lunes, 3 de septiembre de 2012

CARLOS SALOMÓN [7.667]


CARLOS SALOMÓN

Carlos Salomón García, poeta malogrado, murió el 2 de octubre de 1955 , a punto de cumplir los 33 años. Así nos cuenta su dura y creativa peripecia vital.

“Nací en Madrid, el 2 de septiembre de 1923. A los pocos meses vine a Santander y, desde entonces, he vivido, casi ininterrumpidamente , en esta ciudad.

Fui uno de los fundadores de la revista “Proel”, en abril de 1944, donde aparecieron mis primeras colaboraciones. En 1947, mi libro “Pasto de la aurora” obtuvo mención honorífica en el Concurso Adonais de Poesía y, tres años más tarde, fue accésit de este mismo concurso mi libro “La sed”.

También en el concurso del Ateneo 1953, obtuvo accésit mi poema “La Muerte”. He dirigido la Colección Hordino. Mis libros publicados son los siguientes:

“La orilla” (Ediciones Proel, 1951. Escrito en los años 1947 a 1949. Hoy modificado.
“La sed” (Colección Adonais, 1951)
“Firmes alas transparentes” (Colección Conde Arnaldos,1952) Escrito en 1949
“Región luciente” (Colección Adonais, 1953)

Los poemas de “ Las luces” (Colección Tito-Hombre, 1951) son un avance de los libros “Región luciente” y el inédito “La brevedad del plazo”.

Hasta aquí su breve reseña biográfica. El último libro que menciona, de significativo y estremecedor título, sería publicado 40 años después de su muerte. El manuscrito le fue entregado por su madre y su hermano a Gerardo Diego, compañero de su padre , profesor de Matemáticas en el Instituto de Santander. El catedrático y poeta prologaría el libro , editado por Árgoma.

Si me he interesado por este poeta malogrado, fue llevado de la mano y del recuerdo de su compañero de Julio Maruri que le consideraba quizá como el mejor poeta del grupo de Proel.

Me ha sido muy difícil encontrar publicado algo de él. Tan sólo el último libro mencionado puede aún encontrarse en librería – yo diría la librería “Estudio” , de Santander. Tres títulos más se hayan disponibles para consulta, “in situ”, en la “Biblioteca Menéndez Pelayo” de la capital cántabra.

Antología / Carlos Salomón (1969)

La brevedad del plazo / Carlos Salomón ; prólogo de Gerardo Diego (1995)

La orilla / Carlos Salomón (1951)

Para él la poesía no era un simple divertimento sino la manera más directa y hermosa de afrontar la realidad de su frágil salud , el saber estar “perdido, suspendido / por un hilo , al azar de una tijera “, la que le cortó el hilo de su vida aquel día de octubre en que pronto se cumplirán 50 años después de su muerte.

Este es el soneto que cierra su último libro:


CONFESARÉ MI ERROR. DIRÉ QUE EN VANO

Confesaré mi error. Diré que en vano
quise, grité mis sueños hacia arriba,
que caminé de noche a la deriva
sin recoger lo que tocó mi mano.

Siempre era tarde cuando fue temprano,
agua de bosque cuando llama viva,
si acaso rama, se tornó en furtiva
raíz, invierno si miré verano.

Confesaré que vagabundo anduve
y que pedí que me olvidaran cuando
alto era el cielo de la noche clara

y mas allá de la azulada nube
estaba Dios a solas, esperando
que entre todas las cosas le escuchara.



LAS HORAS

I

Sobre todas las cosas,
la sorpresa y la angustia.
Nos sorprende estar solos,
nos angustia la duda.

Entre todas las cosas, 
a que más nos conturba
vuelve a ser la sorpresa
de sentirnos sin culpa.

Comprender, angustiados,
que la vida nos juzga,
que no existe quien pueda
venir en nuestra ayuda.


II

Sobre todas las cosas,
la esperanza, su pura,
clara mano que pone
norte y sur, sol y luna.

La esperanza de pronto
nos habla, nos escucha,
del pecho nos arranca
la fina flecha oscura.

La flecha que teníamos
clavada tan segura,
la que tocó tan hondo
con su afilada punta.


III

Sentimos la esperanza.
Proseguimos la lucha.
Sobre todas las cosas,
la palabra profunda

de amor que en nuestros labios
brota, la frase única
de amor que pronunciamos
contra la tierra dura.

Contra la dura tierra,
la más honda pregunta
de amor que nuestros labios
incansables formulan.

La respuesta incensante,
de amor y desventura,
de amor por cuanto existe
que ciego nos impulsa.

