martes, 1 de mayo de 2012

6624.- MONCHO AZUAGA



MONCHO AZUAGA: Poeta, narrador, dramaturgo y actor. Nació en Asunción el 11 de diciembre de 1952, hijo de Leonardo Sosa Ruiz y Mercedes Azuaga. Su verdadero nombre es RAMÓN SOSA AZUAGA.

Es uno de los talentos literarios más prolíficos y más galardonados de su generación. Abogado por la Universidad Católica de su ciudad natal, es también Licenciado en Filosofía y realizó cursos completos de Doctorado en Filosofía en la Universidad Nacional de Asunción y tomó parte en numerosos seminarios y talleres sobre Derechos Humanos, Educación y Jurídica Popular en Guatemala, Uruguay, Brasil y Bolivia.

Es Miembro Fundador del Taller de Poesía “Manuel Ortiz Guerrero”, comunidad de poetas pertenecientes a la denominada promoción del 80. Integró grupos de teatro independiente entre los que se cuentan "Ta'anga" y “GTU”. Fue fundador del CEPATE (Centro Paraguayo de Teatro) y cofundador de la Sociedad de Escritores del Paraguay. Integró el Consejo Directivo del Pen Club del Paraguay y se desempeñó como coeditor del sello "Ediciones Taller" y de la revista cultural "Cabichu'i 2". Es también miembro ejecutivo del Servicio Ecuménico de Promoción Alternativa, entidad de apoyo social, capacitación en Derechos Humanos y desarrollo solidario, Miembro Fundador del Grupo Cultural "Che Burrito Lambaré" y asesor de Coordinadoras Vecinales.

Su vasta producción literaria incluye las siguientes obras publicadas: "Y NO SOLO ES CUESTIÓN DE MARIPOSAS (Teatro, Panamá 1976), "EN MOSCAS CERRADAS" (Teatro, Panamá 1977), “RASMUDEL” (Novela, 1986), "JIRONES DE ESPERA" (Poesía, 1986), "BAJO LOS VIENTOS DEL SUR" (Poesía, 1986), "ARTO CULTURAL" (Cuentos, 1986), "CIUDAD SITIADA" (Poesía, 1989), "CELDA 12" (Novela, 1996).

Entre sus obras teatrales estrenadas figuran "LOS NIÑOS DE LA CALLE" (1988, Grupo de Teatro Universidad Católica), "SAGRADA FAMILIA" (1989, Sala Estudio de la Cooperativa Universitaria), "LA NOCHE DE SAN BLAS" (1989, Grupo de Teatro Tape Apóvo de Benjamín Aceval), "TUKU KARÚ” (1989, Grupo El Farol de Villa Hayes), "SALVEN A MATILDE" (1989, Grupo de Teatro Universidad Católica), "DECIDAMOS JUAN" (1989, Grupo Independiente de Promoción Cívica), "PROIBIDO EN LA PLASA LO NIÑO Y LO PERROS" (1990, Grupo de Teatro Independiente en Defensa de los Derechos del Niño), "CUANDO LOS ANIMALES ASALTARON LA CIUDAD” (Elenco Municipal de la Ciudad de Asunción, EMCA), "PARADA MEMORIOSA EN BUSCA DE LA PATRIA PERDIDA" (EMCA), "ÑANDE PESEBRE" (1996, Grupo Che Burrito Lambaré), "CABALLOS LOCOS" (1997, Grupo Che Burrito Lambaré).

Sus obras han sido presentadas en el Festival Internacional de Teatro de Londrinas (Brasil), en la Exposición Universal de Sevilla (España) en 1992, en el Encuentro Latinoamericano de Teatro I (ENTEPOLA), en Festivales de Teatro Latinoamericano en Necochea, Santa Fe y Buenos Aires (Argentina) y en la Universidad de Chapingo, Estado de Guerrero y en la Ciudad de Méjico. En 1998 fue invitado al Encuentro Latinoamericano de Dramaturgos, capítulo Mercosur, en Montevideo (Uruguay).

