martes, 28 de mayo de 2013

EPAMINONDAS GONATÁS [9913]


EPAMINONDAS GONATÁS, (Atenas, GRECIA 1924-2006): Aunque nacido en Atenas, sus raíces provienen de la ciudad de Ayvalik, en la costa turca de Asia Menor. Aparece por primera vez en las letras griegas en 1944 con el poema “Nuestra pequeña ciudad de provincias” en la revista Palmós con el pseudónimo de E. Gonis. En 1945 publica su primer relato «El viajero». En 1959 el poemario La cripta. En 1993 recibió el Premio Nacional de Traducción por el poemario Voces, de Antonio Porchia.




Mariposas

Dentro de jaulas había mariposas enormes que por diez dracmas les acariciabas las alas y durante una noche te quedaba en la palma de la mano la marca de su terciopelo, sus bellos colores negro y amarillo y un embriagador  aroma a polen.

A quien más le gustaba esta distracción era a las mujeres. Venían de lejos sólo para tocar aquellas anchas y polícromas alas. Luego se escondían cerca de los huertos, se sentaban bajo los manzanos e ignorando las canciones y los llamados de los cocheros, besaban, besaban con pasión la mano que había tocado a la mariposa.








El muerto

a la memoria de Teófilo

Entro en la pequeña habitación. A la derecha, una larga y enorme cama de acero, con un colchón muy grueso que se hincha. Un hombre está sentado en la cima, con un edredón de algodón blanco. “Cuidado –me dice– con las patas delanteras de la cama, pues con el paso de los años el piso no ha dejado de elevarse y subir de este lado hacia el techo y ya no se apoyan en el suelo sino en la pared. Así mi cabeza ya casi llega a esa pequeña ventana sin postigos y siempre abierta frente a mí. En pocos años, cuando toda la cama y no sólo su parte delantera llegue a apoyarse en la pared (por el momento forma un ángulo), podré mirar hacia afuera sin tener que levantarme. También entonces como ahora estaré acostado en mi cama, pero parecerá que estoy de pie.”

“Está muy estrecho aquí adentro”, digo.

“No tienes para nada razón. ¡Mira qué hermosa campiña!”, me responde y me señala de nuevo la ventana.

Voy a la ventana. Está muy alta. Para alcanzarla tengo que subir primero al baúl. Subo y miro afuera. Apenas a medio metro de distancia sólo veo las paredes maltrechas de una serie de casas deprimentes que por ventanas tienen –como cajetillas de cerillos– unos microscópicos tragaluces con barandilla. Nada más. Frente a esta vista, siento ahora una mayor presión en el pecho.

Versiones de Francisco Torres Córdova



5 Microrrelatos
por Epaminondas Gonatás
(traducción del griego de Eva Ruiz Molina)



1.

Había colgado espejos pequeños en los árboles para que se mirasen los pájaros.



2.

Me eran indiferentes las flores —esas malvas voraces— que abrían la boca para ladrar a mi paso; no les di jamás mi dedo a morder.



3.

El sol ha inundado la estancia de naranjas. De las alfombras se han desprendido los pájaros; mientras revolotean, los muebles reflejan sus bellas alas que espantan la muerte.


4.

Las llaves de la verja de la luna se estremecen en tu cinturón como peces plateados.


5. 

LA TIGRESA

Noche, con el hocico húmedo, avanza entre los árboles y cruza los campos con sus acequias y sus juncos.

En el desván de la vieja casa brilla una luz ambarina. Es una alcoba con ventanas rotas.

Tres hermosos fuegos arden sobre el amplio lecho que, con cadenas, queda suspendido en el centro de la alcoba.

Una mano experta con guante negro y anillo los toma con delicadeza y los planta en una maceta cubierta de telarañas.

Una pequeña tigresa a rayas negras, que se escondía detrás de una vasija, sale por la puerta entornada; se detiene a mirar la luna por un momento y con paso vacilante desaparece entre la hierba crecida del jardín. Calza grandes violetas amarillas.

Pero volverá mañana al atardecer. Pasará todo el día en el vagón del tren que la conduce a su jaula y después en la gélida e inmensa pista, a la hora de la función, añorará la caricia de la mano enfundada en el guante negro.

Volverá de nuevo mañana al atardecer, nostálgica, sumisa a las órdenes de la mano del guante, para encender los fuegos sobre el amplio lecho.

Textos extraídos del libro del escritor griego Epaminondas Gonatás "I cripti [La cripta] (1991)" editado por Stigmi (Primera Edición 1959) y traducidos al castellano por Eva Ruiz Molina. 

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