lunes, 5 de septiembre de 2011

MARIO MONTALBETTI [4.630] Poeta de Perú



Mario Manuel Bartolo Montalbetti Solari 



(Lima, 1953) es un poeta y lingüista peruano. 
Mario Montalbetti nació en Lima en 1953. Hizo estudios de literatura y lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Mientras era estudiante en la PUCP editó su primer libro de poemas, Perro Negro. 31 poemas en 1978. 
En 1979 fundó junto con Mirko Lauer y Abelardo Oquendo la revista cultural Hueso Húmero. En el primer número de esta revista publicó uno de sus más importantes poemas, Quasar. En 1995 editó su segundo libro, sumamente experimental, titulado Fin desierto. En la década de los noventa publica dos libros más, el racional Llantos Eliseos y el excelente e intimista Cinco segundos de Horizonte. 
Viajó a los Estados Unidos donde obtuvo el PhD en Lingüística por el Instituto Tecnológico de Massachusetts. 
En el plano lingüístico es discípulo de Noam Chomsky. En el plano futbolístico se declara hincha del Sport Boys. 

Obras 

Perro Negro. 31 poemas Lima, 1978. 
Llantos Eliseos 
Cinco segundos de Horizonte 
8 cuartetas contra el caballo de paso peruano 
1917. Anotaciones de un profesor de lingüística de la PUCP (En: http://blog.pucp.edu.pe/blog/1917) 



Bastante Menos Que Una Idea 



No creas en la verdad. 
No creas en la belleza. 
No creas en el amor. 
Siéntate al piano 
sopla el corno 
rasga la cuerda 
y quedamos a la par. 
No me alcances un beserol 
si me duele la cabeza. 
No repitas conmigo 
películas que ya viste. 
No creas que hay algo 
importante en lo que haces. 

Ni siquiera una buena acción 
es tan buena como ninguna acción. 

Octava nube o noveno cielo apartes 
algún día el cuerpo será un hecho suficiente. 




Fin Desierto (fragmento) 

para Rocío 

hay un desierto a la deriva 
enterrado entre tormentas 
hay un escorpión inteligente 

tallado en cada muerte 
y hay una muerte tras otra 

entusiasmadas con la religión 

aves frías te golpean la cabeza 
y aprendes enseguida 

hay un río dentro del río 

fabricando fiebres delicadas 
hay una puerta detrás de la puerta 

y un bizcocho detrás del mundo 

excavamos en los días de la tiza 
vertebrado / invertebrado 

escribimos para tapar los hoyos 
y reparar las faltas 

hay un ángel de barro acantonado en posición fetal 
y al fondo un enemigo intolerante 

hay un musco que contiene réplicas 
de todo lo que has oído 
hay un libro que repite todo lo que escribes 
y otro que escribe todo lo que repites 

hay un sol partido en dos 
y una sombra espesa en la escisión 

hay un perro perdido en el ojo de la horca 

(cada línea es un río una calle un color imaginario 
un número irracional en medio de una suma infrecuente 
el rostro cambiante de una ventana un amanecer en tu boca 
una lápida una lápida que no coagula… 

porque cada línea contiene su propia ausencia 
porque cada línea no importa 

la escala termina con la forma 
los ritmos y las texturas se desbandan sobre las dunas 
la aridez se hace rama inquebrantable) 

de todas las huellas / escoge la del desierto 
de todos los sueños / el de las bestias 
de todas las muertes / escoge la tuya propia 

que será la más breve y ocurrirá en todas partes 

decimos nada sobre todo 
buscando a aquél que lo dice todo sobre nada 

sobre la mesa hay animales vivos y flores amarillas de montaña 

muertes simples que se clavan en la tierra como estacas de plata 
estampas de los santos gregorio santiago y benedicto 

la luna vacía y el sol de invierno 

los pies de aquellos que pisarán los granos esta noche 
los tambores los cuernos en espiral y agonías que besan los cielos 
el violón de madera balsa las cuerdas de metal 

todo está sobre la mesa 
sobre la mesa las hojas de coca y los nevados 
y los ríos de obsidiana 

