domingo, 12 de febrero de 2012

COUNTEE CULLEN [5.853]



Countee Cullen 

(Louisville, Estados Unidos; 30 de marzo de 1903 - Nueva York; 9 de enero de 1946) fue un poeta estadounidense, al que se engloba dentro del Renacimiento de Harlem.

Countee Cullen, nació como Countee LeRoy Porter, en 1903, pero no se sabe a ciencia cierta donde, pues era celoso de su vida privada. Algunos biógrafos apuntan que nació en Louisville, Kentucky y algunos otros en Baltimore, Maryland, donde fue abandonado por su madre, Elizabeth Thomas Lucas, y criado por la Sra. Porter, la que probablemente fuera su abuela paterna. Cuando tenía 9 años, se trasladaron a Harlem, donde, en 1918, la Sra. Porter murió y Cullen fue adoptado por Frederick A. Cullen, un pastor de la Iglesia Metodista, y su esposa Carolyn.

Completó sus estudios en el instituto "DeWitt Clinton High School" de Nueva York y, posteriormente en la universidad de Nueva York, en la que fue miembro de la fraternidad Phi Beta Kappa. En esos años obtuvo varios premios por su poema “Ballad of the brown girl”, y publicó su primer volumen de poesía “Color”, con lo cual fue admitido en Harvard donde obtuvo un máster en 1926. Después de esto volvió a Nueva York para trabajar como profesor. Su obra apareció en diversas publicaciones, como “The Crisis”, periódico de la NAACP editado por W. E. B. Du Bois y “Opportunity”, revista de la National Urban League.

Obras

A pesar de que trabajó también con otros géneros literarios, la mayor parte de su obra, y según sus críticos la mejor, es poética. Cullen comenzó a escribir poesía durante el instituto y publicó por primera vez a la edad de 22 años, con la obra de poesía “Color” (1925). Su popularidad incrementó y rápidamente se hizo uno de los autores más conocidos del Renacimiento de Harlem o renacimiento del nuevo afroamericano.

Algunas de sus obras son:

Poesía

Color, 1925
Copper Sun, 1927
My Soul's High Song: The Collected Writings of Countee Cullen, 1991
On These I Stand: An Anthology of the Best Poems of Countee Cullen, 1947
The Ballad of the Brown Girl, 1928
The Black Christ and Other Poems, 1929
The Medea and Some Other Poems, 1935

Prosa

My Lives and How I Lost Them, 1942
One Way to Heaven, 1931
The Lost Zoo, 1940

Teatro

St. Louis Woman, 1946


Incidente


Una vez que viajaba en tranvía en el viejo Baltimore
Con la cabeza y el corazón llenos de alegría,
Me di cuenta de que uno de los habitantes
Me miraba de frente.

Yo tenía ocho años y no era muy alto,
Él estaba del mismo tamaño
Le sonreí, pero él me sacó la lengua,
Y me llamó “!Nigger!”

Conocí todo Baltimore
Desde mayo hasta diciembre;
De todo lo que allí sucedió
Esto es lo que recuerdo.


Incident

(For Eric Walrond)

Once riding in old Baltimore, 
Heart-filled, head-filled with glee, 
I saw a Baltimorean
Keep looking straight at me.

Now I was eight and very small,
And he was no whit bigger,
And so I smiled, but he poked out
His tongue, and called me, “Nigger.”

I saw the whole of Baltimore
From May until December;
Of all the things that happened there
That’s all that I remember.


DESDE LA TORRE OSCURA


No siempre sembraremos mientras otros recogen
El dorado aumento del fruto a punto;
No siempre el semblante abyecto y mudo
Para que los hombres menores sujeten
a sus hermanos despreciables;
No eternamente mientras otros descansan
Nosotros encantaremos con flautas dulces sus limbos;
No siempre nos inclinaremos ante lo sutil y brutal;
No fuimos hechos para llorar eternamente.


Habla Simón de Cirene

Nunca me habló ninguna palabra
pero me llamó por mi nombre;
No me habló por señas,
y aún entendí y vine.

Al princípio dije, “No cargaré
sobre mi espalda Su cruz;
Sólo procura colocarla allá
porque es negra mi piel.”

Pero Él moría por un sueño,
Y Él estuvo muy dócil,
Y en Sus ojos hubo un resplandor
que los hombres viajarán lejos para buscar.

Él – el mismo – ganó mi piedad;
Yo hice solamente por Cristo
Lo que todo el Imperio romano no pudo forjar en mí
con moretón de látigo o de piedra.


Simon the Cyrenian Speaks

He never spoke a word to me,
And yet He called my name;
He never gave a sign to me,
And yet I knew and came.
At first I said, “I will not bear
His cross upon my back;
He only seeks to place it there
Because my skin is black.”
But He was dying for a dream,
And He was very meek,
And in His eyes there shone a gleam
Men journey far to seek.
It was Himself my pity bought;
I did for Christ alone
What all of Rome could not have wrought
With bruise of lash or stone.

