viernes, 15 de marzo de 2013

ASTRID HJERTENAES ANDERSEN [9451]



ASTRID HJERTENAES ANDERSEN
Horten, Noruega, 1915-1985

BIBLIOGRAFÍA:

De ville traner – poems (1945)
De unge søylene – poems (1948)
Skilpaddehagen – poems (1950)
Strandens kvinner – poems (1955)
Vandrersken – poems (1957)
Pastoraler – poems (1960)
Frokost i det grønne – poems (1964)
Dr. Gnomen – poems (1967)
Hyrdefløyten – epistler fra Algerie – travel writing 1968)
Rosenbusken – poems (1972)
Svaner og nåtid – epistler fra Island – travel writing (1973)
Et våroffer – poems (1976)
De tyve landskaper – poems (1980)
Samlede dikt – poems (1985)










El poeta gira hacia la izquierda
como hacia un muro invisible.
El poeta gira hacia la derecha
como bailando con su propia sombra.
Ahora aguanta la respiración.
Ahora bebe lluvia.
Pronto se pone de puntillas
con la brisa matutina alrededor de los tobillos.
Pronto crece como un árbol
con tronco y copa rumorosa.
Lo consigue: vuelve aver los campos de sangre oxidada
y el fósil cerebro en la playa desierta.
Reconoce la franja de hierba sobre la que está
y un contorno de noche envuelve el abrazo de dos seres.
Lo consigue : hay un pájaro posado en su hombro.
En un paisaje de silencio y luz se alejó volando.







Negra poza en Abril 

Una caminante sabe
que el ojo negro
en el rostro blanco del invierno
succiona y atrae a todas las criaturas hacia él
como por arte de magia.
Una caminante sabe
que la transformación ocurre
un sonriente día de abril
cuando el invierno se convierte en una fría pesadilla habitual
para aquel que ha estado hundido en hielo hasta la cintura.
Una caminante sabe entonces
que el manantial del ojo es una doble poza.
Para la alegría, llena de vino pagano.
Para la pena, llena de lágrimas negras.

1.980






Caballos bajo la lluvia 

Cuando mi mente está llena de sueños,
más oscuros, más remotos
que lo que puede explicar mi pensamiento,
más salvajes, más ardientes
que lo que puede comprender mi corazón,
quiero sólo quedarme bajo la lluvia
como los caballos permanecen bajo la lluvia
en una llanura extensa y jugosa
entre pesadas montañas, como las de aquí

Estar inmóvil y sentir que el cuerpo mama
este frescor, esta fuerza, esta humedad,
que en torrentes impetuosos me chorrea
por la cara, el pelo y las manos.
Parecerme al bosque que mama,
Como un niño, los pechos del cielo.
Parecerme a la planicie, desbordante de dulzura,
palpitante de píos deseos.

Como están los caballos bajo la lluvia
inclinados, con los flancos mojados,
dejando que el olor a tierra y humedad
les recorra con fuerza y dulzura la mente,
y dejar que caiga la llovizna del cielo,
hasta que el pensamiento libre ya de fiebre
lleve los sueños a la claridad
en una calma resistente y silenciosa.

Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  
Ediciones de la Torre. 2ª edición 1.999







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