Entre los numerosos premios que recibió se cuentan el de Poesía conferido por la Liga de Academias Literarias del Paraguay (1973); el de Teatro de la Universidad de Panamá (1976); el de Poesía, de Radio Chaco Boreal de Asunción (1976); el de Poesía Joven, del Instituto de Cultura Hispánica (1977); el de Teatro de la Universidad de Panamá (1979); el de Cuentos, de la OEA-Paraguay (1981); el de Cuentos, del Instituto de Cultura Hispánica (1984); el de Cuentos, de la Asociación Cristiana de Jóvenes de Asunción (1985); los de Cuentos de la Cooperativa Universitaria (en 1985 y 1986); los de Cuentos del Concurso "Veuve Clicquot" (en 1985 y 1986); el de Teatro, de Arlequín Teatro (1986); el Concurso Nacional de Cuentos, del Diario Última Hora de la capital paraguaya; el de Obras Teatrales Radiofónicas, de la WDR de Alemania; el Premio Autor Teatral del Año, de la Revista Cartelera; el de "Los 12 del año", de Radio 1 ° de Marzo (1986); el de Joven Creador Hispanoamericano, en Madrid (España) (1985); el del Concurso de Obras Teatrales, del Teatro Municipal de Asunción (1992); el del Concurso de Cuentos "Néstor Romero Valdovinos" (1994).

Sus obras figuran en la "Antología de la Poesía Social del Paraguay" (1986), en la "Antología del Cuento Paraguayo" editada en Montevideo (1986), en la “Antología de la Poesía Paraguaya del Siglo XX” editada en París (1990), en la "Antología de la Poesía Paraguaya" (1997), en el "Diccionario de la Literatura Paraguaya" (1997) y en Publicaciones Colectivas del Taller de Poesía "Manuel Ortiz Guerrero".

Reside en Lambaré desde donde desarrolla una incansable tarea de defensa de los derechos humanos y de promoción de la organización y participación ciudadanas, junto con su formidable labor como hombre de letras.







ARTE POÉTICA

Que ya no escriba.
Que ya no hable, me pidieron.
Que calle.
Que todo es inútil, me dijeron.
Que no vale la pena tanto esfuerzo.
Sin embargo,
afuera, en la calle,
voces anónimas, sombras, casi sombras
reclamaban el viento, la lluvia azul,
el cielo.





CONSEJOS

Su retrato y el pañuelo del Partido, en la ventana,
estos días.
Que no nos confundan,
enciende luces y pega calcomanías con su rostro
en las puertas
Di fuerte su nombre
y aplaude en el templo, en la calle,
para que te vean,
que sepan que eres de los que sonríen
solamente.
Cuida tu aspecto y tus maneras
y saluda con unción.

Que están rondando,
que se cruzan en nuestras calles,
caminan con pasos fuertes
y extienden sus sombras en las esquinas.
Besa y ama en los cines, busca a la mujer del alma
y bebe
y sueña un mundo lleno de dulces hurras
y su efigie gigante.
Ponte el reloj que repite sus palabras
y no apagues la radio cuando Él habla
que ya no andan solos,
que se han multiplicado.

Señala tu casa, que es casa de corderos,
coloca en lo alto del árbol la bandera
y el día de su cumpleaños despiértate en su vereda
y mírale a los ojos y dile que no eres de los otros.
Cuídate en los baños y nunca leas las apócrifas letras,
que el diablo con la cola enseña.
Y no hables solo
que hay ojos, oídos y lenguas
en la tierra, en el cielo y en todo lugar.
Que son muchos en estos días
y pueblan los sueños, el café, los bolsillos.
Elige tus libros y si es posible no leas
sino cantos de amor, por decencia, digo,
que no entiendan mal,
que la música del Partido suene alto
y en fin hágase su voluntad en la tuya
y así con pulidas cadenas adornadas el alma
espera sentado el Juicio Final.




