domingo, 8 de agosto de 2010

JOHN ASHBERY [347] Poeta de Estados Unidos



John Ashbery 

(Rochester, Nueva York 1927) es sin duda, el poeta norteamericano vivo más importante en la actualidad. Para el crítico Harold Bloom, Ashbery es el último de los canónicos. Se licenció en la Universidad de Harvard en 1949 y en la de Columbia en 1951. En 1955 se marchó a París y trabajó como crítico de arte para la edición europea del Herald Tribune y como editor de la revista trimestral Art and Literature (1964-67) Intervino también en la prestigiosa revista Locus Solus (1961), entrando en contacto con un grupo de escritores y artistas neoyorquinos entre los que se hallaban James Schuyler, Kenneth Koch, Frank OņHara y algunos de los pintores de la Escuela de Nueva York como Esteban Vicente o Franz Kline. La temprana muerte de OņHara en los sesenta desmembró a los contertulios de Cadar Tavern del Village.

El primer libro de Ashbery, Some Trees, se publicó en 1956 y tuvo contundentes elogios como el de OņHara, que escribió: "es el libro más hermoso que ha aparecido en América desde Harmonium". Le siguieron The Poems (1960), The Tennis Court Oath (1962), Three Madrigals (1966), Three Poems (1972) y The Vermont Journal (1975), hasta llegar a su libro más importante, Self- Portrait in a Convex Mirror (1975), que obtuvo el Premio Pulitzer de Poesía, el National Book Award y el National Critics Circle Award, sumándose a la interminable lista de premios que engalanan su carrera literaria, anglosajones casi todos, aunque no falta el Grand Prix de las Bienales Internacionales de Poesía, otorgado en Bruselas.

La poesía de Ashbery, sobre todo en sus comienzos y hasta la consagración que supuso Self-Portrait in a Convex Mirror, fue considerada "original hasta la ininteligibilidad". Las fuentes de su obra son Auden, Stevens, Perse, Whitman, Eliot, Valéry, Roussel, Hölderlin, algo de poesía popular épica y mucha poesía americana e inglesa de los años treinta. "Intento utilizar las palabras de manera abstracta ődice el poetaő como un pintor abstracto utiliza la pinturaij Al principio yo quería ser pintor, y pinté hasta los dieciocho años, pero tengo la sensación de que como mejor podría expresarme sería musicalmenteij"

Que se trata de una obra absolutamente excepcional en la poesía de nuestro tiempo puede afirmarse sin cautela. Ashbery refiere en él, con un patetismo tajante y estremecedor, un éxodo construido sobre los patrones místicos y cotidianos del despojamiento de los ropajes del mundo. Poeta total en muchos sentidos, y "el primer gran poeta őcomo dice Harold Bloomő de la Edad Postmoderna. Su importancia sólo es equiparable a la de Yeats o Stevens". Su libro Una ola puede considerarse como su testamento, un volumen sobre la muerte y la memoria en el que Ashbery despliega toda su maestría en el manejo de las metáforas, el poema de largo aliento e incluso la prosa.

En Ashbery la visión no es teoría, sino vivencia elevada al máximo grado de ficción. Ha introducido en el poema un nuevo modo de discurso, y lo ha ido afinando hasta lograr que el verso pierda sus convenciones. Es una poesía exacta y móvil, en cuyo mecanismo puede captarse todo lo invisible, incluido "el olor de la luz", la epopeya de lo cotidiano, concebida como un "pasar la misma calle en tiempos diferentes", porque estamos "entre la nada y el paraíso". Esa misma intensidad y belleza que deslumbra y convoca a quienes son capaces, como John Ashbery, de oír y mirar Un nuevo espíritu que nos reclama: "Pensé que, si podía ponerlo todo por escrito, ésa sería una forma./ Y luego se me ocurrió que dejarlo fuera sería otra forma, aún más verdaderaij"



TORRE DE TINIEBLAS

Ya no puedo permanecer fuera
bajo el frío y la lluvia penetrante.
Me agarro la entrepierna deseando una bola de luz
en el peludo interior que tienen otras personas.
Me marcharé sin haber ido a coger un grano
de la tierra,
compacto,
con el ascendente designio
que conocimos y odiamos tan bien, y cuando nos tocó
morir simplemente nos rendimos, mascullando alguna excusa.
Ƒ Sueles ir a verlos?
Ellos no pueden tener muchos motivos
para viajar hasta aquí, pero sus huellas,
excluidas por la nieveij

Fue el pregonero cuyo pataleo lo inició,
mucho antes de que nos despertáramos, en el amanecer
que encanece, ahora, un susto
que desear, que leer,
distinto a la vieja cicatrización que volverá a su tiempo



UNA TARDE CITADINA

Un velo de niebla protege esta
Lejana tarde por todos olvidada
En dicha fotografía, ellos ahora en conjunto
Absortos gimiendo a través de la vejez o la muerte.

Si uno pudiera aprender los Estados Unidos
O por lo menos una refinada omisión
Que se filtre en nuestro perfil
Precisando nuestros espacios con una sombra
Que sea fugaz también.

Pero que celebre
Porque en verdad define, después de todo:
Guirnaldas grises, aquel terceto
Aguardando la luz para cambiar,
El aire alzando los cabellos de alguien
Al revés en el reflexivo estanque.