Luke 23:26

“And as they led Him away, they laid hold upon one Simon, a Cyrenian, coming out of the country, and on him they laid the cross, that he might bear it after Jesus”.



Tengo un encuentro con La Vida

Tengo un encuentro con La Vida,
durante los días que pasen,
antes de que pasen como un bólido mi juventud y mi fuerza de mente,
antes de que las dulces voces se vuelvan mudas.

Tengo un ‘rendez-vous’ con Esta Vida.
cuando canturrean los primeros heraldos de la Primavera.
Por seguro hay gente que gritaría que sea tanto mejor
coronar los días con reposo en vez de
enfrentar el camino, el viento, la lluvia
– para poner oídos al llamado profundo.

No tengo miedo ni de la lluvia, del viento, ni del camino abierto,
pero aún tengo, ay, tan mucho miedo, también,
por temor de que La Muerte me conozca y me requiera antes de que
yo cumpla mi ‘rendez-vous’ con La Vida.



I have a rendezvous with Life

I have a rendezvous with Life,
In days I hope will come,
Ere youth has sped, and strength of mind,
Ere voices sweet grow dumb.
I have a rendezvous with Life,
When Spring’s first heralds hum.
Sure some would cry it’s better far
To crown their days with sleep
Than face the road, the wind and rain,
To heed the calling deep.
Though wet nor blow nor space I fear,
Yet fear I deeply, too,
Lest Death should meet and claim me ere
I keep Life’s rendezvous.


.     .     .

Countee Cullen produced most of his famous poems between 1923 and 1929;  he was at the top of his form from the end of his teens through his 20s – very early for a good poet.

His poems “Heritage”, “Yet Do I Marvel”, “The Ballad of the Brown Girl”, and “The Black Christ” are classics of The Harlem Renaissance.  We feature here two of Cullen’s lesser-known poems

Traducciones del inglés al español:   Alexander Best



El Harlem Renaissance (1919-1941).

 by IGNACIO VILORIA

“Puedes cubrir tus tetas con blanco satén, llevar gardenias en el pelo y no ver una sola caña de azúcar en kilómetros a la redonda, pero seguirás trabajando en una plantación.”(Billie Holiday)


“Puedes cubrir tus tetas con blanco satén, llevar gardenias en el pelo y no ver una sola caña de azúcar en kilómetros a la redonda, pero seguirás trabajando en una plantación.” (Billie Holiday)

Con el nombre de Renacimiento de Harlem se conoce la primera explosión de arte negro propiamente americana. Desarrollado en el periodo de entreguerras, hasta entonces tan sólo podíamos hablar de un incipiente folklore común, resultado de mezclar las diversas tradiciones africanas con nuevos elementos endémicos. Sin embargo, el Renaissance trasciende esta categoría para consagrarse como un verdadero movimiento cultural urbano. Sus manifestaciones incluyen la literatura y prácticamente todas las artes escénicas, con especial protagonismo de las musicales, pues no cabe duda de que sin el blues y el jazz, el espíritu del Harlem Renaissance no se habría difundido entre las masas y habría quedado reducido a una generación más de escritores e intelectuales que incluir en los planes de estudio de las carreras especializadas.

El jazz nace en Nueva Orleans a finales del siglo XIX, en el seno de una comunidad negra muy influida por los criollos franceses ―llamados cajunes―, y de no ser porque a partir de 1910 se inicia un intenso movimiento migratorio de la población afroamericana del Sur hacia las grandes ciudades norteñas ―principalmente Nueva York, Washington, Chicago y Detroit―, bien pudo haberse limitado a enquistarse como una manifestación local. Los motivos de este éxodo son bastante comprensibles: cuando prácticamente había transcurrido medio siglo desde la Emancipación, la situación de los libertos y sus descendientes era en muchos aspectos incluso peor que en los tiempos de la esclavitud. A una discriminación legal y práctica, en ciertos detalles incluso más radical que el Apartheid, había que sumarle el hecho de que los emancipados ya no disfrutaban de la ligera protección que les proporcionaba su antigua condición de propiedad privada, puesto que tras la abolición habían pasado a ser una mano de obra casi gratuita y fácilmente reemplazable, en lugar de un patrimonio con valor económico que había que cuidar para evitar la ruina. Además, el revanchismo confederado, que culpa a los negros del desastre sufrido en la Guerra de Secesión, había resurgido con temible energía ya a finales del XIX, y mucho más tras el estreno en 1915 de “El nacimiento de una nación”, de D. W. Griffith, que ―a pesar de ser una película grandiosa― actuó como refrendo intelectual de esa teoría revisionista. Así, los linchamientos públicos se convirtieron en algo normal y corriente que rara vez les deparaba alguna consecuencia a los asesinos. La imagen de un cadáver negro colgado de un árbol se hizo tan familiar que la canción Strange Fruit, compuesta por Abel Meeropol y popularizada por Billie Holiday, se refiere a ello como si se tratara de un fruto más de los que se dan en la zona. La situación se complicó aún más con una serie de plagas de gorgojo que arruinaron varias cosechas de algodón consecutivas y que llevaron a estas gentes al borde la hambruna. Por otra parte, el estallido de la Primera Guerra Mundial hizo que el Norte reclamara con urgencia trabajadores para nutrir sus fábricas, de manera que en ciudades como Detroit la población negra se sextuplicó en menos de diez años.