POEMA DEL MIEDO

De inexplicables sombras, su cuerpo.
De confusos sentimientos
y endócrinos líquidos,
su presencia.
Es un rostro, un paraguas olvidado,
unos pasos en la calle,
unos ojos en el exacto sitio del alma.
A veces,
como espesa agua cubre el pecho
y tiembla, entonces, imperceptible
y silencioso, el viento.
A veces,
como ruda tormenta desnuda la puerta
y agitando la sangre hace crujir
los dientes.
Difusa, incierta, es sombra en los zaguanes,
en las ventanas semiabiertas,
entre los árboles y la noche
Sigiloso y en acecho, es mariposa oscura
temblándonos en los huesos;
pero, tal vez, mordiéndonos
desde adentro.
Rabia y celo,
animal sin ningún cuerpo
habita el aire del pueblo,
confunde vivos y muertos
y hace del Destino un niño
solitario y ciego,
el miedo.





RESIGNACIÓN

Aunque sea únicamente el silencio,
aunque el silencio únicamente quede,
deja crecer a las golondrinas y los girasoles,
deja a la rana engañarse de luna con el camalote,
qué importa que sea el silencio el que se tiña de agrio,
qué importa sentir la lengua rota de quebrar
silencios inquebrantables.
Deja entonces al silencio.
Porque, ¿quiénes son los que se sienten al borde del incendio?
¿Quiénes son los que hombrean hambre secuestrando mariposas?

¿Acaso nos miramos las manos
cuando están mojadas de silencio?
En verdad, arrugamos los años
para que se acabe el tiempo.
Deja entonces al silencio.
Deja morir al sonido en los umbrales vacíos de la luz.
Deja en la sencillez el vuelo quieto de las hojas amarillas,
Qué importa que sea Octubre el mes de las celdas,
qué importa aquí o allá si el amor y la muerte
se hacen de la misma manera.
Deja entonces al silencio.
Aunque solamente sea él.
Aunque únicamente él habite entre Nosotros.





GERONTOCRACIA

Bostezan los viejos mostruos,
los grandes lagartos,
los tristes pterodáctilos.
Lejos, muy lejos, hay campanas,
y de cuando en cuando rumor de alas.
Lejos suena el agua
y descansa en paz una iguana.

Olvidados paquidermos descascaran la mañana,
aburridos y eternos.
A veces algo pasa
y hay ruidos de cascos,
de pesadas panzas,
respiración y hedor en la aguada.
A veces algo pasa,
agitan sus branquias las ranas
y duendes ancianos miran la plaza:
en la calle no hay vientos.
Aquieta el silencio el torpe sueño
y es vana la mirada, que nada pasa,
nada,
algún caimán ha muerto.
Bostezan los viejos monstruos,
rumia desierto el tiempo.





TOQUE DE QUEDA

Tal vez morirse de miedo sea mejor.
Huir bajo la lluvia intermitentemente gris.
Sonreír
y hablar para uno mismo
mientras el tiempo consume nuestros largos pasos
cotidianos.
Encontrar en alguna esquina tu corazón en silencio
y callar como una sombra escondida,
como una palabra arrugada de frío
y volverte de espaldas
diciendo bajo tu nombre
y alegrarte bajo la lluvia con cierta amargura
por no detenerte sencillamente a conversar.
El viento apura -pensaremos-,
aunque hubiera sido lindo estrechar tu mano,
reír, reír compartiendo el aire oscuro
y la piel apurada.

Tal vez sea mejor callar
y olvidar tu mirada ansiosa,
tus dedos nerviosos en el bolsillo,
tu figura sola frente al agua de los raudales
y dejar que la vida escape
como aquellas hojas que caen interminablemente.
Mirarse el uno al otro con disimulo
cuando ya no hay sino puntos casi inmóviles
en el extremo de la calle
y arrepentirse
y sentir en el pecho
los clavos largos de un pecado indefinido
y al instante, el consuelo de la lluvia que no cesa,
del traje mojado,
de la hora y la ronda
y del silencio en el alma.
Y pensar, arreglándose el cabello,
que mañana todo será sólo un recuerdo.