ESCONDRIJO

De quienes nosotros y todos ellos somos
Ustedes todo ahora entienden. Pero ustedes entienden,
Después de que ellos comenzaron a encontrarnos
nosotros crecimos
Antes de que murieran pensándonos las causas

De sus actos. Ahora nosotros no sabremos
La verdad de algún inmóvil en el piano, aunque
Ellos con frecuencia parten de nosotros, causando
Estos cambios que nosotros pensamos que somos.
No nos importa.

Sin embargo, tan altos allá arriba.
En aire joven. Pero las cosas se oscurecen mientras nos movemos
Para preguntarles: Ƒa quiénes debemos nosotros conocer
Para morir, para que ustedes vivan y nosotros entendamos?



HOJA DE ÁLBUM

Las otras caléndulas y los paños
Son crímenes creados para la historia.
Qué podremos lograr, deseando?
Y qué, deseando, podremos lograr?

Qué podría la lluvia que cayó
todo el día en los campos
Y en las mesas de bingo?
Aunque cuando esté despejando,

La estatua se transformó en una más dulce luz,
Los más cercanos mecenas son negros.
Luego hay una tormenta de recibos: noche,
Arena que el cuenco no dejó caer.

Las otras caléndulas están dispersas como el polvo.

Guisantes de olor en oscuros jardines
Sacan a chorros una falsa nostalgia histórica.
Si un bicho cayera desde tan alto, Ƒaterrizaría?



UN POEMA ADICIONAL

Cuándo entonces la esperanza y el miedo sus objetos encontrarán?
El puerto frío para las embarcaciones de apareo,
Y has perdido mientras te colocas por la galería
Con la calmada y gris selva del mar debajo.
Una fuerte impresión rasgada desde la luz descendiente
Pero la noche es culpable. Sabías que la sombra
En el baúl era delirante
Pero mientras más hambre tienes olvidas.
La lejana caja esta abierta. Un sonido de granos
Precipitado sobre el suelo con cierta impaciencia őNosotros
Nos levantamos con la noche escapada de la caja de viento.

(Versiones de Alejandro Valero)



ANIMALES DE TODAS PARTES

El tigre regresa a su casa, y el castor:
los otros regresan a sus casas.
La esposa regresa a su casa, las hayas regresan a las suyas.

Y yo, en esta noche azul de estrellas amarillas
¿adónde volveré?

"Regresa a los coches que pasan,
los oscuros y misteriosos coches que pasan veloces."



VAUCANSON

Mientras escribía, nevaba.
Se sintió sosegado y singular en la habitación gris.
pero, claro, nunca nadie se fía de estos humores.
Aquello tenía que tener entendimiento.
Pero, ¿por qué? De todos modos, sucede siempre,
y ¿quién se apunta el tanto? Seguramente
no aquello que se comprende,
y nos empequeñece saberlo
como saben los árboles de la tormenta
hasta que pasa y vuelve la luz a caer
desigualmente sobre toda la susurrante parentela:
las cosas con las cosas, las personas con los objetos,
las ideas con las personas o con las ideas.
Duele esta voluntad de proporcionarle a la vida
dimensiones, cuando la vida consiste precisamente en esas
dimensiones.
Somos criaturas, así que caminamos y hablamos
y la gente se nos acerca, o nos escucha
y luego se va.
La música llena los espacios
en los que se estiran las figuras hacia los bordes,
y puede solamente decir algo.
Los tendones se relajan entonces,
la conciencia empieza a albergar buenos pensamientos.
Ah, tiene que ser bueno este sol:
calienta de nuevo,
hace el número, completa su trilogía.
La vida debe de estar ahí detrás. La escondiste
para que nadie la encontrase
y ahora no recuerdas dónde.
Pero si volviera uno a inventarse la infancia
sería casi como volverse una reliquia viva
para librar a esta cosa, librarla del rubor
por el procedimiento de bajar el telón,
y durante unos segundos nadie se daría cuenta.
El final parecería perfecto.
Nada de consternación,
ni sueño trágico alguno del que despertarse sobresaltado
con un ataque de culpa apasionada, sólo la cálida luz del sol
que se desliza con facilidad por los hombros
hasta el corazón blando, derretido.



DESCONOCER LA LEY NO ES EXIMENTE

Nos alertaron sobre las arañas y la ocasional hambruna.
Bajamos en coche al centro a ver a nuestros vecinos. Ninguno estaba en casa.
Encontramos refugio en patios diseñados por la municipalidad,
y al hablar evocamos otros lugares, lugares diferentes…
Pero ¿lo eran de veras? ¿No los conocíamos ya de antes?

En viñedos donde el himno de las abejas ahoga la monotonía
dormimos en busca de tranquilidad, sumándonos a la estampida.
Él se me acercó.
Todo seguía igual que de costumbre,
excepto por el peso del presente,
que arruinó el pacto que hicimos con el cielo.
En verdad, no había motivo para alegrarse,
ni tampoco necesidad de dar la vuelta.
Sólo por estar de pie ya nos habíamos perdido,
escuchando el zumbido de los cables encima de nosotros.

Guardamos luto por esa meritocracia que, llena de salvaje vitalidad,
había puesto comida en la mesa y leche en el vaso.
Con maneras descuidadas, barriobajeras,
volvimos caminando al cristal de roca primitivo en que él se había convertido,
todo preocupación, todo miedo por nosotros.
Descendimos con calma
hasta el último peldaño. Allí puedes lamentarte y respirar,
enjuagar tus posesiones en la fuente helada.
Ten cuidado tan sólo con los osos y lobos que la frecuentan
y la sombra que llega cuando esperas que amanezca.



