miércoles, 16 de mayo de 2012

VALERY LARBAUD [6.853]


Valery Larbaud 

(Vichy, 29 de agosto de 1881 - Vichy, 2 de febrero de 1957) fue un escritor, poeta, ensayista, crítico literario y traductor francés.

Hijo único del farmacéutico Nicolas Larbaud, que tenía cincuenta y nueve años al nacer él, y que dio su nombre a un famoso manantial termal llamado Larbaud-Saint Yorre, y de Isabelle Bureau des Etivaux (38 años). 

No tenía más que ocho años cuando murió su padre en 1889, y fue educado férreamente por su madre y su tía. Consiguió emanciparse de su madre en 1902 y en esta fecha inició una serie de intermitentes viajes por Europa. Estuvo primeramente en el colegio de Sainte-Barbe-des-Champs, en Fontenay-aux-Roses, "antigua escuela más cosmopolita que una exposición internacional". Allí figuraron entre sus condiscipulos varios jóvenes sudamericanos; y así, pudo afirmar más tarde que el mundo hispánico era su segunda patria. 

Terminada la enseñanza secundaria en el liceo parisiense Henri IV frecuentó la Sorbona. En 1908 publica, junto con un cuento, sus Poèmes d'un riche amateur, que atribuye a su heterónimo Archibald Olson Barnabooth, poeta sin patria nacido en Arequipa y ciudadano de Nueva York. Ese mismo año obtuvo una licenciatura en letras y gracias a la fortuna familiar (su padre era propetario de la fuente de agua de Vichy Saint-Yorre) gozó (al principio) de una vida sin malestares económicos que le permitió viajar por toda Europa con todo tipo de lujos; llevó además una vida de dandy a través de numerosas estaciones termales ya que se resentía de una precaria salud. Entonces, dividió su tiempo entre París, Argelia y el Borbounnais nativo. 

Su novela Fermina Márquez, consagrada a los amores de la adolescencia y a menudo comparada al Grand Meaulnes de Alain-Fournier, obtuvo algunos votos para el premio Goncourt en 1911. Escribió también los cuentos de De la tierna edad (Enfantines) y los relatos de Amantes, felices amantes. Como ensayista destacó y no poco gracias a sus dotes de excelente y culto lector; en este terreno su mayor colaboración es Ce vice impuni, la lecture. 

Hablaba a la perfección y traducía alemán, inglés, italiano y español, y en cada uno de estos idiomas propició la recuperación de escritores olvidados y fomentó el intercambio entre los distintos dominios; dio a conocer las grandes obras extranjeras a través de su pericia como traductor de, por ejemplo, Samuel Butler, James Joyce, Shakespeare, Coleridge, Hopkins, Walt Whitman, G. K. Chesterton o Bennet del ámbito anglosajón, o de José Asunción Silva, Gabriel Miró, Ramón Gómez de la Serna, Ricardo Güiraldes, Alfonso Reyes y Mariano Azuela en el ámbito hispánico. Fue amigo de Charles-Louis Philippe, André Gide, Léon-Paul Fargue y Jean Aubry, que fue su biógrafo. Aquejado de hemiplejia y afasia en noviembre de 1935, terminó sus últimos veintidós años de vida recluido después de haber dilapidado toda su fortuna (vendió sus propìedades y su biblioteca de quince mil volúmenes en 1948). Murió en 1957 y no dejó descendencia. 

Sus obras han sido publicadas en la colección la Pléyade en Gallimard entre 1957 y 1984.

Obra

Poèmes par un riche amateur (1908)
Fermina Márquez (1911)
A.O. Barnabooth (1913)
Enfantines (1918)
Amants, heureux amants (1923)
Beauté, mon beau souci (1920)
Ce Vice impuni la lecture (1925)
Jaune bleu blanc (1927)
Aux couleurs de Rome (1938)
Sous l'invocation de Saint Jerome (1946)

Edición en español

Larbaud, Valery (2002). Amantes, felices amantes. Ediciones Igitur. ISBN 978-84-95142-22-1.
Larbaud, Valery (2000). De la tierna edad. Ediciones Igitur. ISBN 978-84-95142-06-1.
Larbaud, Valery (1984). Diario íntimo (1917-1920). Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert. ISBN 978-84-505-0359-3.
Larbaud, Valery. Fermina Márquez. Espasa-Calpe. ISBN 978-84-239-0040-4.
Larbaud, Valery (2005). Obra completa de A.D. Barnabooth: el pobre camisero; Poesías; Diario íntimo. Ediciones Igitur. ISBN 978-84-95142-34-4.
Larbaud, Valery (1988). Obra completa de A.O. Barnabooth. Trieste. ISBN 978-84-85762-68-2.
Larbaud, Valery (2001). Las poesías de A.O. Barnabooth. Editorial Pre-Textos. ISBN 978-84-8191-374-3.




