sábado, 12 de marzo de 2011

LOLA VELASCO [3.339]


Lola Velasco 

(Madrid, 1961). Ha publicado los libros de poemas La frente de una mujer oblicua (1986), La cometa o las manos sobre el papel (1992), El movimiento de las flores (2003) y El sueño de las piedras (2007). Es autora de la novela La ondina del Manzanares (1990). Sus poemas están recogidos en diversas antologías de poesía española como Las diosas blancas, Ellas tienen la palabra, Madrid, once de marzo o Poetas en blanco y negro. También ha publicado crítica literaria y artículos en diversos medios.






AMO
tu cuerpo,
porque es un
antro
de improvisaciones.
Y
a cada nuevo balbuceo,
aniquilas
un detalle
de mi historia.



A TRAVÉS de ti,
descubro
la desaparición
como el momento más perseguido
por los rasgos.



LA BELLEZA
exige
un esfuerzo
de desorden.
Sólo en el abandono
es posible
que las formas
más perfectas
coincidan.

El deseo
es construir pérdidas.

(Del libro ‘La frente de una mujer oblicua’, Poesía Hiperión, 1986)





EL tiempo,
plano y delgado,
una hoja que tiembla
donde está el aire mismo.
Ahora solo soy
una lengua
que mueve palabras.
Sílabas apasionadas
para llevar a cabo
grandes fracasos.

(De El movimiento de las flores)



El implacable vaivén
de la ola,
el minucioso recorrido
hacia la forma definitiva,
un mar en ruinas.
Y voy y vengo,
abandonada a la dejadez
del caos,
y sé
que no hay salvación posible
para el rasgo inocente.
El silencio es un grito
acostumbrado a callar,
que espera.

(De La frente de una mujer oblicua)



El huésped del mal

NADIE sabrá
de las piedras
ni del agua
con que el odio
construye
su cuerpo

MUCHO ANTES
de que el deseo
ahogase
su vientre
en la rabia,
él
ya volvía
de la muerte.

NADIE SABRÁ
por qué el tiempo
busca su sentido
en el cansancio
de seguir suicidándose.



La bella y la bella

SIEMPRE que él la toca,
ella
se hace unos cortes
en la frente.
El rojo de la sangre
se vuelve tierra,
tierra mojada
y fría,
en sus ojos oscuros.

LA SANGRE
le oculta las lágrimas
que no han caído,
que no caerán.
Tiene una mirada negra
en contraste con lo pálido
de su piel
casi transparente.

TIEMBLO
y espero
a que la sangre
le llegue
a los labios,
como otras veces.

ELLA,
la mujer intacta,
me cubre el llanto
con sus senos
de agua
y arena.


Los buitres lanzan piedras

Los buitres lanzan piedras
y la diosa madre se aferra al huevo
de un avestruz.
Lo protege.
No olvida
que el dolor deforma.


Tiñe las uñas de sus pies
y manos,
y espera.
Ha de rescatar esa imagen
del polvo del desierto.

Nada más allá de lo que ahora ve.
El dolor abulta
como un hijo no deseado.


La diosa madre

La diosa madre dobla la esquina
y doy vueltas a mi ombligo.
Lo retuerzo.
La realidad es esto.
La realidad es lo que queda
cuando se desplaza.



Veintinueve de marzo

29 de marzo

Qué tristeza
el gris vencido
de tus ojos,
cuando callas
la ironía del fuego.
Sólo entonces
soy culpable del aire.

Sucede
cuando te miro.
Todo queda lejos
y abandonado
a la hondura sin límites
de lo intransferible.
Qué extraña
luz
el tiempo.

Mujeres de carne y verso.

Antología poética femenina 
en lengua española del siglo XX.

Edición de Manuel Francisco Reina.

La esfera literaria. 2002







Estos poemas forman parte de su libro UN AGUIJÓN DE LUZ publicado por la editorial Visor, en el se incluyen sus libros El sueño de las piedras, El movimiento de las flores y su inédito El aliento del cazador.


