablar con los ojos
cuando nos arrancaron los ojos hablamos con las manos
cuando nos cortaron las manos conversamos con los dedos de los pies
cuando nos dispararon en las piernas movimos nuestras cabezas para sí
y las agitamos para no y cuando se comieron nuestras cabezas vivas
nos arrastramos hasta los vientres de nuestras madres durmientes 
como en refugios antiaéreos
para nacer de nuevo
y allá en el horizonte el gimnasta de nuestro futuro
saltaba a través del aro abrasador
del sol







AMOR

El sonido más humano que un cuerpo puede oír:
alguien que se lava los dientes por la noche al otro lado del recibidor.
Incluso la langosta escucha confusa. 
También ella, tumbada en un colchón desnudo sobre el suelo, 
se sorprende de cuánto de su cuerpo hay en ese sonido, 
como si acabara de darse cuenta de que tiene brazos. 

El escupitajo escurriéndose por el lavabo 
también lo cuenta como cuerpo. 
El lazo de saliva sobre su coño 
también lo cuenta como cuerpo. 

Una maleta del cuerpo marcada 
con pegatinas de cicatrices de cada lugar. 
Se mete dentro 
y se envía, se envía, se envía 
a través de cantinas tras gasolineras, a través de mares, 
a través de las manos de hombres de uniforme azul, 
se envía urgente para tomar el primer camión de reparto. 

Cuando se sienta bajo su falta 
se ve impelida a confesarse. 

Al otro lado del muro su vecino lee nombres de medicinas. 
y ella piensa que el vecino cuenta piedras preciosas: 
amiodarona, zofenopril, metropolol, mexifin. 
Oh sí, ella heredará esas joyas. 
Se pondrá esas joyas sobre la boca para ocultar su gesto. 

Pero por ahora 
se lava los dientes y la langosta permanece en silencio. 
Se tumba en el recibidor oliendo 
su ropa de todo el día tirada en el suelo del baño, 
mientras su sudor emerge de los rincones del algodón 
y se dispersa, se multiplica 
como cucarachas. 

http://www.elcultural.es/blogs_comentario/Rima_interna/22/34106/Tres_Poemas_de_Valzhyna_Mort








Mi abuela
no conoce el dolor
cree que
el hambre es la comida
la miseria es la riqueza
y la sed es el agua
su cuerpo como la parra se enrosca entorno a un palo
sus cabellos son como las alas de las abejas
ella se traga rayos de sol que se llaman pastillas
y cree que internet es el teléfono para llamar a América
su corazón se ha convertido en una rosa y lo único que puedes hacer
es olerlo
acurrucándote contra su pecho
y no sirve para nada más
sólo es una flor
sus brazos son como las patas de la cigüeña
unos palos rojos
y yo estoy sentada en cuclillas
aullando como un lobo
a la luna blanca de tu cabeza
abuela
te estoy diciendo que no es dolor
es así de fuerte como te abraza Dios
y te besa y te pincha con su mejilla sin afeitar





A la memoria del libro

se mueren los libros

desde  los dormitorios oscuros
donde el único camino trazado por la lámpara amarilla
conducía a sus páginas
los colocan en todos los rincones de la casa
convirtiéndola en un gran cementerio de libros
y aquellos cuyos nombres ya no suenan nada
los llevan al desván
y van dejándolos de veinte en veinte en una sola caja
como en una fosa común.

los libros se quedan viudos

en los pisos vacíos
no oyen latir cerca ningún corazón
nadie comparte las cenas con ellos
ni los deja caer en la bañera.

nadie se da cuenta
cuando pierden sus páginas
como el pelo
como la memoria
los libros envejecen en soledad

y el más sensible de los libros
se queda para siempre
en una cama fría
y cubriéndose la cabeza con una almohada
ahoga el grito de sus letras negras

los libros viejos
como tumbas abandonadas

[Traducción de Joan Navarro a partir de la versión catalana de Yauheniya Yakubovich]



crossword

a woman moves through dog rose and juniper bushes,
a pussy clean and folded between her legs,
breasts like the tips of her festive shoes
shine silently in her heavy armoire.

one blackbird, one cow, one horse.
the sea beats against the wall of the waterless.
she walks to a phone booth that waits
a fair distance from all three villages.

it’s a game she could have heard on the radio:
a question, a number, an answer, a prize.
her pussy reaches up and turns on the light in her womb.  

from the rain, she says into the receiver,
we compiled white tables and chairs under a shed
into a crossword puzzle
and sat ourselves in the grid.

the receiver is silent. the bird flounces
like a burglar caught red-handed.
her voice stumbles over her glands.
the body to be written in the last block—
i can suck his name out of any letter.

all three villages cover their faces with wind.








