domingo, 31 de octubre de 2010

1668.- JOSÉ LUIS GARCÍA HERRERA

José Luis García Herrera (Esplugas de Llobregat, 2 de agosto de 1964). Es un poeta español.
Hijo de padres motrileños, nació en Esplugas de Llobregat el 2 de agosto de 1964. Desde muy joven escribe poesía, recibiendo en 1981 su primer premio en un certamen del instituto. En 1984 realiza el Servicio militar, en las localidades de San Clemente Sasebas y Berga, esta experiecia le servirá como inspiración para su primer libro "Año de Olvido y Ausencia". Entre los poetas que más le han influido destacan los miembros de la Generación del 27, en especial Vicente Aleixandre.


Obra literaria
"Lágrimas de Rojo Niebla", Premio Villa de Martorell, 1989. Editado por Seuba Ediciones, 1990.
"Memoria del Olvido", sobre su experiencia en el servicio militar. Editado por Seuba Ediciones, 1992.
"Los Nuevos Poetas", antología poética de los poetas de su generación. Editado por Seuba Ediciones, 1994.
"Código Privado", Colección "Puente de la Aurora", editorial Corona del Sur, 1996.
"La Ciudad del Agua", Premio Elvira Castañón, 1997. Editado por Seuba Ediciones, 1997.
"Los Caballos de Mar no tienen Alas", Premio de Poesía "Villa de Benasque, 1999. Editado por Juan Pastor, 2000.
"Spelugges", Editorial Alhulia, 2002. Dedicado a su ciudad natal.
"El Guardián de los Espejos". Editado por Amarú Ediciones, 2004.
"Mar de Praga", Premio Blas de Otero, 2004. Homenaje a Praga. Publicada en la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, 2005
"Las Huellas del Viento", Premio María del Villar 2004, inspirado en la ciudad de Barcelona. Publicado por la Fundación María del Villar Berruezo, 2005.
"La Huella Escrita", Premio Mariano Roldán 2006. Publicado por Editorial Ánfora Nova, 2007
"Las Huellas en el Laberinto", Premio Ciudad de Benicarló 2006. Publicado por Brosquil Ediciones, 2007.
"El Recinto del Fuego", Premio Ateneo Guipuzcoano de Poesía Erótico-amorosa. Publicado por Huerga y Fierro Editores, 2008.
"Cuaderno de Britania", Premio de Poesía Amigos de Juan Alcaide. Publicado por Asoc. Amigos de Juan Alcaide, 2010.

Premios
Premio "Villa de Martorell" de poesía (Martorell, Barcelona), 1989
Accésit Premio de Poesía “Arboleda” (Palma de Mallorca), 1992
Premio “Elvira Castañón” de poesía (Aller, Asturias), 1997
Premio “Villa de Benasque” de poesía (Benasque, Huesca), 1999
Premio “Doña Pela” de poesía (revista “La Vieja Factoría”, Madrid), 2000
2ndo. Premio “Omnia” de poesía (revista “Omnia”, Madrid), 2001
3er. Premio “Omnia” de relato (revista “Omnia”, Madrid), 2001
2ndo. Premio “La Fuente” de poesía (revista “La Fuente”, Almería), 2001
Premio “Il Convivio” de poesía (revista “Il Convivio”, Italia), 2002
2ndo. Premio “Il Convivio” de poesía (revista “Il Convivio”, Italia), 2003
Accésit Premio de Poesía “Víctor Jara” (Editorial Amarú, Salamanca), 2003
2ndo. Premio “Cafetín Croche” de poesía (San Lorenzo del Escorial, Madrid), 2003
2ndo. Premio “Certamen Poesías al Mar” (Conil, Cádiz), 2003
Premio "Diálogo Poético Entre Civilizaciones-100 Años de Neruda", (Cadena 100, Madrid), 2004
IX Premio “Certamen Poesías al Mar” (Conil, Cádiz), 2004
X Certamen de Poesía María del Villar, (Tafalla, Navarra), 2004
XVI Premio de Poesía "Blas de Otero", (Majadahonda, Madrid), 2004
Finalista I Certamen de Poesía Erótica Internacional Búho Rojo, Madrid, 2006
Finalista VI Certamen de Narrativa Corta "Villa de Torrecampo", (Torrecampo, Córdoba), 2006
XXVI Certamen de Poesía "Ciutat de Benicarló", en castellano, (Benicarló, Castellón), 2006
XVII Premio de Poesía "Mariano Roldán", (Rute, Córdoba), 2006
Finalista VII Certamen de Narrativa Corta "Villa de Torrecampo", (Torrecampo, Córdoba), 2007
III Premio de Poesía "Villa de Salobre", (Salobre, Albacete), 2007
I Premio de Poesía Erótico-amorosa del Ateneo Guipuzcoano (San Sebastián), 2007
2ndo. Premio de del XVII Certamen de Poesía "Federico García Lorca" de Nou Barris, (Barcelona), 2008
2on. Premi de Poesía "Josep Grau i Colell-Homilies d'Organyà", (Orgaña, Lérida), 2008
XII Premi de Poesia d'Amor i Desamor de Mollerussa, (Mollerusa, Lérida), 2010
XXXI Premio de Poesía "Amigos de Juan Alcaide", (Valdepeñas, Ciudad Real), 2010
2ndo. Premio de Poesía en Catalán "Espejo de Viladecans", (Viladecans, Barcelona), 2010
3er. Premio de Poesía de Archidona, (Archidona, Málaga),2011
XIV Premio de Poesía "Rei en Jaume", (Calviá, Mallorca), 2011
XXVI Premi de Poesia "Festa d'Elx", (Elche, Alicante), 2011