Prête-moi ton grand bruit

Oda

Préstame tu gran ruido, tu gran andar tan dulce,
Tu deslizamiento nocturno a través de la Europa iluminada
¡Oh tren de lujo! y la angustiosa música
Que se enreda a lo largo de tus pasillos de cuero dorado,
Mientras que tras las puertas laqueadas, de picaportes de cobre pesado,
Duermen los millonarios.

Recorro canturreando tus pasillos
Y sigo tu carrera hacia Viena y Budapesth,
Mezclando mi voz a tus cien mil voces,
¡Oh Tren-Acordeón!

He sentido por vez primera toda la dulzura de vivir,
En un camarote del Nord-Express, entre Wirballen y Pskow.
Resbalábase a través de las praderas donde pastores,
Al pie de grupos de grandes árboles semejantes a colinas,
Estaban vestidos de pieles de corderos crudas y sucias…
(Ocho de la mañana de otoño, la bella cantatriz
De ojos violetas cantaba en la cabina de al lado).

¡Y vosotros, grandes vidrios a través de los cuales he visto pasar la Siberia y los montes del Sammiun,
La Castilla áspera y sin flores, y la mar de Mármara bajo una lluvia tibia!

Prestadme, oh Orient-Express, Sud-Brenner-Bahn, prestadme
Vuestros milagrosos ruidos sordos y
Vuestras vibrantes voces de reclamo;
Prestadme la respiración ligera y fácil
De las locomotoras altas y delgadas, de movimientos
Tan cómodos, las locomotoras de los rápidos,
Precediendo sin esfuerzo cuatro vagones amarillos con letras de oro
En las soledades montañesas de la Serbia,
Y, más lejos, a través de la Bulgaria llena de rosas…

¡Ah! es necesario que esos ruidos y que ese movimiento
Entren en mis poemas y digan
Por mí una vida indecible, mi vida
De niño que nada quiere saber, sino
Esperar eternamente cosas vagas.

[Poésies de A.O. Barnabooth, 1913]

Traducido por Evar Méndez y Francisco Luis Bernárdez (Martín Fierro, 2ª época, N° 16, Buenos Aires, mayo 5 de 1925)





A M. Valery Larbaud

Para la amiga que vivía en la rue Trois Madones.
Todo esto, amigo Valerio, es muy bonito,
sobre todo la inmovilidad palpitante bajo el lento pasar de los cielos /
y este viaje estival a la sombra del vapor del barco...
O bien, esas mañanas soleadas de enero en la sala del primer
piso del casino, /
en la despierta ciudad de porcelana con su centro de mesa de palmeras
al borde del mar, /
cuando estás solo y sientes rugir dentro de ti
al Francés, como el tronar de un órgano.
¡Ojalá conmigo, tu compañero de tantos años, hubiese
un modo de saltar fuera de estos tiempos, de este fin de Edad Media, de estas pobres últimas modas París Londres Viena, /
hacia el sol y el aire tibio del Imperio!
¿Como esos peces rojos de Valbois en los días tórridos,
fuera de lo que aquel hombre, en tu casa materna, llamaba:
"El Acuarium"?

A.O. Barnabooth  (Heterónimo de Valery Larbaud)





UN ESCRITOR MARAVILLOSO: VALERY LARBAUD

Apareció hace poco una reseña acerca de un nuevo libro  de Pessoa, llamado "Un corazón de nadie", una antología  poética de entre 1913 y 1935. El hombre de los 136 heterónimos, es nombrado por el autor de la nota (Rafael Toriz) "Sin lugar a dudas, el más grande poeta del siglo XX".
  
Esas definiciones, incómodas por donde se las mire, sirven sin embargo para hacernos pensar algunas cosas. Que no me propongo explicar, dilucidar o corregir ahora.

De hecho, creo que cada amante de la literatura tiene su propio "el más grande" y en mi caso no dudaría en situar a Don Fernando y sus 136 heterónimos en los alrededores de esa inocupable posición. 