las piedras que se repartirán a medianoche 
y la medianoche entera 
besando el corazón de un cóndor y la voz de una mujer 
que irá de casa en casa buscando a sus familiares todo esto 

todo esto está sobre la mesa 

¿por qué lo hacen de esa manera? así lo hacen así lo 
hacemos 

sobre la mesa las tormentas y los vientos y los lagos 
de altura 
la sed continua de las gargantas en las islas 

el diario secreto de las amazonas 
el manojo de rosarios cuyas cuentas no conocen 
todavía 
el paso fugaz de las yemas hacia la redención 

todo está sobre la mesa todo esto 

así lo hacen así lo hacemos 
cañas negras vibran entre sus labios 
saliva espesa lame las caries negras 
cerdos de patas negras con negras circuncisiones 
merodean en silencio 

todos lo saben todos los han visto 
y están todos ciegos de ver tanta ausencia 

se ha ido 

puso al ave intoxicada 
sobre el abismo y dijo 
alcanza al ave de fondo 
y resuelve el suspenso 
de toda esta geometría 

vuela en silencio 
abriéndote al espacio 
que no toma en cuenta 
el espacio que ocupan 
las cosas llamadas reales 

el ave descendió tres 
tormentas espirales 
y encontró al ave 
que laceraba su letargo 
colgada de un rayo de porcelana 

aquí hay alguien 
que se ha ido y que ha dejado 
esta succión i> 
y termitas en todos los peldaños 

y en todo este espacio abierto 

los niños nacen sin cerebro 

y encierran sus cabezas en bolsas de plástico 
y deambulan por el desierto 

como astronautas atormentados 
medio millón delicadamente 

desolados por esta versatilidad 
de la repetición 
hallan 

un muslo un fémur un párpado 

y una sanguinaria homilía sobre esta visión 
que no hay ojos que vea 
propiamente 

porque es aguja y agujero al mismo tiempo 
el mismo nervio 
óptico 

y en todo este espacio abierto 

los senos están secos y las tibias tibias 

hallan 

el gran decorado de fondo que sigue su viaje 

más de lo mismo tras más de lo mismo 
como una piedra encerrando el fósil de una piedra 

todo este espacio y ningún lugar donde ponerlo 
vacíos 
los niños aspiran el ágil plomo de las tardes frías 
y cargan de tumor sus tristes tálamos 

sordos a las palmeras 
bajo cuyas palmas se indigestan 

y ciegos 

con cada muerte me vuelvo más lento 
menos elegante y me recuesto en piedras 

que son cráneos dormidos en el desierto 
mi lengua está tatuada de sed 

y las tormentas caen como flores 
que caen de otro planeta 

por fin el fin que no admite comienzos 
o esta redención 

entierro mis ojos 
estudio mis manos mis uñas 
son rabia fosilizada 

persistencia del cólico de los árboles 
ramas negras contra el cielo dorado 
y el invierno sobre el invierno 

el tiempo transfiere su ponzoña al paraje 
los sueños nos despiertan picoteándonos los ojos 

persistencia del cólico de los océanos 
el primer sonido es un eco del último 
peces de agua dura rellenan los desiertos submarinos 

siete pozos son los siete días y veinticuatro 
muelas las horas decapitadas por la marea 

persistencia del cólico del fuego 
naufragio de las hojas de té en agua hirviendo 

una pared blanca con cien sombras que danzan 
entre lluvias secas un fandango sangriento 
él muere ella murmura y muere 

persistencia del cólico del colibrí 
por eso mira fijamente a la muerte en los ojos 
y le hinca el pico afilado hasta dejarla exangüe 

y transfórmale sus oscuros humores 
en néctar absurdo que sólo la adicción redime 

persistencia del cólico de los perfumes 
llevo en atados aromas sombríos que emanan de la tierra 