CARRER TALLERS

No deseo que el tiempo me retire las cartas
ni anhelo ser héroe de papel en las terrazas mojadas.
Reconozco que soy mal actor para esta tragedia
pero necesito llenar de palabras todas mis páginas.
Al final del día siempre se desea, como mínimo,
haber sido más justo con los demás que con uno mismo,
saber que la botella de la vida está más que mediada
y el último trago de la noche no sabe a derrota.
Quizá, cuando camino por las calles antiguas,
deseo encontrar en los ojos de los demás
esas escenas de vida que no logro hallar en mí,
esa ilusión que ellos hacen suya
y los torna diferentes a mis gestos triviales.
Aprendí hace años a calzarme los hábitos de la soledad,
a ser fiel a mis acueductos de silencio,
a mis llamadas al vacío, a las paredes sin eco.
El tiempo deja en la boca un sabor de engrudo
y un acento ferroso de sangre seca;
escenas de guiñol sobre la tapia del viento
y rastros de carbón para el ausente.
Al fin no soy ni héroe ni villano,
simplemente alguien que pasa sin demasiado ruido:
las manos en los bolsillos, la mirada en la sangre,
la voz en las baldosas y una breve sonrisa
de quien aspira a sentirse satisfecho
cuando llegue al final de todas las calles

(De Las huellas del viento, Fundación María del Villar,

Berruezo, Navarra, 2005, p.61).






PUERTA DE LA NOCHE

Cierro la puerta de la noche. Ya no tengo sombra
que calque la esencia carmesí del dolor, ni herida
por la que derramar las horas lejanas del olvido.
Tras la puerta todo se borra de las manos.
Mi reino es un arenal de silencios
donde el mar pierde el adiós de los navíos. Contemplo
la fe de los relojes en su desesperada rueda, la música
de mi corazón en los vértigos del trapecio, el espejo roto
por el puño de quien padece miedo a los naufragios.
Cierro la puerta y abro la tormenta. El orujo de la soledad
quema el pergamino de los poemas antiguos.
Detrás de la puerta nada existe. La sombra de mi sombra
callará las horas de este exilio. Las flores de la nada
abandonan en mis ojos los pétalos del frío y la distancia.

La huella escrita, Premio Nacional de Poesía "Mariano Roldán" 2006,
Colección Ánfora Nova, Rute, 2007.




SOBRE UN VIDRIO MOJADO

A Enrique Urquijo, in memoriam

De madrugada, con la soledad como sombra mía,
con el cuello de la chaqueta alzado
para resguardarme de las hienas del frío,
regreso con las huellas borradas
por el bulevar de los sueños rotos.
Vengo de la barra solitaria de todos los bares,
del golpe bajo de los tragos amargos,
de las horas bajas donde quemé la plata
y reafirmé mi vocación de poeta sin suerte,
de hombre atrapado en todos los espejos
equivocando el rumbo interior de sus palabras.