TRAICIÓN

Sentado a la mesa de los poderosos
hablas con delicados acentos y extranjera voz.
Multiplicas los exquisitos moldes
y en parábolas magníficas explicas
el silencio de Dios.
En el carmesí del fino mantel
derramas la soberbia canción de las rosas,
del ayer opulento, de los extraños duendes,
del sueño de nereidas hermosas
y Egiptos rebeldes.
Y aplauden tus núbiles gestos
fariseos de leve andar,
cantores de perdidas labias,
poetas de pasos reales
que eructan sobre el hombro
una rima demás.
Vivos laureles adornan tu frente
y empolvados saludos de enguantada mano
adulan la precisa cadencia de un ritmo mayor.
Aceites, unguentos, fotógrafos
enmarcan tu sonrisa y tu nombre,
altas damas escriben en la ensalada de arroz.
Truenan las mandíbulas,
te halagan las niñas
y amanerados varones
piden tu canción.
Oh qué luces, qué alegría, qué festín.
Los espejos reflejan tu pluma invicta
y al cerrarse la ovación,
crónica y laudos coronan tu perfil.
Sólo el pueblo de afuera te mira
y con la mejilla por tu beso herida
marca, poeta, tu traición.





POEMA DE AMOR EN LAS SOMBRAS

Aquí estamos, muchacha,
con la noche inmensa extendida sobre nuestros besos,
hermosamente unidos,
perfectos en el amor y su embeleso;
pero, ¿sabes que allá afuera
una muchacha como tú se desnuda en la calle
y todos los hombres le huelen el sexo
como jazmín al paso?
¿Sabes que mientras te digo te quiero
una niña ensaya el strip-tease en el Carrousel?
¿Has pensado en la comadrona bebiéndole el hijo
una siesta, a la una?
¿Sabes, amor mío,
que ahora, cuando en el temblor de tus pupilas
encuentro a Dios en el Universo,
lúbricos torturadores
turnan alcohólicos golpes a una muchacha azul,
de lunas enamorada?
Aquella que, fresca y bella,
como un ave en la madrugada llenaba de libertad,
pintura blanca las paredes del alba,
¿recuerdas?
Y tú me quieres
y yo te sueño, amada mía,
y recorres mis labios encendidos como crepúsculos
y encuentro en tu pelo los vientos que hacen los hijos.
Pero, dulce compañera,
mientras descubrimos margaritas celestes entre las sábanas
y se esparcen calientes luceros en la almohada,
la noche es un cuchillo corvo en el vientre de un niño,
es un cartón insoportable,
una serpiente en el camalote,
el hambre una vez más, sencillamente.
La noche de nuestro amor, pequeña,
aquí donde viajamos desnudos hacia la madrugada,
es también la que llora la conciencia vendida.
Es esta noche rota a patadas
la misma que en su corazón guarda al rancho incendiado,
del campesino de lucha abierta, fraternal y combativa.
Es esta, amor mío, la noche que cobija el rumor de tu piel,
la luna de los versos con que te nombro.

Es la que vio duendes amarillos de drogas
sangrando en el asfalto
y en el coche de papá sorprendió a la rubia,
a la yanqui, a la que estaba de moda,
desnuda como un maniquí, con los ojos rojos de marihuana.
Es la que alumbró los golpes a la puerta
y el miedo del niño, la fuga del estudiante
y la muerte casi a la madrugada.
La noche de nuestro amor,
la misma que guarda la alegría de querernos
junta con las golondrinas de tu pecho
la entrega, el cambio de una cintura por un trabajo,
por las escobas diarias y el sí señor cotidiano.
Sabes, entonces, tímida avecilla que tiemblas en mis
[brazos,
¿cuál es la noche en la que extendidos estamos
sobre nuestros besos?
Pero calla, mi hermosa compañera,
mira que las palmeras se agitan,
que se acaba nuestra noche
y que los frescos vientos de la mañana ya están cerca.






ESTE CANTO

Este canto, señor,
tiene las uñas sucias
de buscar palabras en la tierra,
tiene casi sin dientes la boca
y muerde, señor
los versos
que a medianoche sueñan
las callejeras en sus besos.
Es de aguardiente su olor,
y de pobreza,
y tienen en sus bolsillos rimas imperfectas,
donde la miseria sobra
y están ausentes las estrellas.
No quiere este canto
ropaje de nácar
y aunque conoce
la perfecta belleza de la rosa,
prefiere el sudor,
los pies con sanguijuelas,
el grito abierto de la vida
que ante la muerte clama
por los fuegos gigantes
que dejen a la miseria en llamas.