CIERTOS ÁRBOLES

Éstos son asombrosos: cada uno
Junto al vecino, como si el habla
Fuese una escena más de la quietud.
Como arreglos casuales, organizados

Para reunirse tan lejos esta mañana
Del mundo, que de acuerdo
Con él, tú y yo
Somos de repente lo que los árboles tratan

De decirnos que somos:
Su simple estar ahí
Algo sugiere: pronto
Nos podremos tocar, amar, entender.

Y contentos por no haber inventado
Semejante gracia, nos dejamos rodear:
Un silencio ya pleno de rumores,
Un cuadro del que brota

Un coro de sonrisas, una mañana de inviernos
Bajo una luz desconcertante, y al moverse,
Nuestros días oponen tal reticencia
Que estos acentos parecen su propia defensa.

(Traducción de Abraham Gragera,
en Nadadora, nº6, 2008)



LA HISTORIA DE AMOR

Lo vimos venir desde siempre,
luego ya estaba aquí, en línea
con el paseo de aquel día. Para entonces, éramos nosotros
los que habíamos desaparecido, en el túnel de un libro.

Despertando en la madrugada, nos unimos al flujo
de las noticias de mañana. ¿Por qué no? A diferencia
de algunos otros, no tenemos nada que pedir
o que tomar prestado. No somos sino piezas de sólida geometría:

cilindros o romboides. Cierta satisfacción
nos ha sido otorgada. Sí, claro, siempre volvemos
a por más… Es parte del aspecto “humano”
del desfile. Y existen regiones más oscuras

perfiladas, que habría que explorar alguna vez.
Por ahora nos basta con que el día se haya acabado.
Trajo su carga de frescura, la dejó caer
y se marchó. En cuanto a nosotros, seguimos aquí, ¿no es cierto? ~


Un poema del desasosiego

Los hombres comprenden a su debido tiempo el río de la vida,
deconstruyéndolo  a medida que se ensancha y sus ciudades se vuelven
oscuras y más densas, siempre más lejanas.

Y, por supuesto, esa remota densidad  nos
sienta bien, como corderos y tréboles lo harían
si las cosas hubieran sido construidas para ordenarse de otro modo.

Pero como no me entiendo a mí mismo, sino solo segmentos
de mí mismo que no se entienden entre sí, no hay
razón para que usted quiera, de ninguna manera podría

incluso si los dos lo quisiéramos. ¿Siquiera existen esas torres?
Debemos verlo de ese modo, siguiendo esas líneas
para que el pensamiento se eleve, como almenas de madera terciada.

"Can You Hear, Bird", 1995; Notes from the Air, Selected Later Poems, Harper Collins Publishers, New York, 2007
Versión de Silvia Camerotto De Sibilas y Pitias


A Poem of Unrest

Men duly understand the river of life,
misconstructing it, as it widens and its cities grow
dark and denser, always farther away.

And of course that remote denseness suits
us, as lambs and clover might have
if things had been built to order differently.

But since I don’t unsderstand myself, only segments
of myself that mistunderstand each other, there’s no
reason for you to want to, no way you could

even if we both wanted it. Do those towers even exist?
We must look at it that way, along those lines
so the thought can erect itself, like plywood battlements.



De "Autorretrato en un espejo convexo"

[Fragmento]

La sombra de la ciudad inyecta su propia
urgencia: la Roma en la que Francesco *
estaba trabajando durante el Saco: sus invenciones
fascinaron a los soldados que irrumpieron en su estudio;
decidieron salvar su vida, pero él se marchó poco después;
la Viena en la que hoy está el cuadro, donde
lo vi con Pierre en el verano de 1959; Nueva York,
donde estoy ahora, que no es sino un logaritmo
de otras muchas ciudades. Nuestro paisaje
palpita con filiaciones, con enlaces;
los negocios se mantienen con miradas, gestos,
rumores. Es una vida alternativa para la ciudad,
el respaldo del espejo en el estudio
sin identificar aunque nítidamente esbozado. Persigue
desviar la vida del estudio, deflactar su espacio
trazado, abatirlo en promulgaciones, aislarlo.
La operación ha sido temporalmente interrumpida
pero algo nuevo se aproxima, un nuevo preciosismo
empujado en el viento. ¿Lo puedes soportar,
Francesco? ¿Eres suficientemente fuerte?
Este viento trae lo que ignora, llega
autopropulsado, ciego, sin noción alguna
de sí mismo. Es una inercia que una vez
reconocida socava toda actividad, secreta o pública;
suspiros del mundo que no puede comprenderse
pero pueden sentirse, un escalofrío, una plaga
extendiéndose por los cabos y penínsulas
de tus venas hasta los archipiélagos, hasta esa
clandestinidad, limpia, espaciosa, de alta mar.
Ése es su lado negativo. Su lado positivo
es hacerte percibir la vida y sus tensiones
que tan sólo parecían marcharse, pero que ahora,
al ser puestas en duda por este nuevo modo, parecen
precipitarse fuera de moda. Sólo llegarán a ser clásicos
cuando decidan claramente de qué lado están.
Su reticencia ha ido minando
el escenario urbano, permitiendo que sus ambigüedades
parezcan agotadoras, tercas, los pasatiempos de un viejo.
Lo que ahora necesitamos es a este improbable
aspirante aporreando las puertas de un castillo
asombrado. Tu argumento, Francesco,
comenzó a enranciarse al no existir esperanza
de una o varias respuestas. Si se disuelve
en polvo, significa tan sólo que su hora
llegó hace algún tiempo, pero mira y escucha:
puede que haya otra vida allí dentro guardada
en lugares recónditos e ignotos; que ella
y no nosotros, seamos el cambio; que en realidad seamos
ella si pudiésemos volver a ella, revivir su apariencia
de algún modo, volver nuestros rostros hacia el globo
al tiempo que desciende, y lograr, sin embargo, escaparnos seguros:
pulso normal, respiración normal. al ser una metáfora
hecha para incluirnos, somos parte de ella
y podemos vivir dentro de ella como de hecho vivimos,
aunque sabemos que nunca podrá ser aleatorio
que nuestras mentes se queden desnudas para interrogar
sino que habrá de ocurrir con un orden que no supone una amenaza
para nadie -en el modo normal en que se hacen las cosas,
como el crecimiento concéntrico de los días
alrededor de una vida: correctamente, si lo piensas.