Jean-Paul Belmondo

it begins with your face of a stone
where lips repose like two seals
in a coastal mist of cigarette smoke
you move through the streets—
listing them
is as useless as naming waves.

                       (that city is so handsome for a reason—
                        it was made out of your rib)

it continues with my
          skidmarked by a dress
body. i stand on the border
on heels like my sixth toes
and show you
where to park.

that very night
lying together
                        in the dogs yard
       —flowers are biting my back!—
you whisper:
          the longer i look on the coins of your nipples
          the clearer i see the Queen’s profile.

for you, body and money are the same
as the chicken and the egg.
the metaphor of “a woman’s purse”
escapes you.
stealing, you like to mumble:
a purse is a purse is a purse is a purse.
also:
a real purse in your hand is worth
two metaphorical purses over your mouth.

they tell me
          you are a body
                        anchored to the shore by its rusting blood.
your wound darkens on your chest like a crow.
i tell them—as agreed—that you are my youth.
an apple that bit into me to forget its own knowledge.

death hands you every new day like a golden coin.
as the bribe grows
it gets harder to turn it down.
your heart of gold gets heavier to carry.

your hands know that a car has a waist
and a gun—a lobe.
you take me where the river once lifted its skirts
and God, abashed with that view,
ordered to cover that shame with a city.

its dance square
shrank by the darkness to the size
of a sleeping infant’s slightly open mouth.
i cannot tell between beggars’ stretched hands
and dogs’ dripping tongues.
you cannot tell between legs—
                    mine—tables’—chairs’—others’.

that dance square is a cage
where accordions grin at dismembered violin torsos.
beggars lick thin air off their lips.
women whirling in salsa slash you
across the chest with the blades
of their skirts soiled with peonies.








Mocking Bird Hotel

A woman’s hallelujah! washes the foot of Mocking Bird
Hill, her face eclipsed by her black mouth,
her eyes rolled up like workman’s sleeves.
Stirred up, a fly speaks in the tongue of the hotel
doorbell, where, on the sun-ridden straw terrace
my salvation means less than praise
to a dumb child. Damned, blinded by ice cubes,
the fly surrenders its life into the waiter’s clean hands.

Behind the kitchen of the Mocking Bird Hotel
a rooster repeats hallelujah! until it loses its head.
A man harvests the Family Tree before his forefathers’
features have a chance to ripen on their faces. Parakeets
watch him from the bare nerves of the garden. He harvests
before the worms that eat his father turn into demons.

Do not eat the fruit from your Family Tree. You have
eyes not to see them, hands not to pick them, teeth
not to bite them, tongue not to taste them even in speech.
The waiter slashes the table with our bill. We descend
Mocking Bird Hill without raising dust. Dogs,
their fur hanging like wet feathers off their backs,
piss yellow smoke without lifting a leg. Gulls
smash their heads between their wings.
Light lays the eggs of shadows under the shrubs.
Produce shacks stand empty like football gates.
What appeared blue from afar, turns green.
                 I hold it all in, even my own urine.
But the mother of vowels slumps from my throat
like the queen of a havocked beehive.

Higher than hallelujah! rising like smoke over the hill,
I scream at the top of that green lung,
                                                                    why, in the Mocking Bird
Hell, do you value your blood over your sweat,
that bitterness over this salt, that wound over this
crystal? But often, to shed light on the darkness, light
isn’t enough. Often what I need is even a darker
darkness. Like in those hours before the sun incriminates this
hotel, his two nostrils that illuminate our benighted bodies.







БАБУЛЯ

Мая бабуля
Ня ведае болю,
Яна думае, што
Голад – гэта ежа,
Галота – гэта багацьце,
Смага – гэта вада.
Яе цела, як вінаград, абвілася вакол палкі,
Яе валасы, як пчаліныя крылцы,
Яна глытае сонечныя зайчыкі таблетак,
Называе інтэрнэт тэлефонам ў Амэрыку.
Яе сэрца стала ружаю – яго толькі і можна
Што нюхаць,
Прыціскаючыся да яе грудзей,
Больш ад яго ніякага толку
Толькі кветка.
Яе рукі, як ногі бусла,
Чырвоныя палачкі.
І я сяджу на кукішках
І выю ваўком
На белую поўню тваёй галавы,
Бабуля.
Я кажу табе: гэта ня боль,
Гэта так моцна цябе абдымае Бог,
Цалуе і коле сваёй няголенай шчакою.

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