Pero hoy quiero hablar de otro poeta, a quien nadie se animaría a proponer como rey de los poetas del siglo. Un hombre de gran modestia, que debido a esa condición no escribió mucho. Además de sufrir la desgracia de tener un accidente cerebro-vascular cuando sólo contaba 54 años, que lo paralizó del lado derecho y, durante un buen tiempo, lo dejó mudo. A partir de ahí, padeció una afasia de Broca, a pesar de la cual, repetía una frase compleja, algo muy inusual en ese tipo de trastorno: "Bonsoir les choses d'ici-bas", literalmente "Buenas noches, cosas de ahí abajo", o bien: "Buenas noches, cosas de este mundo". No perdió su capacidad de leer o pensar, pero ya no volvió a escribir. Pasó los últimos 22 años de su vida encerrado en su casa, revisando su obra, escuchando radio o leyendo el Petit Larousse Ilustrado.

Valery Larbaud nació en Vichy, Francia, el 29 de agosto de 1881. (Kafka es del 83 y Pessoa del 88). Era el único hijo de Nicolas Larbaud, el millonario farmacólogo dueño de las fuentes de aguas minerales Vichy, y de Isabelle Bureau. El padre tenía 59 años cuando nació Valery y murió 8 años después de su venida al mundo. A partir de ahí debió soportar la sobreprotección materna, un tema que lo acompañó -valga el sentido ambiguo de la frase- gran parte de su vida, ya que la madre administraba la fortuna familiar a partir de la muerte de Nicolas Larbaud.

Así y todo, desde la mayoría de edad (a los 18) hasta los 54 años, cuando sufrió un derrame cerebral, Larbaud viajó por donde quisiera, del mismo modo que su riche amateur Barnabooth. Con ciertas limitaciones: prefería estar en tierra firme antes que embarcado y jamás tomó un avión.

Según atribuye a su heterónimo, Archibald Olsson Barnabooth, su vida intelectual floreció a partir de conocer a una  mujer cinco años mayor que él, Anastasia Retzuch, que se  convirtió en su amante, hasta la muerte de ella. Al llegar a  la mayoría de edad comenzó a ubicar su gran fortuna en manos de consejeros capaces, para poder viajar y escribir, sus  dos nuevas pasiones.

Se casó en 1922 con Maria Angela Nebbia, de Génova y ésta permaneció siendo su devota compañera hasta la muerte del escritor, en París, en 1957.

Ya desde muy joven está decepcionado por la injusticia y la hipocresía del mundo, desplegando un juvenil y fresco cinismo, que proyecta en su álter-ego, verdadero heterónimo anticipatorio. Larbaud pagó por la edición de El libro de Barnabooth, precedido por una vida de Barnabooth por X.M. Tournier de Zamble el 4 de julio de 1908. Octavio Paz, en su ensayo "El desconocido de sí mismo", de 1961, cuenta que existe una gran probabilidad de que Larbaud haya influido en el uso de los heterónimos por parte de Pessoa, ya que éste inventó sus personajes de Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Ricardo Reis un año después de esa publicación, que según consta, Pessoa leyó.

Ese libro, que luego se conoció como Obra completa de A.O. Barnabooth, es el eje de la obra más original de este maravilloso poeta. 

La obra poética de Valery Larbaud no es muy extensa. Tampoco es necesario que lo sea. O sí. Pero en otro sentido, el mismo en el que es tremendamente lamentable la muerte de W.G. Sebald en plena producción. ¡Cuánto ha perdido la humanidad -me animo a decir- con la incompletud de la obra de estos dos grandes escritores!

He aquí las mejores versiones que he logrado de algunos poemas de Larbaud, el sutil, el íntimo, el malogrado, algo nostálgico y maravilloso poeta Valery Larbaud.



                                EL DON DE MI MISMO

Me ofrezco a cada cual como una recompensa;
Os la entrego antes incluso de que la hayáis merecido.

Hay algo en mí,
En el fondo de mí, en el centro de mí,
Algo infinitamente árido
Como la cima de las más altas montañas;
Algo comparable al punto muerto de la retina,
Y sin eco,
Y que sin embargo ve y oye;
Un ser con vida propia que, no obstante,
Vive toda mi propia vida, y escucha, impasible,
Toda la palabrería de mi conciencia.

Un ser hecho de nada, si es que esto es posible,
Insensible a mis sufrimientos físicos,
Que no llora cuando lloro,
Que no ríe cuando río,
Que no se ruboriza cuando cometo una acción vergonzante,
Que no gime cuando mi corazón es herido;
Que permanece inmóvil y no da consejos,
Pero que eternamente dice:
"Yo estoy aquí, indiferente a todo".