lentos desastres son estos cantos de amor 

esta montaña gris o esta bola de acero 

este ascenso inesperado a 5000 metros 
el vago huayno que me trajo hasta aquí 

describe lechuzas negras y amores cortos 
ensangrentados 

ver en la oscuridad o a través de ella 
caer de aviones 

danzar al son de once arpas afiladas 

el altiplano me debilita / nunca estuve ahí 

nunca estuve ahí 
ese ichu inerrante o esta mesa turquesa 

esta muerte no es muerte 

cómo será tirar a 5000 metros 
estrangulado por el aire raro 

o por el vómito de un ave carbonizada 
nunca estuve allí 

nunca estuve ahí 
nadie está bien 

esta débil precocidad de la sinrazón 
este vado 

este viento que otras bocas chacchan 
más voraces y más insanas 

nunca estuve ahí 

arden las hojas secas 
verdes fuera de si 

lo que cambia entra 
en combustión 
se vuelve otra cosa 
de otro color 

en el estanque las carpas 
rojas escarban 
donde el espacio 
no puede entrar 

toma té 
tres sorbos 
tres veces 

del corazón emigran 
sueños solitarios 

siguen las direcciones 
de las ramas que caen 
sobre el agua 

solamente en una canasta 
de vientos 
puedes llevar tu vida 

el fuego pesado de la hoguera 
reconoce el carrizo 
y huye de las malas 

lo que adquiere forma 
está condenado 
a perderla 

té / tres sorbos más 



Ya No Te Quiero, Pequeña 

Ya no te quiero, pequeña 
ahora amo a los caballos. 

Mañana amaré a las islas 
y pasado será alguna ave. 

(Tal vez en tres años 
te vuelva a amar). 

Y luego serán las vacas 
pintas y luego serán 
los minerales ?tú sabes, el 
cobre, el hierro, el? 
y luego serán las ciudades 
(alguna que otra jirafa) 
y luego los puentes. 

Antes un arcoiris que amarte, pequeña, 
ya no te quiero 
ahora amo a una mujer 
que disuelve sus cuerpos 
en las lluvias del otoño 
iluminada/ anudada/ inundada 
por el neón brillante 
del poste de alumbrado público. 

(Oh pequeña) 
ya no (te quiero 
Oh mujer) 
ya no te quiero 

sólo amo a las calles que me alientan 
hacia la noche mientras la noche 
ya no es noche sino mar y el mar 
tumba de sonámbulos océanos, licor. 



Una sucesión de amaneceres 

No sabes lo hondo que es lo vasto que es 
viajar serpentino entre los rayos de una bicicleta 
robada al vecino 

Así aparece el primer tema rodando por las arboledas 
una buena mañana el primer tema que es el tema del miedo 
del miedo a caerse al suelo del miedo a las cosas 
a las que tenemos que acercarnos para verlas de cerca 
del miedo a lo que repta como si caminara miedo 
a perder el habla miedo a perderlo todo que es el miedo 
a morir que no es lo mismo que el miedo a la muerte 

morir es un acto cometido fuera del verso 

es ilegible es arrimado se muere siempre afuera siempre 
entre ruidos siempre en suburbia morir es un ademán 
como quien entra en actitud de ejecutar algo 

sólo que nada y sólo que siempre al final 

la muerte en cambio es parte del verso se diría 
parte misma del verso es un cuerpo extraordinario 

no sabes lo hondo que es lo vasto lo impredecible 

más impredecible que la danza de una lengua de fuego 
más impredecible que un mal sueño al tercer día 
de haber emprendido un viaje esto es lo más impredecible 
lo más impredecible es lo que vas a pensar a continuación 
ahora que ya te has gastado todos los puntos seguidos 

porque todo absolutamente todo cuenta 

el primer tema es el tema del miedo es el tema 
de las dos miradas que cruzan a mitad del ojo 
el tema de las dos miradas que se cruzan sin verse 

dando simplemente la sensación de un encuentro 
que no se ha llevado a cabo como si una bala 
pasara cerca del hombro y dijéramos casi mientras 
sentimos una ligera vibración en el aire un silbido 
plateado casi un temblor helado un mal de ojo 
que nos envuelve sin dejarnos reaccionar 

y emergemos perplejos y emergemos hastiados 
de tanto hablar en lenguas 

pero igual gracias por preguntar 

gracias por registrar con esmero las insoportables 
diástoles de la pasión insoportables 

no sabes lo hondo lo vasto lo bello que es 


De Cinco segundos de horizonte:


