martes, 19 de febrero de 2013

DONATELLA BISUTTI [9251]



Donatella Bisutti (1948)

Poetisa, ensayista, traductora y crítica literaria italiana, nacida en Milán, ITALIA en 1948. Autora de una breve pero deslumbrante producción poética que irrumpió con fuerza en la literatura italiana de los años ochenta para renovar, desde un rigor expresivo y conceptual próximo a la fría exactitud lenguaje científico, la lírica del momento, está considerado como una de las figuras más relevantes de la poesía italiana de finales del siglo XX.

Humanista fecunda y polifacética, Donatella Bisutti ha realizado también una destacada labor de promoción y animación cultural en el panorama artístico-intelectual de la Italia contemporánea, tanto en su faceta de traductora como en su condición de crítica literaria. Ha vertido a su lengua vernácula algunas de las obras más importantes de varios poetas extranjeros poco conocidos fuera de sus fronteras, como Edmond Jàbes, Bernard Nöel, Louis Simpson -que se alzó en 1965 con el prestigiosos premio Pulitzer, en su modalidad de poesía, por su poemario At the end of de open road- y Jon Silkin, y, durante ocho años, ejerció con singular éxito de lectores la crítica literaria en las páginas de la relevante publicación cultural Millelibri (de la editorial Mondadori). Esta poliédrica dedicación a la creación poética desde sus más diversas facetas (autora, traductora, analista, etc.) permitió a la escritora milanesa ganarse un merecido prestigio en diferentes países de Europa; tanto es así, que en 1999 fue elegida presidenta por la "Association Européenne de la Poésie", en el transcurso de unas jornadas celebradas en Lovaina (Bélgica).

Como ensayista, Donatella Bisutti cosechó un éxito espectacular en la Península Itálica con su obra titulada La poesia salva la vita (Milán: Mondadori, 1992), un sorprendente best-seller -dados el género al que pertenece y el asunto que trata- en el que aborda su particular visión del fenómeno poético. Pero es, sin lugar a dudas, su propia poesía original la que le ha reservado un lugar de privilegio entre las grandes revelaciones de la literatura italiana actual, en la que irrumpió gratamente a mediados de la década de los años ochenta con el poemario titulado Inganno ottico (Milán: Società di Poesia, 1985), obra que había sido galardonada el año anterior con el Premio Internacional Eugenio Montale. La buena impresión causada por esta colección de versos a la crítica y los lectores propició su traducción al francés, bajo el título de Le leure optique (Le Muy: Ed. Unes, 1988), a cargo del también poeta Bernard Nöel.

Posteriormente, Donatella Bisutti ha publicado otros volúmenes de versos como Penetrali (1989), Colui che viene (1994) y Violenza (1999), así como una muestra antológica de poesía para niños titulada L'albero delle parole (Milán: Feltrinelli, 1996). En los comienzos de su trayectoria poética, se observa una manifiesta intención de rechazar de plano las emociones inmediatas, en busca de esa minuciosidad pseudocientífica que, aunque capaz de arrastrar un oculta carga emotiva, reprime cualquier desbordamiento sentimental en aras del dominio técnico y el rigor expresivo. Posteriormente, los versos de la autora milanesa van despojándose poco a poco de esa rígida carga conceptual y abstracta para ahondar en la interioridad del yo poético y acabar reparando en el valor literario de las cosas cotidianas, de la experiencia de lo inmediato: 




Has visto a los muertos 
en su primera juventud 
formarse de la bruma 
hierbas acuáticas 
en el hilo de la corriente 
trepar 
por las grietas de los muros 
los has visto blancos pájaros 
poner huevos de cuco 
que nunca se abrirán. 
Volar inmóviles 
más allá de la cuerda 
donde secan sábanas  
sobre el césped.

("Los muertos", del poemario inédito Una voce di silenzio sottile).

(COCO, Emilio. El fuego y las brasas. Poesía italiana contemporánea. (Antología) (Madrid: SIAL Ediciones, 2001), págs. 117-128.)





Como dioses

El insecto 
que con tan delgadas piernas
cubre una distancia
infinitesimal en la pared
nosotros
lo aplastamos con el pulgar
no crueles no 
inquietos

Publicado en Italian Poetry 
Traducido del italiano por Jon Silkin





LA MIRADA

El gato
apareció desde el fondo del jardín
lamió un poco en su cuenco
luego se sentó inmóvil
mirándome fijamente
sus pupilas en mis pupilas
sin agradecer ni pedir
sólo mirar.
Y yo estuve entcra en sus pupilas
en aquella mirada enteramente
sin juicio ni espera
quietamente estuve
en la simple
absoluta
mirada.
Hasta que aparté la mía.





EL NODO E AVISPAS

El Tiempo oscurece lo terso –
encrespa la superficie de lo Eterno.
La llama que palpita en la lámpara,
roja – más
irregular.
Aquí está absorta la naturaleza:
los cipreses se hunden en su mar de sombra.
Cada sítio es un distinto signo del Espíritu.
Les bastó poca agua a las plantas para reanimarse. Y a nosotros?
Qué ración nos servirán?
Incapaces de inmovibilidad, contra nosotros mismos
ráfaga.
Bendigo el papel de la avispa,
discreta en mi plato.
El nido de las avispas está muy hondo en el corazón.