Autorretrato en un espejo convexo, traducción de Julián Jiménez Heffernan, DVD Ediciones, Barcelona, 2006

* Alude a Girolamo Francesco Maria Mazzola, il Parmigianino (Parma, Italia, 1503 - Casalmaggiore, Italia, 1540), cuyo autorretrato en un espejo convexo es de lo que trata este poema 



SELF-PORTRAIT IN A CONVEX MIRROR

[...]

The shadow of the city injects its own
Urgency: Rome where Francesco
Was at work during the Sack: his inventions
Amazed the soldiers who burst in on him;
They decided to spare his life, but he left soon after;
Vienna where the painting is today, where
I saw it with Pierre in the summer of 1959; New York
Where I am now, which is a logarithm
Of other cities. Our landscape
Is alive with filiations, shuttlings;
Business is carried on by look, gesture,
Hearsay. It is another life to the city,
The backing of the looking glass of the
Unidentified but precisely sketched studio. It wants
To siphon off the life of the studio, deflate
Its mapped space to enactments, island it.
That operation has been temporarily stalled
But something new is on the way, a new preciosity
In the wind. Can you stand it,
Francesco? Are you strong enough for it?
This wind brings what it knows not, is
Self-propelled, blind, has no notion
Of itself. It is inertia that once
Acknowledged saps all activity, secret or public:
Whispers of the word that can’t be understood
But can be felt, a chill, a blight
Moving outward along the capes and peninsulas
Of your nervures and so to the archipelagoes
And to the bathed, aired secrecy of the open sea.
This is its negative side. Its positive side is
Making you notice life and the stresses
That only seemed to go away, but now,
As this new mode questions, are seen to be
Hastening out of style. If they are to become classics
They must decide which side they are on.
Their reticence has undermined
The urban scenery, made its ambiguities
Look willful and tired, the games of an old man.
What we need now is this unlikely
Challenger pounding on the gates of an amazed
Castle. Your argument, Francesco,
Had begun to grow stale as no answer
Or answers were forthcoming. If it dissolves now
Into dust, that only means its time had come
Some time ago, but look now, and listen:
It may be that another life is stocked there
In recesses no one knew of; that it,
Not we, are the change; that we are in fact it
If we could get back to it, relive some of the way
It looked, turn our faces to the globe as it sets
And still be coming out all right:
Nerves normal, breath normal. Since it is a metaphor
Made to include us, we are a part of it and
Can live in it as in fact we have done,
Only leaving our minds bare for questioning
We now see will not take place at random
But in an orderly way that means to menace
Nobody – the normal way things are done,
Like the concentric growing up of days
Around a life: correctly, if you think about it.

[...]