COMA BERENICES

Que aun en las aguas de la ensenada
el hábito abuse una misma derrota
y que esta sea seguida, alba y ocaso,
por navíos y derivas en delirio imitado,
sus quillas afeitando el rumor rosado
de invisibles corales ¿no es una lástima?
Parirse resta con velas blancas de este caldo
de pronombres importados, tomar la altura,
plegarse al viento, crudo como el algodón,
burlar Camotal y Abtao, y entonces fugir,
como se decía antes, fugir de las mechas
si es preciso, con las intremidades intactas.
Un ave. Un mar. Un video al límite, cinco
segundos de horizonte y a ver qué haces.




EL PERUANO PERFECTO

¿Quién es este hombre? ¿Qué hace este hombre?
¿Por qué está sentado bajo el cobertizo de su casa?
¿A quién espera sentado bajo el cobertizo?
Esta es su casa. Esta no es su casa.
El hombre nació en Perú pero ahora vive en Arizona.
El hombre vive solo en Arizona. El hombre vive
exactamente a 6104 kilómetros de su esposa
y de su hijo. Esta es la casa del hombre.
Esta no es la casa del hombre. ¿Por qué está sentado
bajo el cobertizo de la casa? El hombre prepara
una clase de filología. El hombre es profesor
de filología en la Universidad de Arizona.
Mañana es la clase. El hombre prepara la clase.
El hombre se sienta bajo el cobertizo y prepara
la clase. Eso es lo que hace el hombre.
¿En qué piensa el hombre? En la clase de mañana.
El hombre agrupa las palabras angosto, angustia,
angina y observa que comparten una misma raíz.
¿Por qué se levanta el hombre? ¿Por qué abandona
la sombra del cobertizo y se dirige a la cocina?
El hombre se dirige a la cocina porque ahí están
los cuchillos. El hombre va por los cuchillos.
El hombre se dispone a afilar sus cuchillos
mientras piensa en un grupo de palabras.
¿Por qué afila los cuchillos en lugar de gozar
del sol o beber un vaso de agua fría bajo
el cobertizo? El hombre afila los cuchillos
y deja de pensar en la clase. ¿Por qué ha dejado
de pensar en la clase? ¿Por qué sigue afilando
los cuchillos una vez que ya están afilados?
El hombre guarda los cuchillos en una gaveta
de la cocina. El hombre ha terminado de afilarlos.
El hombre regresa al cobertizo. ¿Por qué
regresa el hombre a sentarse bajo el cobertizo
de la casa? Esta es la casa del hombre.
Esta no es la casa del hombre. El hombre
está sentado bajo el cobertizo. Ya ha preparado
la clase de mañana. Ya ha afilado los cuchillos.
Ahora prepara el hombre su propia muerte y resurrección.




FONDO DEL POEMA

Nada seduce más al hombre, no el paso meditado de la sombra de
un animal, no la vida, no el ojo negro de la muerte, no la muerte, no
la tenacidad del deseo, nada seduce más al hombre que un abismo.
Ante él, el hombre siente una indecible necesidad de arrojar algo,
una envoltura de papel, una moneda, una idea, lo que sea, incluso a
sí mismo, con tal de verter algo en su largo vacío. Y esto es lo más
curioso: si no encuentra nada que arrojar, hace algo plenamente
romántico: escupe. Y luego sigue con la mirada las evoluciones de
la mancha blanca de saliva deformándose en el aire durante su caída.
Digamos que dura cinco segundos.

Hay abismos  morales, sexuales, psicológicos. Hay también abismos
poéticos, versos que caen de barrancos marrones a playas de arena
negra, acompañados de la mirada absorta del poeta que se deleita
con las contorsiones de las sílabas abismo abajo.

La mancha blanca llega al fondo. La mirada absorta no llega a él,
solamente lo intuye y es siempre lo mismo: un esplendor blanco,
algo que sobrevive, una tercera cosa, y una inconsolable felicidad.










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