miércoles, 1 de diciembre de 2010

2199.- TAWARA MACHI


Tawara Machi (Osaka, Japón, 1962) es una de las escritoras más experimentales en Japón. A los veinticinco años publica su primer libro, Sarada Kinenbi (Aniversario de Ensalada), y vende en ese año casi tres millones de copias y además gana el premio nacional de poesía más importante en su país. Sarada Kinenbi, que a su vez incluye otro libro de 50 poemas titulado Mañana de agosto, retoma japonés medieval, moderno, coloquial, estándar, dialectos regionales, palabras de hombre, de mujer y voces infantiles. Combina todas las posibilidades de su idioma e incluye neologismos y conceptos de otros idiomas, sobre todo el inglés. Utiliza los tres tipos de abecedarios japoneses, dos fonéticos y uno ideográfico, y logra obtener la métrica original del tanka, un solo verso de 31 sílabas (en occidente es más común leer la versión menos antigua del tanka: cinco versos de 5-7-5-7-7 sílabas). A diferencia del haiku, el tanka permite la inclusión lírica del autor, sus sentimientos ante el mundo, su opinión, su percepción del tiempo, analogías y metáforas no son eliminadas y la presencia de la naturaleza no es el objetivo sino los medios para que el autor nos plasme su posición ante el mundo que le rodea. Tawara Machi, a diferencia del mainstream literario nipón, no radica en Tokio ni asiste a la universidad capitalina. Es de Osaka, vive en Fukui (todavía más “provincial”) y estudia en la Universidad de Waseda. Toda esta perspectiva desde afuera del “centro” intelectual de Japón y el ser mujer añade un toque nuevo, fresco, irreverente y a la vez conectado a la tradición poética más antigua y de ese modo al shinto, religión oficial en Japón antes del budismo. Tawara es profesora de preparatoria por lo que algunos de sus poemas hablan de aulas y pizarrones, de amores furtivos, de evocaciones adolescentes o de la juventud que empieza a deshacerse de uno. Además de Aniversario de Ensalada (1987), ha publicado La palma de la mano del viento (1991) y Revolución Chocolate (1997). Ninguno de sus libros ha sido traducido al español. A continuación poemas de Bodas de Ensalada. Las traducciones respetan la métrica original, así como los juegos en el tipo de lenguaje, conceptos, ideogramas y aliteraciones.


BODAS DE ENSALADA


Así eres, decides
que Hotel California es la melodía
para abalanzarse
sin freno ni medida
por las carreteras del litoral.





No dejo de mirarte
cuando cruzas el aire azul del cielo
sobre el verdoso mar,
y vienes hacia mí
cabalgando en la tabla de surf.




Picnic sobre la playa:
olvidados por ahí, no hemos probado
los sándwiches de huevo.
De pronto caí en cuenta
de que eso me ha estado preocupando.





Nos sentamos: la espalda
contra el muro soleado, una pierna
al lado de la otra.
Ten en cuenta la forma
en que trazamos líneas paralelas.





Con cuánta seriedad
oprimo el disparador de la cámara
en playa Kujukuri...
Instantáneas que acaso
después voy a tirar en la basura.





—¿Aún estás ahí?
Lo deseo tanto y quiero creerlo:
uno al lado del otro
en cuerpo y alma, como un
dúo derrumbado sobre la arena.





Rollizo y circular,
como si no pudiera aguantar la
fuerza de gravedad,
este sol se descuelga,
y la pesantez lo sumerge en la mar.






En playa Kujukuri,
bajo el brillo anaranjado del cielo,
termino refugiándome
dentro del carboncillo
que dibuja tu abrazo monocromo.




Las olas del mar rompen,
avanzan con calmosa mansedumbre,
y después retroceden...
No me intimidaría
si así me dijeras: “¡Hasta la vista!”





En la playa, en silencio,
frente con frente, sujetamos unas
bengalas en las manos;
y las gotas de luz
salpican sobre el terreno arenoso.





Cómo me regocija
la forma en que vacilas cuando buscas
a tientas la palabra
o palabras apropiadas
para acomodarlas tras un silencio.







Esa manía tan tuya
de recorrer mis dedos con la zurda:
primero uno, otro,
después otro. Tal vez
es tu modo de expresar el amor.





No la voy a reparar:
—así voy a guardarlo en el baúl
de los recuerdos caros—
una leve hendidura
en la copa del sombrero de paja.





—Llámame lo más pronto
que puedas.— Y cuelgas el aparato.
A mi modo de ver,
"lo más pronto" sería
devolverte la llamada ya mismo.




—Perdóname. —Contesto
sin poner atención, como si hablara
con una simple amiga.
Entonces, Padre clava
la mirada en el tazón de té.




Pasa en el probador:
caigo en cuenta de que me estoy poniendo
solamente vestidos
con los estampaditos
de florituras que tanto te gustan.




Mientras más amontono
artículos para el apartamento
en la bolsa de compras,
mayor la sensación
de bienestar en la tienda Tokyu Hands.





Planear el menú
nocturno frente al puesto de verduras
dentro del mercado,
a las cuatro de la tarde:
es uno de los placeres de la vida.



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