El manual de instrucciones

Cuando estoy sentado mirando por la ventana del edificio
desearía no tener que escribir el manual de instrucciones
     sobre los usos de un nuevo metal.
Miro hacia la calle y veo a la gente, cada cual caminando
     con una paz interior,
y los envidio; ¡están tan lejos de mí!
Ninguno de ellos tiene que preocuparse por terminar
     este manual en un plazo fijo.
Y, como es mi costumbre, empiezo a soñar, apoyando los codos
     sobre el escritorio y asomándome un poco a la ventana,
¡en la borrosa Guadalajara! ¡Ciudad de las flores rosadas!
¡La ciudad que más quise y la que menos vi,
     en México!
¡Pero supongo que estoy mirando, apremiado por tener
    que escribir el manual de instrucción.
tu plaza pública, ciudad, con tu primoroso quiosquito
     de música!
La banda está tocando "Scherezada", de Rimsky-Korsakov.
Alrededor están las muchachas de las flores, ofreciendo
     flores rosadas y de color limón,
todas atrayentes en sus vestidos de franjas rosa y azul
     (¡Oh!, qué tintes rosa y azul),
y cerca de allí esta el blanco puesto donde mujeres
     de verde ofrecen frutas verdes y amarillas.
Las parejas se pasean; todo el mundo tiene un humor festivo.
Primero, encabezando el desfile, un tipo apuesto
     vestido de azul oscuro. Usa un sombrero blanco
y tiene bigotes, que acaba de recortarse para esta ocasión.
Su amada, su esposa, es joven y bonita; su chal es
     rosado, encarnado y blanco.
Sus zapatillas son de charol, al estilo norteamericano,
y lleva un abanico, porque es recatada y no quiere
     que la gente le mire la cara con demasiada frecuencia.
Perto todo el mundo está tan ocupado con su esposa o su amada
que dudo que nadie repare en la esposa del hombre de bigotes.
¡Aquí vienen los muchachos! Saltando y arrojando pequeñas
     cosas en la acera
que es de baldosas grises. Uno de ellos, algo mayor,
     tiene un palillo entre los dientes.
Está más silencioso que el resto y afecta no fijarse
     en las bonitas chicas vestidas de blanco.
Pero sus amigos las miran, y vocean sus bromas a las
     chicas sonrientes.
Sin embargo pronto todo esto acabará, con el andar de los años,
y el amor los conduzca al paseo por otra razón.
Pero he perdido de mi vista al muchacho del palillo.
¡Aguarda, allí está, del otro lado del quiosco de la música,
apartado de sus amigos, en una animada charla con una niña
de catorce o quince años. Trato de oir lo que se dicen
pero al parecer solo hablan algo entre dientes, tímidas
     palabras de amor, probablemente,
ella es un poco más alta que él, y mira calmosamente
     en sus sinceros ojos.
Ella viste de blanco. La brisa desordena su largo y hermoso
     pelo negro contra su mejilla aceitunada.
Es evidente que está enamorada. El muchacho, el muchachito
     del palillo, también está enamorado.
Sus ojos lo demuestran. Alejándome de esta pareja,
observo que hay un intermedio en el concierto,
los paseantes están descansando y sorbiendo bebidas
     con pajillas
(las bebidas son servidas de una gran garrafa de vidrio
     por una señora de azul oscuro),
y los músicos se mezclan con la gente, con sus uniformes
     blanco crema, y conversan
sobre el tiempo, tal vez, o sobre cómo les va a sus niños
     en la escuela.
Aprovechamos esta ocasión para acercarnos en puntillas
     a una de las calles laterales.
Aquí puede verse una de esas casas blancas con molduras
     verdes
que son tan populares aquí. ¡Mira, te lo dije!
Adentro está fresco y oscuro, pero el patio está soleado.
Una anciana de gris está sentada allí, abanicándose con un
     abanico de hoja de palmera.
Nos recibe en su patio, y nos ofrece una bebida fresca.
"Mi hijo está en la ciudad de México", nos dice. "El también
     los hubiera recibido
si estuviera aquí. Pero está empleado en un banco allá.
Miren, esta es una fotografía de él."
Y un joven de piel morena con dientes como perlas nos sonríe
     desde el marco de gastado cuero.
Le agradecemos su hospitalidad, porque se está haciendo tarde
y queremos captar la vista de la ciudad, antes de dejarla,
     desde algún sitio adecuado.
Esa torre de la iglesia servirá, esa de un rosa descolorido,
     contra el violento azul del cielo. Entramos lentamente.
El cuidador, un viejo vestido de gris y castaño
     nos pregunta desde cuándo estamos en la ciudad, y si
     nos gusta.
Su hija está fregando las gradas; nos saluda con la cabeza
     cuando pasamos a la torre.
Pronto alcanzamos la punta, y toda la red de la ciudad
     se extiende ante nosotros.
Allí está el barrio rico, con sus casas rosadas y blancas,
     y sus deshechas, frondosas azoteas.
Allí está el barrio más pobre, sus casas azul oscuro.
Allí está el mercado, donde los hombres están vendiendo
     sombreros y espantando moscas,
y allí está la biblioteca pública, pintada en varios tonos
     de verde pálido y beige.
¡Mira! Allí está la plaza de donde venimos, con los
     paseantes.
Ahora hay menos, ahora que el calor es más intenso,
pero el muchacho y la chica aún están escondidos en la
     sombra del quiosco de música.
Y allí está la casa de la viejita:
todavía está sentada en el patio, abanicándose,
¡Qué limitada, pero qué completa también, ha sido muestra
     experiencia de Guadalajara!
Hemos visto el amor de los jóvenes, el amor de los esposos, y el
     amor de una anciana madre por su hijo.
Hemos oído la música, paladeado las bebidas y contemplado
     las coloreadas casas.
¿Qué otra cosa resta por hacer, sino quedarnos? Y eso no
     podemos hacerlo.
Y mientras una última brisa refresca la cúspide de la
     desgastada vieja torre, clavo la mirada
en el manual de instrucciones que me hizo soñar con
     Guadalajara.

Alberto Girri, 15 poetas norteamericanos. Segunda serie, Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1969



Poema en el año nuevo

Una vez, afuera en el agua en el claro crepúsculo decimonónico,
pediste al tiempo que frenara su vuelo. Si los deseos pudieran traer más que sollozos,
ese sería mi deseo para ti, mi amor, mi ángel. Pero otros
principios prevalecen en este sombrío paraíso, ¿no es cierto? Si eso es lo que es.
Luego el viento amainó por decisión propia.
Salimos, y vimos que realmente había sucedido.
La estación se quedó inmóvil, alerta. Cuán quieta la gota en el
abrojo, no lo sé. Vengo totalmente empaquetado y
sereno, pero pierdo cosas constantemente.

