sábado, 25 de agosto de 2012

7554.- SILVIA TOMASA RIVERA




Silvia Tomasa Rivera
Nació en El Higo, Veracruz, MÉXICO el 7 de marzo de 1955. Poeta. Fue coordinadora de los talleres de literatura del CREA. Colaboradora de El Nacional, Gilgamesh, La Gaceta del FCE, La Jornada, Nexos, Punto de Partida, Sábado, y Siempre!. Becaria del INBA/FONAPAS, en poesía, 1982. Miembro del SNCA desde 1994. Premio de Poesía Paula de Allende UAQ 1987 por El tiempo tiene miedo. Premio Nacional de Poesía Jaime Sabines 1988 por el libro Por el camino del mar, camino de piedra. Premio de Poesía Alfonso Reyes 1991. Premio Nacional de Obra de Teatro para Niños 1991 por Alex y los monstruos de la lomita. Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 1997 por Alta montaña. OBRA PUBLICADA: Poesía: Duelo de espadas, Punto de Partida, 1984; FCE, Letras Mexicanas, 1987. || Poemas al desconocido/poemas a la desconocida, Penélope, Libros del Salmón, 1984; Verdehalago/CONACULTA, La Centena, 2002. || Será esto el mar (colectivo), UNAM, Punto de Partida, 1984. || Apuntes de abril, UV, Ficción, 1986. || El tiempo tiene miedo, UAQ/Gob. del Edo. de Querétaro, 1989. || La rebelión de los solitarios, El Nacional, 1990. || La rebelión de los solitarios y El sueño de Valquiria, Gob. del Edo. de Veracruz, Escritores Veracruzanos, Los Voladores, 1991; CONACULTA/ICA, Los Cincuenta, 1994. || Cazador, UNAM, El Ala del Tigre, 1993. || Vuelo de sombras, Cal y Arena, 1994. || Alta montaña, Montever, Veracruz, 1997. || Los caballos del mar, IVEC, Atarazanas, 2000. || Luna trashumante, UANL, 2006. 



LOS PECHOS DE MAGALY

Los pechos de Magaly
son dos enormes girasoles
que penden de su cuerpo.
Atropellan desconocidos
y se desbordan sin recelo.
La cintura no es estrecha,
pero la curva de sus caderas
es como para entrar en su vida
y no salir sobria.
Su monte de venus…
un inmenso clavel negro.
Yo quisiera leer los pechos de Magaly
y encontrar a Dios entre sus piernas.






EL OLOR  a madera viene de tus piernas,
allí comienza el bosque.
Las alimañas salen y cosquillean
hasta perder.
El vientre respira.
Nada es desconocido pero descubro
una planta carnívora en el centro,
crecen las hojas, me atrapan, saborean mis pedazos.
El solo espíritu queda flotando
alrededor de un cuerpo que no existe.

La dicha inmerecida. Ahora abril es cierto,
el tiempo es cierto, ya lo vemos pasar
en este instante
porque antes estuvo detenido.





El Deseo

El deseo: pájaro negro en la noche,
abre sus alas y golpea.
Muerta el alma el deseo la hace espuma,
los caballos del mar ya no están quietos,
se exaltan y pierden.
El hombre se mueve, en esa marea
ahoga sus sentidos.
El deseo, no es un sentir apenas,
yo lo he visto
enrojecer los labios de los muertos.





Fin De Fiesta

Porque no tengo necesidad de hablar
estoy callada.
Suena triste pero es más verdad que el silencio.
Anoche hablé hasta que me dolió la comisura
de los labios.
Pero anoche era un tigre.
Ahora soy aquella, la hija del hombre:
sin mañana
sin semilla
sin voz.
Sólo una idea perdida
entre la ropa sucia.





La Ciudad 

I

De la ciudad
no puedo decir nada
porque llegué dormida
como quien llega al mar
a no pensar.

II

Vivir en la ciudad
es como un sueño largo
uno no sabe nunca
cuándo va a bostezar
y empieza el despertar.

III

La ciudad
es una vaca echada
nadie la vio pasar
pero llegaron a sus ubres
a aprender a mamar.

IV

De la ciudad
no amo a los que dicen
que quieren regresar
la ciudad se hizo para hablar
el mar para callar.

V

La ciudad
tiene el alma de todos
en un hilo invisible
que estrangula las ganas
de llorar.

VI

En la ciudad sólo viven
los que tienen valor
para no regresar
a morderse los sueños
en el mar.






Camino de tierra

En el camino de tierra está la luz 
luna de siempre que habitan los fantasmas. 
A veces escarcha, humedad de trigales. 
El hombre solo va, 
capoteando un brillo de serpiente.

Es la noche en la tierra 
en el campo verdoso e infinito 
es un pájaro muerto por el hambre: 
escopeta cargada de silencio. 
Mismo dolor de siempre, ya sin hora. 
El hombre a tientas va 
con la capa de espinas en sus plantas. 
¿Quién no olvida el morir, quién 
se lo calla? 
Eco sin grito, piquete de alacrán, 
con la lengua entumida mira el tiempo.

Mira el tiempo lo mismo que el abismo 
como el agua corriendo entre sus piernas, 
puente de piedra, fuerte en madrugada 
fuga de sangre, aullido. 
No se sabe de balas ni de espadas 
Nada más los aviones dejan huella 
y un ruido sordo sobre los techos 
otra vez y apenas construidos 
entre aires de ceniza.

