lunes, 26 de noviembre de 2012

MARTA ORTIZ [8584]




Marta Ortiz
(Rosario, Argentina), narradora y poeta, licenciada en Letras graduada en la UNR.
Publicó: El vuelo de la noche (La Editorial, Univ. de Puerto Rico, 2006; primer premio de cuento, Bienal Internacional de Literatura P. R. 2000; primera mención Premio Provincial de Narrativa “Alcides Greca 2007” –Santa Fe–, obra editada); Diario de la plaza y otros desvíos (poesía, El Mono Armado, Bs. As, 2009); Colección de arena (cuentos, Editorial Fundación Ross, Col. Narrativas Contemporáneas, Rosario, 2012). En antologías, entre otras: Los cuentos (Ed. Fundación V. Ocampo, Bs As, 2007); Los poemas (Ed. Fundación V. Ocampo, Bs As, 2009); Poetas del tercer Mundo (Ciudad Gótica, Rosario, 2008); El río en catorce cuentos (Editorial Fundación Ross, Rosario, 2011); Cuando el río suena (poesía, Vinciguerra –col. Summa-, Bs. As., 2012). La sangre que llegó al río (cuento) se publicó en CASA de las Américas Nro. 237, La Habana, Cuba. Poemas y cuentos suyos se incluyen en publicaciones soporte papel y en la web, entre otros sitios: Sala Grumo (Cultura Latinoamericana): http://www.salagrumo.org/notas.php?notaId=131 ; Salón de Lectura en el sitio Sonidos de Rosario: http://sonidosderosario.com.ar/salon-de-lectura-ortiz.php. Colabora en medios culturales de su país y del extranjero. Es miembro del Consejo Consultivo Editorial de la revista de pensamiento y literatura, Étimos. Fue jurado en concursos de cuento, novela y poesía. Co-dirige la colección Narrativas Contemporáneas para Editorial Fundación Ross. Integra el grupo de gestión cultural Cuando el río suena. Desde 2003 coordina talleres de Lectura y Escritura y un taller de lectura crítica. Edita el blog “Vuelo de noche” (http://www.marta-ortiz.blogspot.com/).





Pétalos

A tientas lo atravieso: umbral de olvido al cascarón desierto.
Grumos escuálidos / arena / en el cuenco de mi mano.

Solfeo de tablillas desmenuzadas:
bajo continuo debajo de mis pies
a ras de agua / a ras de pozo.

Sopla un viento lunar dobla los pasillos de la noche.
Silencio de telaraña.
Hilachas, la cortina de cretona floreada
master piece de mi madre al pedal de la Singer.

Sin parpadeos absorto en el recorte irregular
(astillas de vidrio esmerilado)
resiste el rumor sepia del paisaje / hasta secarme los ojos.


Nítidas
las florecitas rehílan blanco /el patio de ladrillos,
su antigua nevisca de ciruelo en primavera.

Pétalos de cerezo caen: / ¿es belleza o ilusión? (*)

Cifra de infancia y juventud,
gotea / el árbol
la breve vía láctea
cubre el piso de ladrillos.


(*) El verso pertenece a Saigyo, (Kioto, Japón 1118-1190).

(poema inédito)








No porque no pueda salir de mi casa

hundirme dócil en la vida diaria
al fin y al cabo es vida conocida.
No porque más allá del umbral
no encuentre el mar azul

sino mareas de herrumbre
o porque no quiera abandonar mi depósito de libros
este mundo de objetos entrañables
crecidos entre mis papeles y yo:
fotografías, cajitas de hojalata:
esa de pastillas
Violet de Flavigny
o la de té:
Alice’s adventures in wonderland, según Tenniel
en las caras laterales;
o la caja de cartón acanalado donde guardo pétalos
y hojas de roble y otros árboles
que enrojecen los otoños.
Por ninguno de esos motivos
es que no me ausento de mi casa
ni siquiera
por las páginas que leo:
Celan y Chéjov
poemas y cuentos:
“Vania”, por ejemplo.
No por tan antiguo vasallaje
sostengo mi domesticidad,
no salgo por otra razón:
afuera está oscuro
garúa, hace frío.

(en Diario de la plaza y otros desvíos, El Mono Armado, Buenos Aires, 2009)






GESTOS

                                    a mi padre

Hace tiempo
(palimpsestos de óxido y musgo)
mi padre
modelaba para mí
los gestos que hoy repito

como tostar el pan
como dejar caer todo el cielo en la mirada.










Cuento de invierno 


I

El hombre de overol azul
rastrilla hojas caídas,
picotearon de ocres
veredas y macizos. Algunas
resisten  el viento
solapadas en los plátanos.

El grupo de madres
aísla su dolor en los pañales
que cubren sus cabezas
resisten
la ronda recortada en el papel de la tarde;
descose palomas,
su flaco envoltorio de cenizas.

El hombre de overol azul
recoge la última hojarasca.
Estancada, la fuente gotea pátinas
y yo leo esmeraldas
al pie de la ninfa.

Los focos de alumbrado bajan estrellas,
entibian.



III

río abajo la sombra
el confín del lucro festivo

soñé retablos y retablos vi
          pero rancios

huele a lumpen
                             a delta podrido
flotan detritus, mosquitas muertas
la postal segrega vidrio molido

como el fakir
el hombre-caracol duerme
no sobre púas ni plumas
sobre la laja rasa
pieza master del Museo Indigente
la talla hiperrealista
recuesta su cabeza
       –no de mármol–
en doméstica hermandad
su boca lame otra boca 
                                       pero de calabaza
al calor corrugado en la almohada de cartón       

cierran el collage
un torso y las piernas replegadas
        –no de peltre, no origami–
al abrigo del aire violeta
volátil membrana
                               que
se supo desde temprano
alcanzará esta noche
una temperatura por debajo de cero
la cifra exacta hiela mis dendritas
y es un árbol fósil mi memoria

                        (de DIARIO DE LA PLAZA Y OTROS DESVÍOS)








PERSISTENCIA

resiste
esta memoria de palabras
como líneas
de celestes nomeolvides
crepita
en el mimbre del sillón desvencijado
al lento fuego
de mis vanos devaneos
(sombras grises deshilan
cielos rasos
de telas de araña)

persiste
esta lengua y esta letra verosímil
en la trama
de las telas
sepultaban la piel suave de mi madre

y en la curva de voces como ríos
voces de viento
en sobremesas
noche a noche censuradas

perdura
canto primario
tacto a mapa antiguo
-tiempo y gubia-
en la corteza del ciruelo
y habría que ver
resiste creo
en el vaho aquel amarillento
olor naranja terroso
color grieta papel viejo
del viejo libro de cuentos
de Perrault



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