Me pregunto sobre Australia. ¿Hay algo sobre Canadá?
¿Las palomas aletean? ¿Acaso hay una extrañeza allí para completar
la que llevo dentro? ¿O debo reaprender mi sistema de archivo?
¿Podemos confiar en que otros nos acusen si solo nos
ven en la hora pico de la tarde
y nunca se detienen a pensar? Oh, yo sabía tanto sobre vos,
mi ave canora, alguna vez. Ahora, solo para las totoras inmoladas
en el pantano congelado tengo tiempo.
Los días están tan polarizados. Pero el tiempo mismo está descentrado.
Al menos, así lo siento yo.

Lo conozco tan bien como las calles en el mapa de mi ciudad
industrial imaginada. Pero tiene su propia manera de escurrirse.
Nunca hubo plenitud que fuera a ser:
hiciste cola para distintas cosas, y la manchada luz era impenitente.
"Puntiaguda" fue el adjetivo que se me ocurrió,

aunque a pesar de todos sus niveles elevados o bajos me acerco a este canal.
Su hora era la justa en el invierno. Había humo de pipa en los
cafés, y afuera la gran ave cenicienta
fluía de vidrieras rotuladas y esperaba
un poco más allá. Otra oportunidad. Nunca se convirtió en gesto.

versión de Judith Filc



POEM AT THE NEW YEAR

Once, out on the water in the clear, early nineteenth-century twilight, 
you asked time to suspend its flight. If wishes could beget more than sobs, 
that would be my wish for you, my darling, my angel. But other
principles prevail in this glum haven, don't they? If that's what it is.

Then the wind fell of its own accord.
We went out and saw that it had actually happened.
The season stood motionless, alert. How still the dropp was
on the burr I know not. I come all
packaged and serene, yet I keep losing things.

I wonder about Australia. Is it anything about Canada? 
Do pigeons flutter? Is there a strangeness there, to complete
the one in me? Or must I relearn my filing system? 
Can we trust others to indict us
who see us only in the evening rush hour, 
and never stop to think? O, I was so bright about you, 
my songbird, once. Now, cattails immolated 
in the frozen swamp are about all I have time for.
The days are so polarized. Yet time itself is off center.
At least that's how it feels to me.

I know it as well as the streets in the map of my imagined
industrial city. But it has its own way of slipping past.
There was never any fullness that was going to be; 
you waited in line for things, and the stained light was
impenitent. 'Spiky' was one adjective that came to mind,

yet for all its raised or lower levels I approach this canal.
Its time was right in winter. There was pipe smoke
in cafés, and outside the great ashen bird
streamed from lettered display windows, and waited
a little way off. Another chance. It never became a gesture.


Decenio de 1970

Durante mucho tiempo parecía que las cosas marchaban de forma astuta.
Todas las tardes a las cuatro el devanar nos mostraba
su cara amable. "Os trataré bien,
palabra de honor". En aquellos días nadie llevaba la cuenta
ni se fijaba mucho en las cosas. Era
posible vivir como entidad.

Pero se oían sin querer cosas sorprendentes
de vez en cuando. Voces que parecían salir de un garaje
con una tercera posibilidad de la que nadie había hablado.

Algo sobre un naufragio. Seguro que todo estaba bien.

Empezamos a impacientarnos
por lo de la paz y la guerra, tras un atareado día de descanso
pocos de quienes nos rodeaban podían asir o aprehender.
Me habían atado el dinero del pescado a la pierna.
De otra forma habría podido convertirme en un confidente, pasando los días
en una casa Tudor, en un programa de protección de testigos.
Necesitaba el dinero. Lo demás fueron beneficios netos y pérdidas.

Secretos chinos, traducción de Dámaso López García, Editorial Visor, Madrid, 2002


The seventies

For a long time things seemed to go astutly.
Every evening at four the unspooling showed us
in friendly face. "I will treat you well,
on my honor." In those days, no one kept records
or took notice of things much. It was
possible to live as an entity.

Still, surprising things were overheard
from time to time. Voices that seemed to come from a garage
with a third option no one had been told about.

Something about a shipwreck. It was probably OK.

We began to grow impatient
about peace and war, after a busy day of relaxation
few around us could contain or apprehend.
The money fish had been strapped to my thigh.
Otherwise I might have turned informant, living out my days
in a Tudor bungalow under the witness protection program.
I needed the cash. The rest was just net profit and loss.



El pintor

Sentado, entre el mar y los edificios
disfrutaba pintar el retrato del mar
pero al igual que los niños imaginan una plegaria
sólo como silencio, él esperaba que su tema
se deslizara por la arena, y, tomando un pincel,
cubriera su propio retrato sobre el lienzo.

entonces, nunca hubo una pintura sobre su lienzo
hasta que la gente que vivía en los edificios
lo puso a trabajar: “trate de usar el pincel
como un medio para alcanzar un final. Elija, para un retrato
algo menos enojado y amplio, y más atado
al humor de un pintor, o quizás, a una plegaria”

¿Cómo podía él explicarles su plegaria,
que la naturaleza, no el arte, podría usurpar el lienzo?
Eligió como nuevo tema a su esposa,
haciéndola inmensa, como edificios en ruinas
como si, olvidándose de sí mismo, el retrato
se hubiera expresado sin pincel.

Levemente animado, hundió su pincel
en el mar, murmurando una sentida plegaria:
“Alma mía, cuando pinte el siguiente retrato
debes ser tú quien arruine el lienzo”
La noticia se esparció como fuego arrasador por los edificios:
él había vuelto al mar buscando su tema.