Un aguijón de luz
Lola Velasco


EL SUEÑO DE LAS PIEDRAS

SE entierra de día
bajo las sábanas,
animal del desierto,
y olvida
por dónde sale el sol
de su memoria.
El mundo
se ha vuelto pequeño
y amargo,
también el pasado,
fruto silvestre.
Pero todavía quedan
las estrellas
del norte.


DUERMES.
Y,
mientras sueñas,
tu destino
se cumple.

Vuelas sentada
sobre un charco
de luz.
Viajas en línea recta
y no me ves.
Estoy al otro lado.
Una columna
de aire
nos separa.



TRAS el brazo
vigoroso
del horizonte
que nos aparta,
un llanto
que no tiene
fin.
La naturaleza
enmascarada
en la conciencia
de las cosas,
el viaje
más largo
de todos.



DE qué modo
recobrar
aquella primitiva
y gozosa
resonancia.

Entre escarpadas
Paredes
La piel
Habita
un esplendor desconocido



EL ALIENTO DEL CAZADOR

YA no ves
a los otros.        
Dentro del claro,
cada hoyo
nos conduce
a un hoyo
todavía más profundo.
A esta hondura
La llamamos
Infierno



MIRAMOS
Hacia
La cumbre,
donde espera
la corpulenta soledad.
El volumen,
Dominio
de las nubes
y la niebla
de los poetas



CREAMOS universos
con palabras
que nunca
pronunciamos,
la cara
sucia
de las cosas,
manantial
que a solas
se limpia
después de cada
muerte.



PREFIERES
perder
la razón
a sentir
desconsuelo.
Pero sin dolor
no hay
conocimiento.



EL MOVIMIENTO DE LAS FLORES

HACIA atrás
una puerta que se abre.
Todos salen y entran.
Todos dejan su señal.
Del pasado impaciente,
vuelves al mundo
en un susurro que hipnotiza.
En silencio,
frases reservadas,
solo granos de almidón.



EL tiempo,
plano y delgado,
una hoja que tiembla
donde está el aire mismo.
Ahora solo soy
una lengua
que mueve palabras.
Sílabas apasionadas
para llevar a cabo
grandes fracasos.



DENTRO de los ojos,
flores que se quiebran como frases,
una caída
de vuelta a las paredes onduladas
del vacío.
Abro los párpados,
y el vértigo
me impide mirar al músculo
que buscaba
en las palabras.



RECORDARÉ la luz lavada
de las montañas,
lo que lleva dentro de sí.
Somos semillas
en la cálida nieve.
Cada vez más cerca del origen,
otra madrugada
que se cierra encendida
en una exhalación
que finalmente nos alcanza.




AL olfato,
Perfumes que fluyen,
la belleza,
en su respiración artificial.
Belleza que ilumina
Y, sin embargo, no puede verse a sí misma,
Como la muerte,
ciega,
defiende la armonía
de sus múltiples formas.



MIRA cómo cambian
las estaciones,
la luz impregnando
las primeras imágenes
del mundo.
Mira aunque no haya nada que ver.
Quizá no sirviera amarte
para descifrar
el crujido
del crecimiento.



VELOCIDAD,
eterna
cuando se demora
en el laberinto.
Habrá nuevas despedidas,
Pero tú no quieres oír
El himno tenebroso del futuro.
Infancia,
larvas del entendimiento,
la tierra se mueve para otros.



DEMASIADO pronto y se aleja.
Se cierne sin avisar
y cuando la sientas,
ya habrá pasado.
Juventud,
zumbido del instinto
que salva vidas.
Perfecta,
Ahora,
En su hexágono de miel.




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2 comentarios:

  1. Leí por primera vez a Lola Velasco en la antología "Las diosas blancas": Después leí "La frente de una mujer oblícua" y me encantó.
    Gracias por traerla, Nando.

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  2. José Antonio, un fuerte abrazo
    Nando

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