Tal vez sea tan vacío como el vacío,
Pero tan grande a la vez que el Bien y el Mal juntos
No pueden llenarlo,
El odio en él muere de asfixia,
Y el mayor amor jamás puede penetrarlo.
Tomad cuanto soy: el sentido de estos poemas,
No lo que puede ser leído, sino lo que a pesar mío se trasunta;
Tomadlo, tomadlo, no tendréis nada.
Y adonde quiera que yo vaya, por el universo entero,
Encuentro siempre
Fuera de mí como en mí,
El incolmable Vacío,
La inconquistable Nada.



                                       CARPE DIEM

Retén este triste día de invierno sobre el mar gris,
De un gris suave, la tierra es azul y el cielo bajo
Parecen al mismo tiempo desesperanza y ternura;
Y mira la sala del pequeño albergue
Tan feliz y radiante los domingos de verano,
Y nosotros estamos solos hoy, recién venidos
De Nápoles, no para ver las Bahías ni la entrada de los
                                                                       [Infiernos,
Sino para recordarnos melancólicamente.

Retén este triste día de invierno sobre el mar gris,
Amiga mía, ¡ah mi querida amiga, mi compañera!
Creo que es igual al día
En que Horacio compuso la oda a Leuconoé.
Era invierno también entonces, como el invierno
Que hoy abate el Mar Tirreno contra las rocas
Un día como éste en el que desearíamos
alejar las inquietudes y emprender tareas humildes,
Ser sabio en medio de la naturaleza severa,
Y hablar lentamente mirando el mar...

Recoge este triste día de invierno sobre el mar gris...
¿Te acuerdas de Marienlyst? (¡Ah!, ¿en qué orilla
Y en qué estación estamos? No lo sé.)
Se llega a Elsinor, en verano, a través de un césped
Pálido; allí, la tumba de Hamlet y un hotel
Con alumbrado eléctrico, con todo el confort moderno.
Fue un verano del Norte, luminoso, apenas velado.
Recuerda: se veía enfrente la costa sueca,
Azul, como el perfil lejano de Italia.
¡Ah! ¿Amas tanto este día como yo lo amo?

Retén este triste día de invierno sobre el mar gris...
¡Ah, haber pasado toda mi vida en Elsinor!
El puentecito danés junto a la estación de tren,
es tranquilo como el puente definitivo de la existencia.
Vivir danesamente en la dulzura danesa
De esta ciudad donde se alza un castillo con cúpulas de
                                                                             [bronce
cubiertas de verdín; vivir en la inocencia, sí,
De no importa qué pequeña ciudad, en cualquier parte,
Donde todo el mundo sea pensativo y silencioso,
Y donde se espere apaciblemente la muerte.

Reten este triste día de invierno sobre el mar gris,
Y déjame esconder mis ojos en tus manos frescas;
Necesito paz y dulzura, ah hermana mía.
Sé mi heroína, mi Pallas protectora,
Sé mi refugio cierto y mi pequeña aldea;
Esta noche, mi Socorro, yo soy una humilde mujer
Que sólo sabe estar inquieta y ser amada.




      SCHVENINGEN,  FUERA DE TEMPORADA

En el pequeño bar luminoso de bien pulidos muebles,
Bebimos largamente licores ingleses;
Había una cálida intimidad tras las cortinas cerradas.
Afuera, el viento de mar hacía temblar a las sillas.

Era como el salón fumador de los barcos o de los trenes:
Yo tenía el corazón en un puño al igual que en los viajes;
Me sentía enternecido, distante y afable;
Estaba como un niño juicioso y muy angustiado.

¡Qué calma alrededor, sin embargo!
La gente susurrando secretos en torno a la barra.
¡Ah, cómo pequeño es uno, qué de rodillas está uno
Ciertas tardes-noches al sentiros tan cercanas, 
Olas inmensas!