Imagínense a un pintor crucificado por su tema!
demasiado exhausto hasta para tomar su pincel,
provocó que algunos artistas se inclinaran desde los edificios
para hacer comentarios maliciosos: “¡No tenemos una plegaria
ahora, para ponernos nosotros en el lienzo,
o lograr que el mar se siente para ser un retrato!”

Otros lo declararon un auto-retrato.
Finalmente, todas las indicios de un tema
comenzaron a extinguirse, dejando al lienzo
perfectamente blanco. Él dejó el pincel.
de inmediato un alarido, que también era una plegaria,
nació de los repletos edificios.

Lo lanzaron, al retrato, del más alto de los edificios;
y el mar devoró el lienzo y el pincel
como si su tema hubiera decidido permanecer como plegaria.

Some Trees, 1956
Versión: Marina Kohon


The Painter

Sitting between the sea and the buildings 
He enjoyed painting the sea’s portrait. 
But just as children imagine a prayer 
Is merely silence, he expected his subject 
To rush up the sand, and, seizing a brush, 
Plaster its own portrait on the canvas.

So there was never any paint on his canvas 
Until the people who lived in the buildings 
Put him to work: “Try using the brush 
As a means to an end. Select, for a portrait, 
Something less angry and large, and more subject 
To a painter’s moods, or, perhaps, to a prayer.”

How could he explain to them his prayer 
That nature, not art, might usurp the canvas? 
He chose his wife for a new subject, 
Making her vast, like ruined buildings, 
As if, forgetting itself, the portrait 
Had expressed itself without a brush.

Slightly encouraged, he dipped his brush 
In the sea, murmuring a heartfelt prayer: 
“My soul, when I paint this next portrait 
Let it be you who wrecks the canvas.” 
The news spread like wildfire through the buildings: 
He had gone back to the sea for his subject.

Imagine a painter crucified by his subject! 
Too exhausted even to lift his brush, 
He provoked some artists leaning from the buildings 
To malicious mirth: “We haven’t a prayer 
Now, of putting ourselves on canvas, 
Or getting the sea to sit for a portrait!”

Others declared it a self-portrait. 
Finally all indications of a subject 
Began to fade, leaving the canvas 
Perfectly white. He put down the brush. 
At once a howl, that was also a prayer, 
Arose from the overcrowded buildings.

They tossed him, the portrait, from the tallest of the buildings; 
And the sea devoured the canvas and the brush 
As though his subject had decided to remain a prayer.



El idiota

¡Oh cómo me ignora este hosco,
indiferente mundo! Esas rocas, esas casas
no conocen el contacto de mi carne, ni hay un árbol
cuya sombra me haya amparado cual un amigo.
He vagado por el mundo entero.
No he conocido ningún hombre, ninguna fiera se acercó
pacíficamente y puso su hocico entre mis manos.
Ninguna muchacha acogió mi rostro con un beso.

Sin embargo una vez, durante una travesía
de Gibraltar al Cabo de Hornos
conocí a bordo amistosos marineros,
y mientras luchábamos para salvar la nave del naufragio
durante una tormenta, las mismas olas parecían amigas,
y el rumor que hacía la espuma al golpear la frente de la nave.

Alberto Girri, 15 poetas norteamericanos. Segunda serie, Editorial Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1969 (edición no bilingüe)


The Idiot

Oh how this sullen, careless world
Ignorant of me is! Those rocks, those homes
Know not the touch of my flesh, nor is there one tree
Whose shade has known me for a friend.
I've wandered the wide world over.
No man I've known, no friendly beast
Has come and put its nose into my hands.
No maid has welcomed my face with a kiss.

Yet once, as I took passage
From Gibraltar to Cape Horn
I met some friendly mariners on the boat
And as we struggled to keep the ship from sinking
In a storm, the very waves seemed friendly, and the sound
The spray made as it hit the front of the boat.


Ocaso de Greuze

Como grupo éramos algo vulnerables
y hoy seguimos siéndolo. Mi cuñado me ha preparado
una torre en el molino, desde cuyo balcón
veo los moscardones que irritan al cielo
con su insignificancia. ¿Qué esperan que hagan?
¿Fundar familias? ¿Ser diáconos? Si es así, mis cálculos
se hunden en un bric-a-brac, mis ecuaciones
se deshacen.

Al otro lado de la carretera construyen una casa de cemento.
Al parecer no tendrá ventanas. Un palomar
para palomas de cemento. Siempre cuando hablaba contigo
durante decenios en mis cartas había algo que no era seguro:
tu respuesta. De nuevo corremos peligros,
como pájaros muertos, y el salivajo rubí del otoño asciende
por el cielo como un tornado. Intenta mantenerte
sereno y vacío en esta desnuda habitación.
Examina los espejos del estudio.
El destello del lagarto, la manta de terciopelo del caballo
te sorprenderán algún día hasta llegar a ver la esperanza.

Secretos chinos (Chinese Whispers), traducción de Dámaso López García, Visor Libros, Madrid, 2002



The Evening of Greuze

As a group we were somewhat vulnerable
and are so today. My brother-in-law has fixed
me a tower in the mill, from whose oriel
I can see the bluebottles who nag heaven
with their unimportance. But what are thet expected to do?
Raise families? Become deacons? If so my calculations
collapse into bric-a-brac, my equations
are undome.