La noche es larga y un viento de invierno
recorre el dolor de las esquinas
donde dibujan el color de la tristeza
las flores secas de la melancolía.
El eco de mis pasos resuena en los callejones
como un solo lento de batería, como un caballo
que divisa, a lo lejos, los mares de la muerte.
No sé que será de mí, mañana,
cuando despierte en cualquier rincón
de esta ciudad inhóspita
que me vive y mata a todas horas.
En el filo rojo de la última calle,
en las entrañas de un sórdido portal,
una débil luz se apaga y contemplo,
con el asombro de la soledad,
que sobre un vidrio mojado
han escrito mi nombre.

(del libro inédito, Almas de vinilo)





LA PROMESA
(a partir del milenio)

Un día más ha de venir y cerraré el círculo de hielo.
No seré inmortal ese día, ni otro día lo fui;
pero me sentiré con agallas para arrojar al vacío
el carromato de las verdades que guardé en el corazón
y no supe desvelar a su debida hora
porque el trago de la sinceridad
debe beberse a solas, entre muros de cal y de sombra.
Me desvelará el ruido de las pisadas en la niebla,
el mensajero de agua que traerá la luz en una red,
la mano que escribe mi nombre en la ceniza
y sabe que todo ha de ser pasto del fuego y del olvido.
No seré inmortal ese día, aunque tocaré la cenefa del cielo
y seré una burda copia del héroe que no fui
porque los héroes no esperan la llamada del destino
sentados bajo un soportal, resguardados de la lluvia.
Aceptaré esa copa de aguardiente al final de la noche,
cuando la oscuridad despliega su alfombra de tristeza
y acuden las gaviotas al espigón, a la fría tormenta
que anuncia la tragedia de un marino en tierra
que anda a la deriva entre las olas de la soledad.
No seré inmortal ese día. Quemaré mis palabras
y así no podré entregar ni testamento ni memoria
que me niegue un palmo de horizonte.
Aceptaré ese brindis que propone el jinete de escarcha
con el deseo de celebrar que viviré otro día
aunque mañana sea un día áspero y frío.
No seré inmortal ese día
pero me sentiré con fuerzas para empezar de nuevo.



YESTERDAY BLUES

Escribo, escondido entre rocas, contrahuellas.
Ignoro dónde descansan las sandalias del mar,
sobre qué columnas afirma sus versos de salmuera
que a mi boca llegan como caballos de fuego. Versos
que estallan en mi retina como una confesión a quemarropa,
sinceros y fieles al final de una larga noche en vela,
de una escena anónima de milonga triste y abandono.

Con las manos de ayer trazo un círculo
alrededor de mi sombra rasa. La brisa
huele a madera vieja y bandada de algas,
a prisión de madrugada en los ojos enrojecidos
que buscaron su reflejo en la transparencia del agua.
La brisa conduce su tropel de humedad
a través de mi piel de crudo pergamino,
sonsacándome el frío de las horas perdidas,
las épocas donde la locura habitaba mi sangre
y una onza de rabia latía
sobre la flor amarga de la herida,
sobre la mínima luz que no ilumina
la alta bóveda de la oscuridad y el miedo.

La luz naranja del amanecer anuncia mi fragilidad,
me descubre sentado al borde del mar,
con una rama de pino en las manos,
el rostro escondido sobre el pecho, el silencio
estallándome a borbotones por el alma
con su idioma de sangre,
desbocado, salvaje, libre y veloz.

Escribo mis voces con huellas de gaviota,
con las últimas fuerzas de este combate
contra mí mismo, forzado a cantar mi derrota
con la garganta ronca de las caracolas.

Olvidar es descalzarse en silencio,
arrojar sobre las ruinas la danza de las huellas,
rasgar todas las páginas desde la edad temprana
y hallar que no se tiene un lugar en el tiempo
ni un espacio en la tierra
donde recitar las horas que perdimos
nadando en el interior de la tormenta.
Olvidar es morir
y morir es quemar la memoria.