                               


                           ALMA PERDIDA*

A ustedes, aspiraciones vagas; entusiasmos;
Pensamientos de sobremesa; impulsos del corazón;
Enternecimiento que sigue a la satisfacción de las urgen-
                                                                   [cias naturales;
Destellos de genio; zozobra
Del proceso digestivo; apaciguamiento
De la digestión bien hecha; alegrías sin causa;
Trastornos circulatorios; recuerdos de amor;
Perfume de benjuí del baño matutino; sueños de amor;
Mi tremendo gracejo castellano, mi inmensa
Tristeza puritana, mis gustos especiales;
Chocolate, bombones azucarados que casi arden; bebidas
                                                                              [heladas;
Cigarros narcóticos; y ustedes, cigarrillos adormecedores;
Alegrías de la velocidad; dulzura de estar sentado; bondad
Del sueño en la completa oscuridad;
Gran poesía de de las cosas más banales; hechos diversos;
Viajes; gitanos; paseos en trineo; lluvia sobre el mar;
Locura de la noche febril, solo entre algunos libros;
Altibajos de la temperatura y del temperamento;
Instantes que retornan de otra vida; recuerdos, profecías;
Oh esplendores de la vida común y de la rutina ordinaria,
Es toda suya esta alma perdida.

* El título original está escrito en castellano. A Larbaud,
que vivió bastante tiempo en España, le encantaba la cul-
tura latina. Una de sus obras más conocidas es "Fermina
Márquez".
                   


                                   MERS-EL-KEBIR

Amo este pueblo, donde bajo los naranjos, 
Sin verse, dos muchachas se cuentan sus amores
En dos infinitamente plañideras mandolinas.
Y amo esta posada, porque en el patio
Las criadas cantan en la tibieza de la tarde 
La dulzura de "La Paloma". Escucha a la paloma que
                                                                [bate sus alas...
Anhelo de mi propio pueblo, tan lejano, nostalgia
De las antípodas, de la gran avenida de los volcanes
                                                                   [inmensos;
¡Oh lágrimas que afloran, lavad todos mis pecados!
Soy la paloma lastimada, soy los naranjos,
Y soy este instante que pasa y la tarde africana,
Mi alma y las voces unidas de las mandolinas.




                               LO INNOMBRABLE

Cuando esté muerto, cuando sea uno de nuestros queridos
                                                                               [muertos
(Al menos, ¿me recordaréis un poco, pasantes
Con los que tantas veces me he codeado en las calles?)
¿Quedarán en estos poemas algunas imágenes
De tantos países, de tantas miradas, y de todos esos rostros
Entrevistos bruscamente entre la muchedumbre en movi-
                                                                                 [miento?
Anduve entre vosotros, cuidándome de los coches
Igual que vosotros y deteniéndome 
como vosotros ante las vidrieras.
Con mis ojos les hice cumplidos a las Damas;
Caminé, feliz, hacia los placeres y hacia la gloria,
Creyendo de corazón que eran alcanzables;
Caminé entre el rebaño con deleite,
Porque nosotros somos parte del rebaño, yo y mis aspiracio-
                                                                                         [nes.
Y si soy un poco diferente, ay, de todos ustedes,
Es porque veo,
Aquí, entre vosotros, como una aparición divina,
Ante la que me lanzo para que al menos me roce,
Infamada, ignorada, exiliada,
Diez veces misteriosa,
La Belleza Invisible.
                                  




                         (CIUDADES Y MÁS CIUDADES)

Ciudades y más ciudades;
Tengo recuerdos de ciudades como se tienen recuerdos de
                                                                               [amores;
¿Para qué hablar de ello? A veces, sin embargo,
Por la noche, sueño que estoy en tal sitio, o bien tal otro,
Y por la mañana me despierto con deseos de un viaje.

¡Oh, Dios mío, tener que morir!
Tener que acompañar a este cuerpo en la enfermedad y en
                                                                               [la muerte
Cuando sólo lo he conocido en el pecado y en la dicha;
¡Oh vidrieras de las tiendas en las grandes arterias de las
                                                                               [capitales,
Un día dejaréis de reflejar el rostro de este transeúnte.
Tantos viajes en paquebotes, en trenes de lujo,
¿Acabarán en el hoyo de una tumba?
Meterán en una caja a este innato vagabundo,
Cerrarán la tapa, y todo habrá sido dicho.