Entre toda esa masa migrada, se hallaban músicos de jazz que habían ido abandonando Luisiana en un goteo lento pero constante. Sin embargo, en 1917 se produce un traslado en bloque, dado que un alarmante incremento de la delincuencia común llevó a las autoridades a clausurar todos los locales del Storyville, el barrio chino de Nueva Orleans. La mayor parte de estos músicos acuden a Chicago, en cuyo distrito de Southside establecen un nuevo Storyville en pocos meses.



Alain LeRoy Locke, padrino intelectual del Harlem Renaissance.

La capital neoyorkina, mientras tanto, permanecía de espaldas al verdadero jazz, consumiendo el foxtrot o el ragtime como modas pasajeras o recibiendo grupos sureños como algo exótico. Pero, casi de la noche a la mañana, uno de sus barrios más tradicionales, Harlem, queda prácticamente despoblado debido a una caída brutal del precio de los alquileres de vivienda, que anima a la mayor parte de sus moradores a mudarse a distritos más céntricos. Algunos pequeños empresarios negros ven en este vacío repentino la oportunidad ideal para desarrollar sus negocios a muy bajo coste, por lo que comienzan a concentrarse en Harlem, a tal ritmo que en 1920 su población ya era de doscientos mil habitantes: la mayor metrópolis negra de todo el planeta. Este dato estadístico no pasó desapercibido a sus impulsores, que pronto adoptaron para el barrio el título de Negro Capital of the World, empleando por primera vez la palabra “negro” como un estandarte de identidad con connotaciones positivas.

Quizá el detonante de este primer estallido de orgullo racial fuera el retorno a Norteamérica del heroico 15º Regimiento de la Guardia Nacional, compuesto exclusivamente por negros de Harlem y única unidad estadounidense condecorada con la Cruz de Guerra por el gobierno francés. Los supervivientes desfilaron triunfalmente por la Quinta Avenida en dirección a su barrio, y lo hicieron al son de una marcha cuya letra decía “regresamos, regresamos del combate y regresamos combatiendo”. Después de haber vertido su sangre por la causa de una democracia occidental que les trataba como parias, estaba claro que la comunidad negra jamás volvería a consentir ser discriminada. Comienzan así los disturbios raciales, con tanta intensidad que el de ese mismo año será recordado como el Verano Sangriento de 1919.



Countee Cullen.

En 1925, cuando ya ha transcurrido el tiempo suficiente como para observar el fenómeno desde una perspectiva sólida, el filósofo, sociólogo y escritor Alain LeRoy Locke publica su ensayo “El nuevo negro”, que se convierte en la guía espiritual del movimiento al aglutinar los avances económicos, sociales, artísticos y educacionales de los afroamericanos en el contexto de la creación de un nuevo tipo de ciudadano estadounidense, orgulloso de su herencia racial y cultural, pero a la vez dispuesto a progresar intelectualmente mediante su plena integración en la sociedad civil, con idénticos derechos y libertades que sus compatriotas blancos. Quizá el paradigma de este nuevo hombre fuera el poeta Countee Cullen, que en el mismo año publica “Color”, poemario que puede ser tomado como el reverso lírico y amargo de los estudios de Locke. Adoptado en su niñez por un pastor metodista, Cullen se graduó en la Universidad de Nueva York y fue uno de los primeros afroamericanos en ser admitido en Harvard, donde se doctoró en Arte. Sus poemas reflexionan con dureza sobre la verdadera identidad de la raza negra, y manifiestan un fuerte conflicto con su formación religiosa, al cuestionarse la bondad de un Dios capaz de crear hombres condenados a la esclavitud tan sólo por el color de su piel.

“For a Poet”, de Countee Cullen (“Color”, 1925).

(“A un poeta”.)

I have wrapped my dreams in a silken cloth,
And laid them away in a box of gold;
Where long will cling the lips of the moth,
I have wrapped my dreams in a silken cloth;
I hide no hate; I am not even wroth
Who found earth’s breath so keen and cold;
I have wrapped my dreams in a silken cloth,
And laid them away in a box of gold. 



He envuelto mis sueños en un pañuelo de seda, 
Y los he apartado en una caja de oro; 
Donde se aferrarán con denuedo los labios de la polilla; 
No guardo rencor; no le sirve para nada 
A quien halló tan afilado y frío el aliento de la tierra; 
He envuelto mis sueños en un pañuelo de seda, 
Y los he apartado en una caja de oro.



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