Across the road they are building a cement house.
It will seemingly have not windows. A columbarium
for cement pigeons. And ever as I talked to you
down the decades in my letters one thing was unsure:
your reply. Now are again endangered,
like dead birds, and autumn's ruby spittle mounts
in the sky like a tornado. Try to keep
cold and empty in this bare room.
Examine mirrors in the studio.
The lizard's glint, the horse's velvet blanket
will surprise you into veiled hope one day.


Ignorancia de la ley no es excusa

Fuimos advertidos sobre las arañas y la ocasional hambruna.
Manejamos hacia el centro para ver a nuestros vecinos.
Ningunos de ellos estaba en casa.
Anidamos en patios creados por la municipalidad,
recordábamos otros, lugares diferentes -
¿pero lo eran? ¿No lo conocimos todo antes?

En viñedos donde los himnos de las abejas inundan la monotonía,
dormimos en busca de paz, sumados a la gran marcha.
Él vino hacia mí.
Todo fue como había sido,
excepto por el peso del presente
que barrenaba el pacto que hicimos con el Cielo.
La verdad, no hubo motivo para regocijarse,
ni necesidad de volver, tampoco.
Estábamos perdidos solo por permanecer de pie,
escuchando el zumbido de los cables aéreos.

Lloramos esa meritocracia que, salvajemente vibrante,
había preservado la comida en la mesa y la leche en el vaso.
En descuidado estilo de barrio bajo,
regresamos al original cristal de roca en que él se había convertido,
todo preocupación, todo miedo para nosotros.
Descendimos poco a poco
hasta el escalón más bajo. Ahí puedes apenarte y respirar,
enjuagar tus pertenencias en el frío manantial.
Sólo cuídate de los osos y lobos que lo frecuentan,
y de la sombra que viene cuando esperas el amanecer.

Where shall I wander, HarperCollins, Nueva York, 2005
Versión de Mariana Aulicino y J. Aulicino


Ignorance of the law is no excuse

We were warned about spiders, and the occasional famine.
We drove downtown to see our neighbors. None of them were home.
We nesteled in yards the municipality had created,
reminisced about other, different places -
but were they? Hadn't we known it all before?

In vineyards where the bee´s hymn drowns the monotony,
we slept for peace, joining in the great run.
He came up to me.
It was all as it had been,
except for the weight of te present,
that scuttled the pact we made with heaven.
In truth there was no cause for rejoicing,
nor need to turn around, either.
We were lost just by standing,
listening to the hum of wires overhead.

We mourned that meritocracy wich, wildly vibrant,
had kept food on the table and milk in the glass.
In skid-row, slapdash style
we walked back to the original rock crystal he had become,
all concern, all fears for us.
We went down gently
to the bottom-most step. There you can grieve and breathe,
rinse your possessions in the chilly spring.
Only beware the bears and wolves that frequent it
and the shadow that comes when you expect dawn.


Nuevas preocupaciones

Sulfuroso, el delantal de la señorita Hanratty flota
por encima del atardecer, augurando un frío extremo.
La ventaja de los huéspedes no socava
sus verdes días de arquero.

El viento dispersa por los cielos brotes de arvejas.
Todo es temblor, modestia, una espera por ser dicho.
Varios oradores impugnan a la vez
la veracidad de un arroyo tardío en agosto,
y todo lo que habría significado el mismo día
en otro año. A esta altura, los corredores habrán alcanzado
la frontera norte, sumergido la yema de los dedos
en la llama. Y, sí,

este es uno de esos momentos.

Where Shall I Wander (Por dónde vagaré), HarperCollins, Nueva York, 2005. Versión de Jorge Salvetti y Darío Rojo.


New Concerns

Sulfurous, Mrs. Hanratty's apron floats 
above the sunset, auguring extreme cold. 
The guests' advantage doesn't undermine
their green goalie days. 

Wind-driven pea shoots strew the skies.
All is tremor, modesty, a waiting to be told. 
Several speakers impugn at once 
the veracity of a late brook in August, 
and all it would have meant on the same day
in another year. By now, runners will have reached
the northern border, plunged fingertips
in the flame. And, yes,

this one of those times.

John Ashbery
in conversation with John Tranter New York City, 20 April 1985



La vid

De quién nosotros y todos ellos somos,
todos ustedes ahora lo saben. Pero tú sabes,
después de que ellos empezaron a descubrirnos, nosotros crecimos.
Antes ellos habían muerto creyéndonos las causas

de sus actos. Ahora nosotros no sabemos
la verdad de algunos todavía al piano, aunque
ellos a menudo nos citan, causando
estos cambios que nosotros pensamos que somos. A nosotros no nos importa

sin embargo, tan alto ahi arriba
en joven aire. Pero las cosas se tornan más oscuras mientras nos movemos
para preguntarles: ¿A quién debemos alcanzar para saber,
para morir, así ustedes viven y nosotros sabemos?

Versión de Mariana Aulicino


The grapevine

Of who we and all they are 
You all now know. But you know 
After they began to find us out we grew 
Before they died thinking us the causes 

Of their acts. Now we'll not know 
The truth of some still at the piano, though 
They often date from us, causing 
These changes we think we are. We don't care 

Though, so tall up there 
In young air. But things get darker as we move 
To ask them: Whom must we get to know
To die, so you live and we know?







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