Ah, que me sea dado, aunque sea una vez más,
Regresar a los sitios que amé, como
La plaza de Pacífico en Sevilla;
La Chiaja fresca y llena de gente;
El jardín botánico de Nápoles
El helecho arborescente y ese árbol-niña
Que quiero tanto, y también
La sombra ligera de los pimenteros de la avenida de Kefisia;
La plaza de Vieja Falera, el puerto de Municia, y también
Las viñas de Lesbos y sus frondosos olivos
Donde grabé mi nombre de poeta lírico;
Y aún más
Cierta playa de Quersoneso, cercana a Sebastopol,
Donde el mar se ve entre ruinas, y un sabio
Enseña con amor un horrendo ídolo kirguinzo,
Morrudo, con una sonrisa idiota entre sus mejillas infladas.
Y sobre todo, ¡sobre todo!
Karkov,
Donde sentí por primera vez,
Que el suspiro de la virgen de la Musa agitaba mi pecho
                                                                            [temeroso;
Una ciudad para mí
Cúpulas de oro en medio de soledades,
Palacios en el desierto, cálido sol a lo lejos sobre el polvo;
Y, en sus barrios pobres,
Los mil anuncios de vendedores de ropa,
Y casas bajas con muros blancos cubiertos
De grandes dibujos de monigotes, sin cabeza...


En castellano están editados, además de Fermina Márquez, dos libros de relatos de Larbaud:

Amantes, felices amantes, Igitur, De la tierna edad, Igitur, 2000.

Habría que agregar el Journal, 1912-1935. Galimard, 1955.
De las 385 páginas de este magnífico libro, 237 son en versión bilingüe (francés-inglés).

BIBLIOGRAFÍA

V.L. Obra Completa de A.O. Barnabooth. Prefacio de Héctor Bianciotti. Traducción y prólogo de Adolfo García Ortega. Igitur, 2005.

V.L. Obras escogidas de A.O. Barnabooth. Traducción y  prólogo de Ulalume González de León. Vuelta, 1987.

V.L. An Homage to Jerome. Patron Saint of Translators. Translation and Preface by Jean-Paul de Chezet. The  Marlboro Press, 1984.

V.L. The Poems of A.O. Barnabooth. Translated by Ron Padgett & Bill Zavatsky. Black Widow Press, 2008.

V.L. A.O. Barnabooth. His Diary. Introduction by Alan Jenkins. Translated by Gilbert Cannan. Quartet Encounters, 1991.
  

NOTAS

1. Karkov o Jarkov (sur de Rusia). Por la noche retomo la lectura de un logrado milhojas de Florian Illies, titulado "1913.  Un año hace cien años". En la pág. 118, esta mención: "Cuando Maiakovski sube al escenario en Simferopol con un blusón de rayas negras y amarillas, los furiosos asistentes le gritan: "¡Fuera, fuera!" De manera que esa noche Maiacovski  no se pone el esmoquin rosa que lució la víspera en Jarkov."

2. Acotación de Patrick Modiano, en Dora Bruder. "Me sabía de memoria frases enteras de ese libro [habla de Milagro de la rosa, de Jean Genet]. Me viene una de ellas a la cabeza: 'Aquel niño me enseñaba que el verdadero fondo del argot parisino es la ternura entristecida". Si bien Larbaud no es propiamente un parisino, creo que puede decirse que es un rasgo de su poesía esa 'ternura entristecida'.

Publicado por Robert Rivas
http://inutilesmisterios.blogspot.com.es/




Le don de soi-même 

Je m'offre à chacun comme sa récompense ;
Je vous la donne même avant que vous l'ayez méritée.

Il y a quelque chose en moi,
Au fond de moi, au centre de moi,
Quelque chose d'infiniment aride
Comme le sommet des plus abruptes montagnes ;
Quelque chose de comparable au point mort de la rétine,

Et sans écho,
Et qui pourtant voit et entend ;
Un être ayant une vie propre, et qui, cependant,
Vit toute ma vie, et écoute, impassible,
Tous les bavardages de ma conscience.

Un être fait de néant, si c'est possible,
Insensible à mes souffrances physiques,
Qui ne pleure pas quand je pleure,
Qui ne rit pas quand je ris,
Qui ne rougit pas quand je commets une action honteuse,
Et qui ne gémit pas quand mon coeur est blessé ;
Qui se tient immobile et ne donne pas de conseils,
Mais semble dire éternellement :
"Je suis là, indifférent à tout".

C'est peut-être du vide comme est le vide,
Mais si grand que le Bien et le Mal ensemble
Ne le remplissent pas.
La haine y meurt d'asphyxie,
Et le plus grand amour n'y pénètre jamais.

Prenez donc tout de moi : le sens de mes poèmes,
Non ce qu'on lit, mais ce qui paraît au travers malgré moi :
Prenez, prenez, vous n'avez rien.
Et où que j'aille, dans l'univers entier,
Je rencontre toujours,
Hors de moi comme en moi,
L'irremplissable Vide,
L'inconquérable Rien.




No hay comentarios:

Publicar un comentario