De vestidos rotos,
de humillación intacta,
de torturas quietas
y comisarías amplias,
de piel analfabeta
tienen sus letras anchas
y guarda, señor,
mucho miedo en sus líneas blancas,
y se arrastran apenas
y no hablan sino gritan
y son desnudas y son violentas,
las palabras que en la vida encuentra.
Este canto, señor,
tiene el corazón rojo de impotencia,
pero no calla:
aun defectuosa, la lengua clama
en la letra impura,
en la palabra inexacta,
con el sudor a cuestas
y la humillación intacta.
Clama la lengua, señor,
en mitad de la tierra
árida y silenciosa,
con las uñas sucias.
Los huesos de la vida
el canto inflama
esperando, señor,
esperando un sol ardiente cada mañana.





CERCO FINAL CON ESCAPATORIA

Todo se volvió extraño. El día y las hojas amarillas
que caían.
Murmullos sordos y pasos apresurados en el camino,
como de lejos,
llegaban.
Encontró en el parque, botas abandonadas
a la hora exacta del paseo a la tarde.
Y sonaban las campanas,
como al descuido, dobles de angelitos.
Se prohibió entonces a sí mismo,
por decreto, los paseos vespertinos.
Irritó el sol su rostro
y el viento despeinó sus ordenados cabellos.
Mandó cerrar las ventanas
y una inquietante sensación de humedad
le creció cerca del corazón.
Cuando le anunciaron el principio del diluvio,
apagó la luz de su cuarto. Desterró los muchos espejos
y empezó a conocer los objetos, los muchos regalos
con las manos.
Recorría los límites de la casa y de memoria repetía
sus ladrillos.

Las aguas enfermaron las orquídeas del zaguán.
Gris de lluvia, la luna asombraba el horizonte
y sus noches solas.
El siguiente verano no fue distinto. Sin primavera,
el tiempo no trajo flores ni pájaros. De tantos días iguales,
equivocaron de rumbo transeúnte, almas, soldados
y animales.
Algún rumor golpeó las cortinas y arrugó su fotografía.
Decretó, por cábala, el destierro de los últimos criados
y no la sonrisa de sus retratos. El mismo cerró la casa,
y las habitaciones, los roperos.
Claraboyas, tragaluces, resquicios, ninguna luz, ningún viento.
La noche antes sintió la densidad acuática,
el peso químico de las aguas en su cuerpo.
Afuera el raudal mostraba el vientre
de los perros muertos.
Un pozo azul en el alma inauguró su pensamiento.
Cruel, la soledad
empezó a hablar sola y atrevida en la habitación cerrada.
En la calle
empezaban los difuntos la vuelta a casa.
El, vestido de gala, sólo alma, empezó a llorar.
Bajo las puertas, por entre las baldosas, por la alfombra
y sus rosas,
goteaba el tiempo.

Cuando las aguas bajaron,
cantó una voz
la mañana.
Despertó el cielo
y anunciaron por la radio
la reelección del gobierno.





REQUIEM

Apurada, la muerte te fue llegando,
mal querida y sin cita anotada,
justo cuando la tarde convidaba sencillamente a soñar,
justo cuando empezábamos a esperarte,
a ti,
a tus libros,
a tu sonrisa compañera,
presencia de pantalones gastados.

¿Acaso la libertad te amanecía profunda
cuando la muerte se te pegó, dura, al costado?
Palomas asombradas de amor quebraron sus alas
y tus letras rojas interrumpidas en las altas murallas
se hicieron cantos en la mañana.
Roto tu pecho de amores y pólvora,
soltó inmenso sus pájaros azules al cielo abierto.
Lloraba la patria aterida en su miedo
y la tarde de Octubre cerraba sencilla
tus ojos en silencio.
Y aun con el sol en el cielo,
era oscura la vida del pueblo.
Justo cuando empezábamos a olvidar antiguas penas,
justo en el corazón vivo de nuestra espera,
florecía en el asfalto la rosa de tu muerte.
Sabíamos, ahora,
que tendría la patria su primavera
y en la alta bandera de la libertad conseguida
sería tu sonrisa compañera,
estrella quemando, al fin,
nuestra cobardía entera.




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