jueves, 30 de agosto de 2012

7629.- ANGUS LINUESA




ANGUS LINUESA
Agustín Linuesa Cáceres nace en Valencia en 1986. Ahora vive en Torrent (Valencia) donde estudia, come y duerme, trabaja y escribe, no siempre en este orden. En un cajón, debajo de su piel y de su cama hay algún que otro poemario esperando ver la luz.





Las manchas en el abdomen de
Dios y
la facilidad con la que ardía
su esqueleto me fascinaba
tanto
que (recuerdo)
la mano cuando
[tendida]
estatuada y opaca nos ofrecía el pan arriesgado
y
sin temor

O

El labio inferior que profirió tantos
y tan preciosos
insultos.

Ahora que
hemos caminado tan asquerosamente erguidos que
hemos comandado vocablos tan desgraciados que
hemos
cortado brazos y piernas y troncos y besos tan bellos

ahora que tenemos excedentes de grilletes

sabremos tan sólo
la técnica del Silencio
y de
sus Maravillas.

Antes de todo esto,
arrancar la costra de tu piel ennegrecida,
escupir el angosto agujero que
deriva de ti.
Combinar el encrestado oleaje que es tu pelo
con el viento odiado de mi especie.

Antes de todo esto
comprobaré si encajan los surcos de tu carne
con el perfil de mis uñas arrojadas.
Trabajaré las miradas provenientes del abismo.

Permitidme vencer
este torneo de lágrima.
Sofocadme a continuación, no obstante,
permitidme un último rezo de hierro.
Y esta posibilidad de pecado empleado, cometido y
en vigor.

Entonces,
¿Cómo
ocultar mi lengua bajo la tierra?
¿Cómo
aceptar un lugar que se advierte tan desangelado?

Antes de todo esto,
procuraré entregar lo prometido:

El estampado de mis sesos en
el burdo entretenimiento
de tu cuerpo.

Hablar de un después, todavía
Reconocer mi sueño azul podrido
Peinar mi alma estrecha y preciosa,

esto es
no cerrar
J a m á s
los párpados al muerto.

de la antología Estaciones desnudas ( Editorial Cocó, 2007 ).






Coloque aquí su fotografía…

amábamos a dios y a los policías en aquel entonces
en la séptima caricia te volvías hemorragia y
venías y
me decías ardor en el estómago y
me entregabas la carne de los ciervos tan tierna y
esparcías la ciencia que yo más odiaba sobre la cerveza helada todavía

amábamos a dios y a América porque no era bella

y vomitábamos café con las piernas abiertas
nos estallaban los ojos de luz roja, yo
me sentía vivo en las tormentas, conducía entre la nieve,
me tomaba fotografías en la cascada, follábamos también al norte,
que era pálido como un cuerpo seco, amábamos

a dios y / a los policías porque / amábamos
también a los miserables sin pan, como al Rock & Roll

como a los peces y las esquinas
los ascensores los cementerios las autoescuelas las comisarias
los parques los insectos la facultad los grandes almacenes
los incendios
las escaleras amé
incluso a los que jamás aparecen en poemas,
a todos esos, a los asesinos, a los violadores, a los diputados
amé hasta por los dientes

pero ahora
te regalan bicicletas
tienes palabras hermosas, genitales aplastados, tienes tu nombre
en un cuerpo ajeno
ahora ceniza sobre la carne

yo que tan solo sé destripar mariposas, que no aprendí jamás
ningún oficio que no fuera el de roca, o el de trigo de ciento, merodeador o
tierra prometida
que masturbé tu cuerpo rosado tantas veces como pude, yo
que tuve miedo de Inglaterra / amé y sin embargo
me mantengo con vida”







Muerte del Niño-Serpiente

Yo sé que van a matarte

Y no habrá salud o cisne rojo que
te vuelva los párpados.
Ni madre que cante, o te retire la muerte del resto del cuerpo

Yo sé que van a matarte.

Por querer regresar ahí, donde estuviste en la muerte de todas las cosas,
los que arrancan la carcajada del pecho triste.
De tu pecho pequeño y estallado en esfera, sembrado
en los cementerios del país.

Llovieron
En tu sonrisa de conflicto, cuando el mar se hizo roca o plomo

Con tus dedos pequeños de tiza / jugabas con balas entre los dedos mordidos /
Jugabas con tizas pequeñas

Yo sé que van a matarte y
Nadie
Te cubrirá cuando el bombardeo,
Cuando

hermosa la nana de tu muerte de niño-serpiente, en el lugar elegido
desde el que observan armados
la sangre, los otros

Yo sé que van a matarte y no habrá nadie que te despida
o te nombre

Y no habrá madre / No
No habrá madre y
las libélulas calladas te besaran la boca.






“de amor y otras sustancias”

--fragmento--

“la que alimenta tu boca y cercena tu voz, la que impide el canto del marinero, el nacimiento del dragón, el ala de avestruz
como una infección es la serpiente
la espiral que ha de resumir el proyecto de nuestras calaveras, el horror de nuestros hijos
la que colmó de óbito los sueños
y permite el asco en cualquier episodio de amor”






Como estrella abierta o ave rapaz
Buscaste refugio en la tormenta
Con un paso indecente de melodía acelerada te vi huir
Hacia lugares donde practican el amor los delincuentes
Donde las prostitutas besan artistas de nieve

Venías de la oscuridad de los coches
Y los ascensores
Y los portales con el cielo arrodillado tan cerca, así
Con el abrigo envuelto de nube
Me mirabas

Una ola de plata convertía en oración tu nombre repetido
Esperábamos un milagro eterno sobre la ciudad
Una criatura congelada
Que devolviera los momentos de las fotografías
O derribara la constelación torcida
Abierta ya en nuestras cabezas

Deseé tu cabello
y mi cuerpo,
(Aquel frío
Azul
Universo)
Se derramó a tus pies con un salvaje gesto de lluvia 







XXI

Desmesuradamente,
los llantos de la ciudad
eran aplastados en
a saber que hombros ajenos.
Un niño cantaba
con la tensión de un cadáver
apilado y correoso.
La silueta ondulada
del labio rojo silbante
emitía un insulto sonoro.
Y
una enredadera de
andamios y metales
se erigía
donde ayer cantaban los gitanos.

El muchacho de Bagdad,
convertido en una cifra,
vociferaba furioso.
Adán destrozaba
cada noche el rostro de Eva.
La desnudez era un reptil.
Los comercios, (especialistas en ti),
trazaban estudios con tu nombre.
Y nosotros,
excedentes,
uno a uno
nos volvimos
economía.

Mientras tanto,
preocupados por
El creciente desorden emocional
en los aeropuertos
El botón de stop de los ascensores
El castigo de los dioses
La promiscuidad de los adolescentes
El amor minimizado
La caída del cabello y sus consecuencias
El rutinario café de cada mañana
La genética del caracol

Olvidamos descifrar
La morfología de las estrellas.

Lo único que
Realmente importaba.








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