Es hora de empezar, 
la madrugada se hunde entre los poros 
la paloma despierta, 
una mano de lágrima la encubre. 
Aquí no pasa nada 
sólo los chupamirtos entorpecen 
el murmullo del agua.  

Sólo si llega el sol habrá noticias 
antes nada.

Las muchachas ahora se dispersan 
en sus manos sostienen 
el cántaro del sueño: 
vayan juntas, les gritan 
con una sola voz que ellas conocen. 
Pero no tienen miedo las muchachas 
porque el aire les sobre 
porque la muerte —a veces— ni mirarla.





SILVIA TOMASA RIVERA: MONTAÑA Y POESÍA COMO GUARIDA

Por Angélica Abelleyra 

Es adicta al silencio, a la montaña y a la poesía. Los tres elementos la conforman, hacen que en apariencia se esfume del escenario cultural y la devuelven con libros de vez en vez. Libros llenos de erotismo, intensidad y misticismo que convierten a Silvia Tomasa Rivera (El Higo, Veracruz, 1956) en una de las presencias poéticas más sólidas de México.

Me hundí en ti, suave,/ como un durazno que resbala
de las manos de un niño.

Como agua/ en la resequedad
de la tierra/ de los viñedos del norte.

Sin miramientos,/ limpia y húmeda,
entré en tu boca/ como un racimo de uvas.

"Vitalidad, veracidad y frescura" han sido rasgos de su palabra escrita, como lo señaló José Joaquín Blanco en 1984 con motivo de la primera edición de Poemas al desconocido/ Poemas a la desconocida. A partir de entonces, lo que tenemos ante nuestros ojos de la poeta es una suma de profundidad, gozo, desnudez, abandono, revolcadero, eros, transgresión, infiernos, soledades y vértigo.

Una escritura que apunta hacia lo más lejano y lo más inmediato a la vez para que trastoque las vivencias del mundo.

Ferozmente crítica y rabiosamente heterosexual, a decir de Efraín Bartolomé, Silvia Tomasa Rivera nació con ese don peligroso, la poesía. Y si la vida es fuego —recordó el chiapaneco— el poeta es el madero que se quema con más fuerza.

Serías capaz/ de retener 
en tu pecho/ una paloma
hasta hacer a la pobre
renegar del vuelo
besarías sus alas/ más que por desearlo
por sentir cómo tiembla/ entre tus manos

Con una obra reconocida por la crítica y, sobre todo, por sus lectores, la veracruzana ha recibido múltiples premios como los Nacionales de Poesía Carlos Pellicer (1997) Alfonso Reyes (1991), Jaime Sabines (1988) y Paula de Allende (1987) por obra diseminada en los libros La rebelión de los solitarios/ El sueño de la Valquiria y Altamontaña; Por el camino del mar. Camino de piedra; El tiempo tiene miedo y Cazador, por mencionar algunos.

El más reciente vio la luz a mediados de 2005 con el título Como las uvas (Editorial Boca del Jaguar, 2005): una reunión de frutos gozosos de la temperamental "Dama de las Caguamas" que en el poemario habla de un amor absoluto y también del desencadenamiento de la pasión entre adictos.

Se trata de vivir,/ permanecer expuesto.
Un minuto de risa/ por el que ama
hasta los vertederos de la sangre.
Por el que agita los sueños/ en el polvo.

Un minuto de duelo/ por el que sabe
que no hay mar sin derrota,
ni corazón que se abra
prontamente al olvido.

Formada en los talleres de poesía de Raúl Renán y de Carlos Illescas, ha colaborado en La Jornada, Nexos y en suplementos como La cultura en México (de la revista Siempre!). También ha hecho teatro para niños: la pieza Alex y los monstruos de la lomita recibió en 1991 el premio en dicha categoría y algunos poemas han sido musicalizados por Emilia Almazán.

Ahora, en parajes veracruzanos cerca de las montañas o en Xalapa, coordina el taller de poesía de El Ágora de la ciudad y el suplemento cultural La Valquiria, del Diario de Xalapa. Cuenta con los poemarios inéditos: Palabra ilegal, Legión de cuervos, La Halconera y Tiempos divinos (sobre dioses prehispánicos), todos en busca de editor.

De vez en cuando baja de la montaña y viene a la ciudad para encontrar caminos de difusión de su trabajo, contra viento y marea, a pesar de que —dice— la novela le comió el mandado a la poesía ante el desinterés que las instancias oficiales de cultura muestran ante la producción en el género surgida en muchos estados del interior del país.

Por estos días, esta amante del vino y las palabrotas, de labios carmín y un constante desafío al silencio y al estruendo que la seducen, se afana en seguirle los pasos a Santa Teresa. La estudia, la saborea junto a una botella de cerveza o un tinto, para aprehender algo de esa sensibilidad que escribió: "No quiero tener libertad; su sólo nombre me aterra; me siento débil, frágil y por esto he querido unirme a la fortaleza de mi Dios."

El mundo/ es una lengua
que se angosta,/ sube por las axilas,
desciende por los pechos,
da un rodeo por el vientre/
y se arroja/ a la desembocadura de los ríos,
en un mar sin retorno.


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