EL ÁRBOL DE LOS CAQUIS

Primer viajero

El árbol de los caquis se desarrolla
contra el cielo de la última estacíon.
Sobre la desnudez de las ramas
la baja trayectoria de los soles invernales.
Por ellos el árbol ha renunciado
al suntuoso brillo de las hojas.
Se concentra en la miel del pensamiento,
como la Mente.


Segundo viajero

Árbol de un Edén desnudo, consiguió en el Sueño
transmutar el invierno en verano.
Nada indica más claramente
que la Vida no nace de la necesidad
sino de la subversión
y la Belleza es el fruto de la imaginación.






TE HAS LLEVADO MI VIDA

Te has llevado mi vida
díme adónde.
No está contigo – no le tenías cariño
no está conmigo – que ya no tengo paladar ni olfato.
Dime adónde le has llevado, sola y desnuda
temblando aún
por ti, la condenada.


Traduzione di Emilio Coco





da "Inganno ottico " ed. Società di poesia 1985 Premio Internazionale Eugenio Montale
per l'Inedito:



Vivendo

Contro il vetro
il disegno di un respiro
- prima e dopo, invisibile.




Paura

Non della morte, ma
della metamorfosi
- accettare di privarsi di sé
come acqua che si lasci versare
e prende forma da ciò che la contiene
e corre via - e l'assorbe la terra
ed è e non è più - senza pena, forse
eppure non va persa.
Lenta, arrischiata
ogni cosa matura
per un attimo
di colma beatitudine
poi trabocca
come l'acqua di un vaso
fugge la pienezza.






Canzone d'amore cannibale

So che ti ritroverò
non potrai sfuggirmi
mia è l'immaginazione
catturato come un insetto e trafitto
immobilizzato spaventato rassegnato
comunque sarai
farò di te quello che non vorrai
con calma mi appresterò a divorarti
l'amore non lascia niente sul piatto
neanche le chele.
Ti avrò mangiato e succhiato
svuotato
- non vorrei tuttavia che tu soffrissi
vorrei che godessi anche tu
della felicità immensa
dì essere cibo.






Conoscenza

La conoscenza avviene per semplificazione Non è un aggiungere, ma un togliere, fino alla
perfetta trasparenza. Lasciare depositare in fondo al vaso i detriti, il pulviscolo inutile che
si è mescolato all'acqua trasportando il vaso da una parte all'altra della stanza. Anche
vivere non è aggiungere tempo al tempo accumulato, ma sottrarre l'eccedenza del tempo
fino alla perfetta consumazione Anche in questo caso il pulviscolo inutile viene depositato
in un vaso.








Da "Penetrali" ed. Boetti & C, 1989:



Natura morta

Fuori nevica.
Una brocca
sul tavolo ha rosse trasparenze.
Sbucci piano la mela.
Ti tenta l'avventura
di quella buccia lucida
che avvolge
la luce della stanza.
Ogni oggetto
ha una sua consistenza inutile,
così rassicurante,
Il piatto dì lucida ceramica
se l'inclini
riflette un cielo nitido
di calce bianca.







Anniversario dei morti

Tu che con braccia severe
mi allontanavi
e mi atterrivi con storie di fantasmi
ora t'affacci timida da sopra il muro
per timore di essere scacciata.
Nevica
e i tuoi piedi freddi in una
vaga foschia lasciano impronte.
Inconsolata mi tendi
la mano, ché la speranza è anche dei morti.
Così madre bambina percorri i viali
tu che dominavi, incerta,
finalmente un sorriso
sulla chiusa falce delle labbra.
Ma nevica e la giornata
volge alla sua fine - nemmeno questa volta
apportando il perdono
o l'oblio.






Su un quadro di Nolde al Museo di Copenaghen

L'avvampare del rosso e dei giallo
con selvaggia delizia
l'Orco divora i suoi bambini
amando sé nella carne e nel sangue.
La bellezza è forse una
più intensa voracità
al centro della vita?
Intorno a lava incandescente
gli smorti colori della cenere.
Quando l'occhio
cessa di essere abbagliato
allora scopre le viole - dopo
soltanto dopo.
Schive e affollate -
una corona alla luce.
Cancellano l'aggressività delle corolle.
Silenziosamente trasformano la sconfitta in vittoria,
nude e luminose di buio.
Ora non vedi che queste. Le sole
a muoversi: il movimento
percorre il quadro. Non più una tela cosparsa di colore,
ma una pagina che si sfoglia.
Alcune sono aperte, altre si inclinano, altre ancora si chiudono al vento che le investe
Sono l'ombra dei fiori luminosi, diversa dall'offerta della vita:
piuttosto, ciò che essa sottrae,
il velato splendore
i loro gambi, lacci.
Vivono una straordinaria animazione:
curiose, tumultuose, si muovono
in diverse direzioni
Fuggono quella pennellata grigia:
il turbine che sopravviene.
Soggette al vento, quindi
Capaci di servirsene,
di sottrarsi
alle insidie dei cervi e delle lepri.
Poi noti il loro centro giallo
un astro minuscolo nel buio:
la luce è il seme.
Solo alla fine scopri che le margherite
nella gloria apparente del loro rosso e giallo
arretrano.
Ammassate contro il vaso lanciano
grida di terrore e i petali sono braccia
levate a proteggere i volti
paonazzi di polline, teste
che saranno tagliate.
Ti accorgi che
anche le viole sono piegate e vinte,
si stanno reclinando nel vaso,
muoiono.


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