LA CANCIÓN DEL DERROTADO

Esta noche acepto la canción del derrotado,
la hago mía, la entono y canto a viva voz.
Cada estrofa de esta canción refleja lo que soy
en esta madrugada de hielo y de navajas.
Vivo la vida a sorbos largos
como el borracho que acepta al alcohol
como pura compañía y mantiene cualquier conversación
si así ahuyenta a los jinetes de la soledad.
Esta noche bebo vino agrio y peleón,
busco olvidar las penas sin perder la cartera.
Ser franco y fiel a uno mismo exige desdoblarse
y vernos desde esos ojos vidriosos
que atraviesan los jardines de la infancia.
Plañid esta noche el laúd de la derrota.
Las canciones más amargas brotan del corazón,
patean el hígado sin saña y nacen
desde las entrañas de una voz quejumbrosa.
Busco un destierro temporal
porque llorar en tierra extraña
nos acerca más a lo amado, a lo vivido,
a la añoranza que exige papel y letra profunda.
Largo camino es llegar para volver
sin más recompensa que el polvo y el dolor,
la sed y la pesadumbre.
Largo camino es llegar a ningún sitio
y comprobar que nadie te espera.




BRIKSDALBREEN
(lengua de glaciar)

No te engañe la vista ni el corazón se exceda
al robarte la memoria de la sangre.
Frente a ti yace el mar. Sólido y rotundo
como antaño fuera sobre el fuego de la tierra.
Pero este mar llora en la ladera del tiempo
y su frialdad cede ante nuestras voces
y nuestras huellas de asfalto y carretera.
Mas no te engañen tus ojos rociados
por sales de plata. Esta quietud soberbia
imita el bandoneón de las olas y a ellas acuden
aves fugitivas de la noche eterna.
El mar fue hielo. Hielo azul. Azul misterio.








ÅLESUND

Es media tarde y llueve. El agua necesita agua
para reforzar su dominio, para hacerse fuerte
frente a mis palabras que pisan la hojarasca del tiempo.
Entre las calles que cercan la línea de la costa
pierdo mi rumbo y mi mirada austera. Aquí
encuentra la piedra el sabor latino del París bohemio,
el cristal opaco, el hierro retorcido en pétalo de rosa
que Barcelona ofrece desde el balcón de las Ramblas.
Pero es media tarde y llueve. Llueve con la insistencia
de la isla que lucha por ser isla azul en la distancia.
Para escapar de la lluvia busco un Café y una mesa
para escribir unas apretadas líneas que,
si maceran su mosto las palabras, dará en poema
aquello que fue pasto del ayer, pero no olvido.
Y la Cafetería está llena de libros, y de jóvenes
que leen en un rincón; que escapan
—libres de equipaje—
de la monotonía adversa que impone la lluvia cotidiana.
En un estante hay varios libros de poesía.
La poesía siempre trabó buen maridaje con la lluvia.
No siempre fue agua quieta
entre los ojos de aquel que la escribiera,
no siempre fue tinta seca en nuestros labios.
Es media tarde y llueve. Entre dos tazas de café
contemplo como el gris de la nostalgia
emborrona el color de las casas.








GUDVANGEN
(vikings)

En el espesor de la bruma,
cuando la madrugada aún confía
en las lanzas del sol,
suena un cuerno entre las gélidas aguas.
El rumor lento de los remos,
la ronca lejanía de una voces ásperas,
congela los ríos de la sangre.
No se ve nada en el corazón
de la espesa bruma
pero se presiente,
con filo de hierro y dientes apretados,
que llegan los hijos de la muerte.








LOS HOMBRES DE BRYGGEN

El frío hacía insensibles las yemas de los dedos
y la nieve quemaba más que el fuego. Las manos,
rojas de dolor y de sangre lenta, sostenían el cuchillo
que abría el vientre de los peces, que abría
la línea roja donde extraía sus vísceras la muerte.
Los hombres de Bryggen luchaban cada día
contra las inclemencias del hielo y las espinas
que se clavaban debajo de las uñas. Ni un grito
salió de sus gargantas rudas, de sus bocas hechas
para escupir vapor de alcohol con el aliento.
El frío hacía insensible los dedos y los corazones.
Y aunque la nieve quemaba más que el fuego
ellos sonreían con el cuchillo en alto
—desnudo el torso, heladas las puntas de las barbas—
contemplando en los salmones sus ojos inmóviles.




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