(De Región luciente)


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POEMA PARA UNA MUCHACHA FELIZ

No sé como llamarte
Para que me respondas
Tú, que a lo lejos cantas;
Tú, que en los bosques moras;
Tú que sientes la vida,
Que sueñas y que gozas,
Que bebes en las manos
El agua que te adornas
El pelo con ardientes
Flors y verdes hojas.

Pasas. Tus pasos pones
Sobre la yerba en sombra.
Sobre la yerba pasas,
Tu pie en la yerba posas,
Posas tu pie tan leve,
Pisas tan blanda alfombra.

No sé cómo llamarte,
Con nombre de qué cosa,
Como a qué o culto río,
Rama de qué alta copa,
Suave animal en fuga,
Breve gacela hermosa.
Alza los ojos. Brillan.
Ríes, la tierra tocas.
Te atiendes con los brazos
Abiertos, jubilosa,
Y ves el cielo, miras
Su alta, azulada bóveda,
Y el vuelo de los ´pájaros,
Y el sol que reina y dora,
Van sobre ti los pájaros.
Vas por los bosques, sola.
Brillan tus ojos. Ríes,
Corres, cantas, colocas
Hojas sobre tu pelo,
Verdes y flores rojas.

Ah, qué clara palabra
Busca, intenta mi boca
Para nombrar tu cuerpo,
Tu perseguido aroma,
Tu soledad silvestre,
La mano con que tomas
El fruto de la rama,
La flor, las verdes hojas,
Y tus mejillas puras,
Y el pelo que te adornas,
Y tus desnudos hiombros
Como de blancas olas,
Y tus seguras, ágiles
Piernas de cazadora,
De muchacha que corres
Por los bosques, y arroja,
Cara al cielo su limpia
Flecha vertiginosa.


POEMA PARA UNA MUCHACHA NECESARIA

Conozco tus mañanas
Negras, tus noches húmedas,
Tus días sin remedio;
Pero si me preguntan
Yo les digo que tú eres
Una muchacha pura,
Que tienes dulce frente,
Finas manos de lluvia.

No pruebes engañarme,
Nada me engaña. Buscan
Mis labios en tus labios.
Hallan la frase justa,
El sueño que te falta,
La luz que te repudia,
El peso que te vence;
Pero si me preguntan,
Yo les digo que tú eres
Una muchacha pura,
Que eres una muchacha
Pura,
Una muchacha pura.

Ah, pensar, sonreír,
Abrir el alma. Músicas
Que suenan dentro,blancas
Alas, manos de lluvia.
¿Por qué mentir, por qué
Soñar si nos preguntan,
Negar la mente cuando
El corazón lo anuncia?

Una dulce muchacha,
Una muchacha pura
Que viene por el bosque,
Que surge y que se oculta,
Que alza su brazo y mira,
Y dobla su cintura,
Y coge flores y alza
Sus brazos a la luna.
Una muchacha. Tú eres
Eres tú. Nunca, oh, nunca.
Llegas y estás desnuda.
Estás desnuda. ¿Estás
Desnuda o te desnuda
La luna ante mis ojos,
Te hace desnuda luna?
Luz, dolor, desnudez.
Oh, desnudez d eluna,
Luz de dolor, dolor
De luz que se desnuda.

Ah, pensar, sonreír,
Abrir el alma. Turbias
Horas que caen. Palabras
Que llenan de penumbra
El corazón, recuerdos
De noches sin ventura.
Y Tú, precisa, clara;
Clara y precisa y única.

Junta tu boca; junto
A mí, tu boca junta;
Juntas nuestras dos bocas:
Mi boca con la tuya,
Tu boca con mi boca,
Dolor que se consuma.

Dolor, amor, dolor,
Amor. Torno a mi música.
Amor, dolor. Escucho.
Siento que se me llenan
Dolor, amor.
Nada me escucha.
Siento que se me llenan
Las manos de dulzura.

Oh, nunca, nunca. Dime,
¿eres tú? Nunca, oh, nunca.
Una muchacha. Tú eres.
Eres tú, me preguntan.
Y yo les digo que eres
Una muchacha pura,
Que eres una muchacha,
Una muchacha pura,
Que eres una muchacha
Pura como ninguna,
Que eres una muchacha
Pura,
Una muchacha pura.

http://rinconaufrago.blogspot.com.es/2005/06/carlos-salomn-o-la-vida-breve.html



La muerte

Tendido sobre la tierra
mirando las nubes altas,
el hombre, en silencio, escucha
el ruido de la guadaña.
La Muerte está cerca. Siega
las vidas que están cercanas,
los seres que al hombre amaron,
los otros que no le amaban.
A todos vence el filo
de la cuchilla. Dios manda.
Las horas pasan. El hombre
tras ellas vuelve la cara.
Tendido sobre la tierra,
escucha. Las horas pasan.
Y el hombre, en silencio, mira
sus manos atormentadas.



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